9 de diciembre de 2009

Si no agradeces, no esperes más

Hace un par de semanas iba saliendo tarde de la casa. El sol había salido recién, pero ya estaba haciendo calor. Sólo recuerdo que por haberme quedado dormido, cerré con rapidez la puerta, dispuesto a caminar rápido para no tomar el taco que se forma cerca de las 7 a.m. Antes de abrir la reja, miré hacia arriba. Vi una pareja de pájaros que estaban parados observando un vestigio de nido que quedaba en el árbol del jardín de mi casa. Los vi tan sencillos, que de pronto me di cuenta que hacía ya mucho tiempo que no escuchaba el canto de un pájaro. Eran parte de esa música que me acompañaba cada día, pero nunca les había prestado atención. Tampoco me había percatado bien que el sol estaba saliendo 10 minutos más tarde.
El afán de cada día nos impone un estilo de vida mucho más complejo. Basta solamente echar una mirada a nuestro alrededor para ver que hemos dejado de lado las cosas más esenciales de la vida a un lado. La sociedad nos hace pensar en altos estándares de éxito, y junto con eso nos llama a imponernos altas metas en la vida. Muchas veces, esta forma de vivir, lo único que hace es profundizar el sentimiento de insatisfacción que llevamos dentro.

Creo que Dios no es un genio que se especializa en solucionar problemas. Oramos y bum! aparece la solución al problema. Oramos y bum! se solucionó el problema con una persona. No quiero decir con esto que Dios no hace milagros. Creo en ellos profundamente, y creo en las respuestas de Dios a nuestras oraciones. Sin embargo, hay algo que me da mucha rabia (y lo digo explícitamente) y es ese sentimiento de comodidad que a veces tenemos los cristianos. Eso de que no importa como soy, total Dios me ama igual, usando como excusa el evangelio para no dejar las cosas de nuestro carácter que es necesario cambiar.
Y por eso vienen después las desilusiones. Pedimos y no nos saciamos, porque siempre queremos algo más... Queremos que Dios nos regale una vida perfecta, sin problemas con ninguna persona, que Dios llegue con el plato servido a la cama y que Él con "su poder" lo haga todo. Si has vivido un evangelio así, has vivido en un engaño. Una vez escuché que recibir a Jesús es gratis, pero seguirle cuesta toda la vida. Seguramente ya algunos han dejado de leer este mensaje porque les parece incómodo o un tanto confrontacional. Termino citando lo que escribí en el título: Si no agradeces lo que Dios te ha dado hoy, no esperes que te dé más.

2 comentarios:

JamesRock7 dijo...

mmm
es verdad.

Igual agradecer es difícil, sobretodo cuando hay que agradecer por lo malo.

Tons... a seguir adelante, agradeciendo.

Saludos!!

Romy dijo...

me dio lata leer
me siento... decida xD
ajajjaja

te quiero cabro penca jajajajajja

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