6 de diciembre de 2008

Anhelo a Dios


Mientras escribo, la casa se encuentra sola. El sol, el viento y el cántico inusual de los pájaros a mi alrededor. Una sirena de ambulancia suena a lo lejos mientras medito. Meditar... mmm... es una buena palabra para describir lo que hago en estos momentos. Meditar, darle vueltas a lo que deseo, a lo que anhelo en mi vida.
La gente que habita en esta casa no está. El olor de mi abuelito en el ambiente ya no está. Sus balbuceos diarios se han perdido, mientras me inspiro. Todos pasan, menos Dios. La gente a mi alrededor, incluso mi familia, sé que pasará; pero no así la misricordia del Padre sobre mí.
Cierto día recuerdo haberle preguntado al Señor cuál sería el nombre que él tenía para mí. Me dijo: "Busca la traducción de David". "Muy amado", encontré... Su amor conquista mis cautivos pensamientos y cambia mis imposibles en milagros de vida. Me lleva a los lugares más recónditos, que no conozco y que a veces temo, pero que abren mi mente a su poder.
Mi anhelo por Él es algo absurdo y estúpido, etc. para otros. Canuto y fanático también. Pero anhelo tocar su gloria, sacarme el velo de la religión para verlo a él, para encontrarme con su corazón y no con la mirada tradicional. Que con su mirada me sorprenda y que con su corazón me transforme. Que con su amor y su poder cambie mis sueños y derribe mi orgullo; y haga un milagro en mí.
Anhelo ver a las multitudes adorándole...

Te amo Señor

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