8 de febrero de 2010

La vida que el evangelio nos prometió (parte 2)


Mirarlo a Él antes que a todo. Antes que a nosotros mismos, mirar a Dios. Dejar las preocupaciones a él. Entregarle mi vida. Todas estas afirmaciones las hemos escuchado, orado, hablado, aconsejado e incluso predicado a veces. Sin embargo, pareciera ser muy fácil seguir estos consejos, pero pareciera ser que en la práctica son sólo palabras al viento, oraciones armadas sin consistencia y consejos vanales. Uno frecuentemente ora diciendo que entregamos nuestras vidas a Dios, pero cuando hay problemas, pareciera que Dios no aparece y que consejos como los dados arriba, sólo empeoraran las cosas y nos llenara de culpa la conciencia.

¿Esta es la vida que el evangelio nos prometió? Es decir, ¿orar entregando nuestras vidas a Dios sin que no existan respuestas? Creo que mirar a Dios antes que a las preocupaciones, no significa dejar de pensar en ellas. Tampoco significa que si los problemas continúan, Dios nos rechaza... o hay algo que no anda bien en nosotros. Tampoco quiere decir que somos menos valorados o menos deseados por él. Mirar a Dios antes que a las preocupaciones significa que adoraré a Dios a pesar de que los conflictos persistan. Mirar a Dios significa tener una actitud de rendición, es decir, aceptar que no podemos con todas las cosas, reconocer que no podemos controlarlo todo y buscar su ayuda. Si usted conociera más a Dios, se daría cuenta que él es más práctico de lo que cree.

Dios muere en nuestras vidas cuando nuestra fe se enfría y pensamos que ya no hay esperanza. Esta es la noticia: "Aunque hayan problemas y conflictos, yo estaré contigo"... Usted podría decir: ¿Entonces de qué sirve creer en Dios si él no interviene en las guerras, en las enfermedades que veo alrededor, en las peleas familiares, en los conflictos que suceden a diario, en las muertes injustas y en el terrorismo?

La única respuesta que tengo es esta: "Nosotros somos las manos de Dios en este mundo". Dios actúa a través nuestro... Pero buscándole a él. Confiando en él. Moisés es un claro ejemplo de esto. Él había pedido que Dios le acompañara en el trayecto a la tierra prometida. Dios se lo concedió. Pero luego de una extensa conversación con Dios, le pidió algo mayor: "Permíteme ver tu rostro"... Cuando le conocemos a él y palpamos su amor, los problemas pasan a segundo plano y las preocupaciones se disipan en sus promesas, descansando en la convicción de que él nos defiende. Al creer en el evangelio, no creemos en una iglesia. No creemos en una religión que registre el censo cada 10 años. No creemos en un estilo de hacer las cosas. Creemos en la vida. En emanar vida. En vivir la vida... Sólo al palpar su amor, los conflictos y preocupaciones tienen su real sentido: acercarnos a él de nuevo. La siguiente vez que pidas que Dios haga lo que quiera contigo, no tengas miedo... tampoco digas: "No me responderá"... porque él se las arreglará para atraernos hacia sí mismo. Porque él es el centro. Sólo de esa manera el Reino de Dios se extenderá.

Este es el evangelio: "Los pobres se sienten ricos, los cojos saltan, los ciegos pueden ver, los enfermos son sanados, los que son menospreciados o se menosprecian a sí mismos, vuelven a tener valor; su fidelidad permanece aunque permanezcan los problemas, él es bueno aunque haya maldad."

1 comentario:

Anónimo dijo...

solamente hay que buscar a Dios, aferrarse a Él, todo lo demás llegará por añadidura
...estamos viviendo tiempos, dificiles,cuesta mucho seguir adelante,por las fuertes atracciones que vemos en este mundo Y ROMPAMOS LA RELIGIOSIDAD QUE FORMAMOS NOSOTROS MISMOS COMO CANUTOS.
PERO CON ÉL TODO SE PUEDE :D
Andrea,
Bendiciones.

La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...