5 de marzo de 2009

(Parte 2) Donde nadie te puede tocar

No quiero tratar la gracia de Dios como uno de los tantos temas que parecen lejanos a nosotros o como aquellos títulos expuestos en los grandes tomos antiguos de teología. No como un tema alejado, sino lleno de vida abundante.
Siempre imagino qué pasaría si Dios fuera una persona llena de críticas hacia nosotros. Imagino qué pasaría si dedicara su vida a sólo corregirnos y sólo a decir los peros de nuestros sueños. Mmmm... suelo identificarme con el Padre como una persona llena de pensamientos de amor hacia nosotros... llena de compasión. A nadie que le haya escuchado decir que cuando Dios le habla ha sido para peor, para destruirlo, para arruinar su vida. Al contrario, vidas transformadas, pensamientos resueltos, enfermedades sanadas, paz, etc.
Nos gusta la imagen de un Dios que siempre cuida de nosotros y que nunca tiene el juicio en la punta de la lengua para que apenas fallemos, lo ponga en práctica. "Tardo para la ira y grande en misericordia", eso se nos dice frecuentemente. El hecho de pensar que Dios es totalmente bueno para nosotros y que él tiene pensamientos de paz, es parte de lo que hemos vivido... pero creo que es sólo la mitad del plan.

La otra mitad eres tú... soy yo. Es esa parte de nosotros que clama por llevar a la práctica el carácter de Dios. A menudo escucho a la gente que habla de otras personas con muchas heridas en el corazón y juzgando a los demás con total libertad. El autor tampoco está ajeno a esto. Al contrario, se incluye en el mismo grupo de personas... Aquel grupo de personas que clama siempre por justicia contra sus opresores, pero misericordia para sí mismo. ¿Acaso Dios no nos enseña que pidamos perdón así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden?

La gracia es el lugar donde se puede perdonar al ofensor sin pedir nada a cambio. Es el lugar del lenguaje de Dios: lleno de misericordia. ¿Quieres la justicia de Dios?

¿En verdad la quieres? Entonces eso demandará mucho más que sentarnos en el estrado y ver el castigo de los que nos dañan. Demandará mucho más que abrir Proverbios y situarnos como el justo y el que me dañó como el malvado. Sí señor! más que eso! Demandará que dejemos atrás el orgullo y que dejemos a un lado los rencores. El camino a la libertad es dejar libre a los demás, incluso cuando nos deben mucho o cuando nos han herido. La gracia de Dios no es sólo para ti sino para el que te ofendió también.

Siempre me gusta terminar con preguntas: ¿Alguno habrá capaz de aceptar la gracia de Dios como un estilo de vida? ¿Quieres la justicia de Dios? (repito)

1 comentario:

JamesRock7 dijo...

Es verdad.
Se nos olvida eso.
La justiia y la gracia es perdonar al que nos pudrió.

Y cuesta.

Un abrazo!

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