22 de marzo de 2010

Una esperanza que no muere


Caracterizada por ser una simple caleta de unos cinco pescadores y unas quinientas personas, Perales aparece rodeada por cerros a un lado y por el Pacífico al otro lado. No aparece en el mapa y hoy, lo que hace algunas semanas era una pequeña caleta, yace en el suelo vacía, impávida y lánguida entre los escombros y la arena. Las impactantes imágenes de este lugar azotado por la fuerza de la tierra y del mar, no podrían hacer indiferente a nadie, y al ver esto en la visita que pudimos realizar el fin de semana del 20 y 21 de marzo, a más de alguno lo dejó con la impotencia de poder dar más.

En los cerros, pese a los conflictos que han tenido, pude ver que la gente de esfuerzo, pese al temor, no pierde la esperanza de poder reconstruir todo lo que perdió en la tragedia. A ellos somos llamados a llevar una esperanza que, como dice el apóstol Pedro, es una esperanza viva, incorruptible, que está fundada en la solidez de la fe en Dios. Mi oración es que podamos ser esas manos de Dios para un mundo lleno de necesidades y lleno de vacíos. Porque los que necesitan esperanza, no están solamente en las caletas arrasadas por el tsunami de febrero, sino además en las calles de la ciudad, en una familia dividida, en un padre que perdió su trabajo, en un compañero de universidad que tiene problemas en su casa o problemas de recursos para estudiar. A ellos somos llamados…

"Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos [...]"

1º Pedro 1:3

1 comentario:

JamesRock7 dijo...

Estoy de acuerdo.

Saludos!!

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