14 de julio de 2011

Libre entrada


Cuando pequeño, siempre me enseñaron a pedir permiso antes de entrar a la casa de alguien desconocido. Por eso, vez que íbamos de visita, el hábito que me enseñaron fue el de limpiarme los pies antes de entrar y el de pedir permiso al entrar a esa casa.
Esto contrastaba fuertemente con lo que hacía en mi casa. Cuando llegaba del colegio no entraba a la casa pidiendo permiso. Y si bien me limpiaba los pies a la entrada, era para no ensuciar y no por "educación". En la casa de uno, no se entra al baño pidiéndole permiso al papá o a la mamá; menos le dices a tu hermano: "¿puedo estar en el living contigo?".

En la Biblia leemos que Dios nos ha dado libre entrada a su presencia... y que podemos entrar libremente al trono de la gracia para recibir el oportuno socorro. Cuando leo ese versículo, me imagino a una persona que te dice: "Siéntete como en tu casa... puedes usar todo lo que hay aquí como si fuera tuyo". Y Dios así lo ha hecho con nosotros: nos ha dejado entrar a su hogar y hacerlo nuestro. Nos ha dado la bienvenida a su casa!!!
Tal vez ustedes no logren comprender del todo por qué este tema es tan importante para mí, pero el hecho de que Dios nos permita gozar de todo lo que es él, también nos libera de ese temor al rechazo que podamos percibir de parte de él. Es como si Dios nos dijera: No es necesario que pidas permiso... entra en mi presencia y usa todo lo que hay ahí. Su amor no nos rechaza, al contrario, echa fuera el temor y nos permite entrar en Su casa.

"Señor... gracias por tener libre acceso a tu casa. Una vez me dijiste que me usarías para restaurar a muchas personas y yo, con todo el temor que tenía en mi corazón, te daba gracias por ver en mí el oro de entre el barro. A esos cortos 12 años, comenzaba a entender que no estabas interesado en corregirme con castigos desproporcionados ni rechazo. Tu objetivo era mostrarme al Padre que hay en ti. Cada cierto tiempo puedo verte en pleno y me asombro de ver que no eras aquella persona que pensaba tan lejana o que al primer error ya me iba a desechar... Hoy, entrando libremente a tu casa, veo que todo es posible... que si oro por alguien, esa persona puede sanarse en tu nombre; que si dijiste que me usarías para llevar tu mensaje a muchas personas, entonces debo avanzar sin pensar que en cada acto deba pedir permiso... Creo en ti y creo que tú puedes hacer del barro un gran vaso...
Muchas veces te he pedido que me cambies... que ma hagas más extrovertido, más hablador, más entrador con las personas... Pero aún recuerdo cuando me dijiste: "Los líderes que yo levanto no son los grandes caudillos; no son aquellos que tienen las cualidades innatas... sino los débiles, aquellos que dependen de mí"... Y hoy a través de estas palabras te digo nuevamente que aquí estoy... dispuesto ante ti. Igual que esa vez que me dijiste que siempre tendría un lugar en tu casa... Sí, en tu casa siempre habrá un lugar incondicional para mí... Hoy oro para que muchos puedan llegar a tu casa y puedan darse cuenta que en tu hogar hay libertad y vida."





No hay comentarios.:

La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...