30 de junio de 2011

La oración que justifica


Se acercaron tanto el fariseo como el publicano. El primero, muy bien vestido, lleno de muchas cosas buenas que contarle a Dios acerca de sí mismo. El segundo, había engañado a unos cuantos para ganar dinero para el imperio romano. El primero, de pie, oraba a Dios pensando en lo bueno que era. El segundo, postrado en tierra, oraba a Dios pensando en que no sabía cómo acercarse a Dios. El primero, merecía el premio de ser escuchado; el segundo, no merecía nada.
¿Cuál creen que tocó el corazón de Dios? ¿Cuál de las dos oraciones tuvo el efecto esperado? Lucas lo relata así: el publicano volvió justifica antes que el otro. ¿Qué creen que pasó entre medio para que quien se fuera con el favor de Dios fuera el que menos lo merecía? La clave está en la actitud de la oración...
El fariseo daba gracias a Dios por su suficiencia, por ser mejor que otros y por cumplir sus mandamientos. El publicano le pedía a Dios su favor, golpéandose el pecho... sintiendo que no merecía nada. Y es que a Dios no se le conquista con obras ni tratando de ganarse su atención. No se trata de lo que hacemos ni tampoco de cuánto le cumplamos cada instante... Se trata de Dios en todo tiempo y de rendir nuestras suficiencia... porque solamente en él somos perdonados. ¿Cuál fue el efecto? El publicano salió transformado, perdonado; el fariseo, igual que como llegó... Seguir la tradición como si esta tuviera en sí misma la vida, trae consigo la muerte del evangelio. Vivir humillados delante de Dios, nos da vida.

"Señor... hoy nos acercamos a ti con un corazón publicano. Llenos de errores, de vergüenza muchas veces y de temor. Nos acercamos a ti con un corazón que solamente anhela que le hables y que rompas el silencio en él. Ven con tu vida y perdónanos, porque solamente por ti vivimos y por ti somos. Nos acercamos a ti dejando de lado nuestros logros y nuestra autosuficiencia; de manera tal que tu gracia se deposite en nosotros para vivir... Gracias porque nos amas con todo tu ser y porque, al orar y rendirnos a ti, tú nos transformas a tu imagen. Porque somos tuyos..."

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Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...