15 de agosto de 2008

Como tú...


Cuando se es pequeño también quería ser como papá. Buscaba imitar sus gestos, sus palabras y sus formas de reaccionar. Todos necesitamos modelos donde depositar nuestra confianza. Modelos donde asegurar nuestra identidad.

Cuando crecemos, las vivencias personales van forjando nuestros gestos, palabras y formas de reaccionar. Ya el referente paternal pasa a un plano diferente y toman lugar nuestras propias vivencias que modifican nuetras acciones.

Al parecer dejamos de ser tan fáciles de sorprender y la insensibilidad se apodera de nuestros gestos, palabras y formas. Nuestras ideas comienzan a ser más importantes que las de los demás y nuestra capacidad de menosprecio aumenta en gran medida. ¿Te duele ver asesinatos? ¿Los femidicios han pasado a ser parte de nuestra historia? ¿Es parte del día a día que el orgullo nos gane la batalla? ¿Y qué del hambre? ¿Y qué de las muertes?

Creo que Dios aún clama para que volvamos a ser niños "sorprendibles", que sean sensibles a su voz. Que dejemos de ponernos en el centro de todo y mirarlo a Él. Mirar que tiene más poder que nuestros propios problemas.

"Señor... tu corazón es el de un niño. Quiero ser como tú... sencillo, humilde y sincero. Permite que todo aquel que lea este escrito pueda entender y anhelar mucho más tu corazón. Entender que no se trata de mis planes y sueños, sino de los tuyos. Te amo, te adoro y te busco."

No hay comentarios.:

La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...