15 de agosto de 2012

Sin recetas, pero con contenidos


Tal como lo dije en la publicación anterior, existen dos tipos de situaciones en las que nos podemos enfocar cuando tratamos el tema de las relaciones sentimentales: la de aquellos que esperan por primera vez, y la de aquellos que ya han tenido relaciones sentimentales anteriores.
Cuando se espera por primera vez, la mentalidad es quizás más ingenua y tendiente a idealizar las cosas, en comparación con personas que están esperando por segunda, tercera o ene veces. La inseguridad muchas veces nos puede tender una trampa al pensar que debemos esperar a la persona ideal. Claro está que en nuestra mente pensamos que no estamos buscando a nadie ideal, pero nuestra forma de actuar frente al tema, muchas veces temerosos, nos hace ver que tratamos de buscar a alguien ideal. O a veces tratamos de que llegue la persona que nosotros queremos que llegue, con las cualidades que a nosotros nos satisfagan. En cualquiera de los dos casos, la forma de pensar es la incorrecta, porque ambas muestran nuestro egoísmo y egocentrismo. Al tratar este tema, nos han dicho tanto que debemos tener cuidado con quien estemos, que nos hemos pasado al otro extremo, es decir, al de los que no se arriegan a cruzar el río. A veces nos gusta alguien, creemos que la persona comparte muchos gustos en común, pero esperamos señales divinas o que Dios mismo se nos aparezca diciéndonos que "esa" es la persona idónea.

No hay recetas, pero sí contenidos. Hay personas que han orado pidiendo una revelación a Dios acerca de quién es la persona idónea para ellos. Y efectivamente, Dios les ha respondido de maneras sorprendentes; tanto que nos gustaría que Dios fuera así de evidente con nosotros. Sin embargo, no todas las realidades son iguales. El trato de Dios es con cada uno y Él no repite fórmulas, sino que es creativo para hacernos crecer y madurar como Él quiere. Por esta razón es que no nos angustiemos si Dios no envía señales del cielo cuando oramos en esta dirección. Cuando anhelamos que Dios nos envíe señales asombrosas, nos arriesgamos a la frustración, porque tal vez Él no responda de esa manera. Nos arriesgamos a que no suceda, porque tal vez quiera darnos otro trato.

Si no hay una señal asombrosa cuando oramos por alguien (como una señal de la naturaleza, un sueño, etc.), eso no significa que seamos menos espirituales. Conozco a muchos matrimonios que no han tenido ninguna confirmación de su relación, y sin embargo, siguen juntos, bendicen a otros y se complementan muy bien. Así como a otros que se han casado con señales y prodigios, pero que han terminado separados. Es ahí cuando uno se pregunta: ¿Cuál es la manera correcta de orar y actuar? Les soy honesto en decir que estuve años preguntándole al Señor por esto, porque muchas veces recibí como enseñanza que Dios tenía que dar una confirmación sobrenatural para comenzar una relación. Con el tiempo, Dios me fue mostrando que no se trata tanto de evidencias externas, como la evidencia que Él mismo puede dar en nuestros corazones y en el trato personal que tiene con cada cual. De manera concreta, si alguien nos gusta, es bueno conocer a la persona. La fórmula no es orar y pedir confirmaciones, sino más bien pedirle al Señor que a uno le muestre el corazón de esa persona, de manera de saber si lo ama a Él, su relación con sus padres, la relación con sus amigos, etc. Arriesgarse a conocer no es malo, y Dios no lo condena. Lo que sí es importante es dejar de ser cobardes y pecar de inseguros al no querer cometer errores. Este no es un camino donde no cometeremos errores... de hecho, cometemos muchos errores; lo importante es aprender y confiar en el Señor en cada paso que demos.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Dios es bueno y misericordioso, espero sólo en Él,sé que no me fallará ni menos me desamparará.
Bendiciones,
Nataly :)

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