31 de diciembre de 2012

Este año 2012 fue especial. En realidad han sido dos años hermosos (2011 y este). Mis palabras hoy son de agradecimiento y de alabanza hacia Dios. La verdad es que no tengo palabras para dar gracias por todos los regalos que Él me ha dado y creo que no hay mayor inspiración que esta :) Les deseo a todos un feliz y próspero 2013, lleno de buenas noticias y sorpresas.

El Señor está con nosotros; no temeremos :)

11 de diciembre de 2012

Aquí estoy de nuevo [...]


Aquí estoy de nuevo, llevando a cabo uno de mis placeres más grandes desde mi niñez: escribir. A través de estas líneas he podido vaciar mis más profundos pensamientos y emociones, y derramar mis anhelos... Desde los bajos terrenos del fracaso y el sufrimiento, hasta las alturas del logro alcanzado y las buenas noticias abrumadoras, la inspiración de estas letras ha sido el consuelo y la catarsis necesaria.
Aquí me tienen de nuevo, escribiendo a Aquel a quien pertenezco y pertenecen mis sueños y más profundos sentimientos. Aquí me tienen en medio de uno de los tiempos más felices de mi vida... Echando una mirada al pasado, no creo poder estar viviendo un tiempo de más gozo que este... y no porque los problemas hayan  acabado o el cansancio no tocara mi puerta, sino porque el Señor me ha cambiado, me ha tratado y moldeado, y me ha llevado a agradecer por todo aquello que me ha dado. Agradecimiento es una invitación que Dios nos hace a ver lo que sí somos o tenemos y no poner el foco en lo que no somos o no tenemos.

Cuando era niño crecí con muchos complejos personales y con muchos temores. No me sentía nunca bien conmigo mismo y me exigía mucho, a tal punto de criticarme todo el tiempo, aunque hiciera un buen trabajo. Mi relación padre-hijo también afectó mi forma de ser en aquella infancia que me hizo madurar anticipadamente a punta de castigos muchas veces excesivos, palabras hirientes o retos infundados... Mi mente de niño no comprendía y, en la mayoría de los casos, me hacía aislarme en mi habitación. Ese lugar presenció mis lágrimas y confesiones más grandes; y a la vez, mis mayores clamores hacia aquel Dios que conocía de manera incipiente. Crecí entre crisis matrimoniales y lágrimas de mi mamá... Eran cosas que no entendía, pero a medida que cumplía los 10, 11 y 12 se fueron aclarando. Desde que tuve conciencia, oré a Dios con desesperación para que restaurara a mi familia y, en medio de eso, me restaurara a mí.

Y aquí estoy de nuevo... escribiendo sobre líneas de una vida que no ha sido fácil, pero en donde la luz de Jesús ha brillado de manera más fuerte. Brilló en medio de la escasez, demostrando que era fiel en proveernos de todo, a pesar de que éramos ocho en una misma casa. Brilló en medio de la división familiar, revelándose a sí mismo como un Padre perfecto para mí. Brilló en medio de la violencia intrafamiliar, mostrándose a sí mismo como un refugio en la tormenta. Brilló en mi vida, cada vez que me habló y me dijo que no temiera y que Él estaba conmigo, que no me iba a desamparar, que llegarían días en donde saltaría de alegría. Brilló cuando me dijo que me amaba y me arrancó la depresión; brilló cuando me habló como Padre amoroso y no castigador; brilló cada vez que su respuesta a mis oraciones era: "no temas"...Brilló cada vez que oraba en mi habitación, cuando me encontraba con Él, en el dulce susurro de su voz, que me hablaba en medio del sufrimiento. Cuando recuerdo todo eso, las lágrimas afloran otra vez... como si nuevamente anhelara su presencia como la anhelaba en aquellos momentos, y como si deseara su palabra sobre cualquier otra cosa en el mundo, como un recién nacido desea la leche materna.

Mientras escribo se me acaban las palabras... El Señor me ama, me busca, me ha restaurado y me llama a soñar con valor y enfrentando aquellos temores al rechazo y al fracaso. Los problemas no han acabado... De hecho, reaparacen cada cierto tiempo como pequeñas crisis, réplicas del terremoto familiar vivido en antaño. Cada cierto tiempo suceden hechos que decepcionan de la propia familia y que parecieran que nuevamente me llevan a la introspección. Sin embargo, el poder de Dios ha sido más fuerte y sé que lo que estoy viviendo en este tiempo, fue lo que el Señor sembró en mi vida cuando había dolor, escasez y soledad.

"Señor, te deseo como un niño recién nacido... Gritando estoy de desesperación por esa leche no adulterada que proviene de ti. Te anhelo de manera tan profunda que las palabras no son capaces de describir lo que siento en este momento. Te anhelo porque nada en este mundo puede llenar mi corazón como lo haces tú. Podría enumerar los logros y sueños cumplidos, pero eso es nada en comparación con el simple hecho de tu palabra revelada, de tu amor manifestado y de una intimidad junto a ti.
Gracias Padre... Tú sí que sabes hablar palabras de afirmación y no de rechazo. Tú que amas más profundamente de lo que imaginamos y cuya voz es capaz de restaurarlo todo... Haz resplandecer tu rostro sobre quienes leen este blog... Haz que aquellos que han abandonado sus sueños, puedan volver a retomarlos. Haz que aquellos que viven decepcionados, puedan ver lo mucho que les has dado. Haz que aquellos que se han cansado de esperar, puedan descansar en ti, y esperar en el mejor de todos los lugares: tu presencia. Haz que aquellos que leen esto y se emocionan como yo, te busquen con pasión y que digan igual que el salmista: y fuera de ti nada deseo en la tierra. Amén" .


:)

25 de noviembre de 2012

Soñando el porvenir

Este año trajo a mi vida muchos proyectos nuevos en qué pensar y sentarse a planificar. No es fácil, pues esta vez ya los proyectos no son sólo personales, sino más bien son de a dos. Estos últimos 5 años de mi vida, Dios los ha utilizado para restaurarme y, finalmente, volverme a hacer soñar. Creo que ha sido el comienzo de una nueva historia que hasta el momento no tiene formas concretas de manifestarse, pero sí que me hace vibrar. Sé que el 2013 será un año en que el Señor abrirá nuevas puertas y caminos a mi vida... Recuerdo una de las promesas que me dio en los tiempos de angustia: "Te llevaré a lugares de honra cuando trabajes, en donde darás testimonio de mí". Efectivamente esa ha sido la realidad hasta el momento, y sé que hay más.
Este año ha sido muy agotador... lleno de momentos de estrés y acúmulo de cansancio, sin embargo, han sucedido cosas hermosas, y sé que seguirán sucediendo. Por eso sigo soñando... 
Por medio de estas breves palabras quiero transmitirles la nueva temática que rondará este blog y que tratará de algo que he venido pensando hace tiempo: las cosas que me apasionan.

Gracias a quienes me leen de manera silenciosa y también a quienes comentan!!

5 de noviembre de 2012

No desechemos las crisis

Ninguna crisis es fácil. Se generan tensiones que desafían nuestras debilidades y nos hacen ver la vida con desánimo a veces. Las crisis tienen esa peculiaridad de sacar lo peor y lo mejor de nosotros... Cuando llevamos la crisis a los pies de Jesús Él se encarga de limpiar "lo peor de nosotros" y de "mostrarnos lo mejor de nosotros". Las crisis no son siempre a causa de un pecado ni porque alguien haya tomado una decisión. Las crisis vienen de parte de Dios para tallar nuestro carácter y llevarnos de vuelta a depender de Él. Les invito en esta etapa del blog a que compartamos nuestras luchas y que, en medio de la crisis, busquemos al Señor y aprendamos a recibir la ayuda, consejo y compañía de otros.

Saludos!!


18 de octubre de 2012

Un tiempo difícil



Este no ha sido un tiempo fácil... En realidad ha sido de mucho desgaste físico y anímico. A momentos siento que no puedo más y que me vendrá un momento de mayor colapso. Nunca había sentido un estrés tan grande como el que siento en este momento. Mientras tanto, surgen problemas laborales y de familia... esos que uno espera que no surjan cuando uno está agotado. La falta de vacaciones me ha pasado mucho la cuenta y me siento desgastado físicamente... Sólo espero que pronto llegue enero o febrero, para poder tomarme un descanso mayor que el fin de semana que se pasa tan rápido.

Todo esto me ha hecho estar desganado en todas aquellas cosas en que antes mostraba interés... Creo que a pesar de todo, necesito despejarme y salir de la rutina que me tiene hastiado y lleno de preocupaciones. Se me pueden ocurrir muchos versículos que pueden relacionarse con lo que estoy viviendo, sin embargo, necesito encontrar al Dios de esos versículos en este momento... y disfrutar la vida a pesar de los tiempos difíciles.

"Señor te entrego todas aquellas preocupaciones que me hacen quitar la vista de ti... No ha sido fácil; el desgaste del año pasa la cuenta en tiempos como estos. A pesar de todo te agradezco por mi familia y el trabajo... reconozco que tú has provisto de todo eso y que es por tu gracia y misericordia. Hoy me acerco a ti, pidiendo que renueves mis fuerzas y tu Espíritu me infunda aliento..."

10 de octubre de 2012

Uno de mis grandes sueños

Ya son casi la 1 de la mañana mientras escribo estas líneas... Hasta aquí, me he dedicado a abarcar diversos temas en este blog: los sueños, la oración, las amistades, el sufrimiento, el amor, etc. Muchos de ellos han sido tópicos que han surgido de la propia experiencia y también de la experiencia de otros... En este momento quiero hacer una pausa y volver a lo que fue el principio de este blog, que en su primer momento lo llamé "Sueños y Restauración". Una de las maneras en que vemos la obra sanadora de Dios es el hecho de que Él va poniendo sueños en nuestros corazones. Muchos de esos sueños tienen relación con ayudar a otros a salir del hoyo en que uno mismo estuvo... Tal vez ayudar a otros a salir de adicciones en las que uno cayó en su momento... Los sueños que Dios pone generalmente van orientados a usarnos en un área donde hay necesidad.

Por mucho tiempo rehusé abrirme a lo que el Señor tenía para mi vida, pensando que no tenía las aptitudes para desempeñar funciones que a veces se me encomendaba. Sin embargo, en el transcurso de los años Dios me ha puesto una necesidad muy grande de ayudar a otros en su propia restauración personal y en el acompañamiento pastoral. Nunca como hoy me había puesto a escribir acerca de esto. De hecho, mientras escribo, siento que el discurso es un tanto egocéntrico jeje... A pesar de todo, creo que ese llamado que Dios me ha dado, debo potenciarlo y buscar abrirme paso de manera de creer a las promesas de Dios y a todo lo que Él ha dicho acerca de mí. Por eso hoy escribo convencido de que si Dios ha puesto esta necesidad en mi corazón, Él también me llevará donde sea su voluntad...

Mientras escribo, un corazón agradecido asoma como inspiración de estas letras... Se trata de un corazón que anhela de todo corazón que esta generación conozca a Dios de manera real y personal. Por eso le animo a decirle a Dios que le use donde quiera que usted se encuentre sin menospreciarse a sí mismo, con una actitud de humildad y aprendizaje, pero por sobre todo una fe que vibra cada día.

19 de septiembre de 2012

El amor que todo lo suple

Muchas veces queremos suplir con una relación de pareja, aquellos vacíos en nuestro interior. Llenamos de muchas maneras esas carencias de afecto que tenemos... a veces con fiestas; otras, intentando conseguir la atención del resto. Lo cierto es que todo aquello nos llevará a un nuevo vacío al final del camino, si es que no nos damos cuenta de lo que tenemos en nuestro interior: una lucha interna por ser amados y valorados tal cual somos.

Esta lucha, especialmente para aquellos que han experimentado abusos de cualquier tipo en el pasado, será una lucha interna que combatirá en nuestro corazón. El sentirnos amados es una necesidad inherente al ser humano y que encuentra su especial sentido al encontrarnos con Jesús... Es una invitación que Él nos extiende y en la que nos llama a encontrar el verdadero sentido de lo que hemos vivido, junto con abrazar su corazón y una manera diferente de concebir la vida... En este sentido, si estás luchando con vacíos en tu corazón, puedes acercarte a Él, sea primera vez que lo haces, o ya seas alguien que lo ha hecho muchas veces. En Él encontramos ese amor que todo lo suple y que todo lo llena... Gracias Dios por tu amor!!


10 de septiembre de 2012

Llévanos de vuelta a ti...

El silencio de esta noche es mi preciado escenario para escribir... Es el cuadro perfecto para inspirarme en agradecimiento al Señor. Quiero ocupar estas líneas para hacerlo, y de esa manera detenerme en medio del frenesí de la vida actual. Detenerme en contemplar la fidelidad de Dios como un padre que se mantiene siempre dispuesto a decir "sí" a acercarse a nosotros y a abrazarnos y acogernos.
Todos necesitamos un padre que diga palabras de afirmación y las declare sobre nosotros. Palabras tan simples como "bien hecho, hijo", "te felicito", etc. Dios está lleno de estas palabras. No por nada espera que nos acerquemos a Él de la manera más natural. Porque a Él no le interesan los protocolos bien cumplidos, o las oraciones perfectas... Como un padre a su hijo recién nacido, a Él le gustan nuestros balbuceos y nuestra intención de captar su atención... Le interesa el corazón de nuestra oración, es decir, el anhelo que tengamos de Su presencia y la necesidad de verle, sentir su compañía y aprender de él. Les invito a buscar al Señor a través de esta oración:

"Padre... te agradezco el estar aquí otra vez. La oración hace palpable tu presencia y nos conecta con tu corazón. Hay tantas cosas que no entiendo y no sé cómo actuar. Muchas veces el quehacer diario nos abruma y nos hace perder nuestro verdadero valor. Guíanos hacia la gracia de nuevo. Es esa gracia que nos levanta cuando las fuerzas escasean; la gracia que no nos exige el ser perfectos ni cumplir. Llévanos de vuelta a ti, sorpréndenos en el camino y muéstranos tu gloria. Te anhelamos, te deseamos, más allá de cualquier cosa. Derrama sobre nosotros aquellas palabras de afirmación que nos sanan, nos animan y nos fortalecen en medio del cansancio. Te amamos mucho Señor..."

15 de agosto de 2012

Sin recetas, pero con contenidos


Tal como lo dije en la publicación anterior, existen dos tipos de situaciones en las que nos podemos enfocar cuando tratamos el tema de las relaciones sentimentales: la de aquellos que esperan por primera vez, y la de aquellos que ya han tenido relaciones sentimentales anteriores.
Cuando se espera por primera vez, la mentalidad es quizás más ingenua y tendiente a idealizar las cosas, en comparación con personas que están esperando por segunda, tercera o ene veces. La inseguridad muchas veces nos puede tender una trampa al pensar que debemos esperar a la persona ideal. Claro está que en nuestra mente pensamos que no estamos buscando a nadie ideal, pero nuestra forma de actuar frente al tema, muchas veces temerosos, nos hace ver que tratamos de buscar a alguien ideal. O a veces tratamos de que llegue la persona que nosotros queremos que llegue, con las cualidades que a nosotros nos satisfagan. En cualquiera de los dos casos, la forma de pensar es la incorrecta, porque ambas muestran nuestro egoísmo y egocentrismo. Al tratar este tema, nos han dicho tanto que debemos tener cuidado con quien estemos, que nos hemos pasado al otro extremo, es decir, al de los que no se arriegan a cruzar el río. A veces nos gusta alguien, creemos que la persona comparte muchos gustos en común, pero esperamos señales divinas o que Dios mismo se nos aparezca diciéndonos que "esa" es la persona idónea.

No hay recetas, pero sí contenidos. Hay personas que han orado pidiendo una revelación a Dios acerca de quién es la persona idónea para ellos. Y efectivamente, Dios les ha respondido de maneras sorprendentes; tanto que nos gustaría que Dios fuera así de evidente con nosotros. Sin embargo, no todas las realidades son iguales. El trato de Dios es con cada uno y Él no repite fórmulas, sino que es creativo para hacernos crecer y madurar como Él quiere. Por esta razón es que no nos angustiemos si Dios no envía señales del cielo cuando oramos en esta dirección. Cuando anhelamos que Dios nos envíe señales asombrosas, nos arriesgamos a la frustración, porque tal vez Él no responda de esa manera. Nos arriesgamos a que no suceda, porque tal vez quiera darnos otro trato.

Si no hay una señal asombrosa cuando oramos por alguien (como una señal de la naturaleza, un sueño, etc.), eso no significa que seamos menos espirituales. Conozco a muchos matrimonios que no han tenido ninguna confirmación de su relación, y sin embargo, siguen juntos, bendicen a otros y se complementan muy bien. Así como a otros que se han casado con señales y prodigios, pero que han terminado separados. Es ahí cuando uno se pregunta: ¿Cuál es la manera correcta de orar y actuar? Les soy honesto en decir que estuve años preguntándole al Señor por esto, porque muchas veces recibí como enseñanza que Dios tenía que dar una confirmación sobrenatural para comenzar una relación. Con el tiempo, Dios me fue mostrando que no se trata tanto de evidencias externas, como la evidencia que Él mismo puede dar en nuestros corazones y en el trato personal que tiene con cada cual. De manera concreta, si alguien nos gusta, es bueno conocer a la persona. La fórmula no es orar y pedir confirmaciones, sino más bien pedirle al Señor que a uno le muestre el corazón de esa persona, de manera de saber si lo ama a Él, su relación con sus padres, la relación con sus amigos, etc. Arriesgarse a conocer no es malo, y Dios no lo condena. Lo que sí es importante es dejar de ser cobardes y pecar de inseguros al no querer cometer errores. Este no es un camino donde no cometeremos errores... de hecho, cometemos muchos errores; lo importante es aprender y confiar en el Señor en cada paso que demos.


5 de agosto de 2012

En compás de espera

¿Por qué no llega? ¿Habrá algo en mí por lo cual la persona indicada no ha llegado a mi vida? Tal vez esas son algunas de las preguntas que alguno de los lectores de este blog se hace al hacerse un autoanálisis. Este no es un tema fácil, especialmente para aquellos que están inmersos en sistemas eclesiásticos en los cuales sienten que los oprimen o les generan sentimientos de culpa o sentimientos de miedo al fracaso en este tema.
Cuando esperamos a la persona indicada, podemos tener dos situaciones: la de aquellos que están esperando por primera vez, o aquellos que están esperando desde el punto de vista de que han terminado alguna relación (sea el término de relación traumático o no). Aquellos que están esperando por primera vez, experimentan el miedo a lo desconocido, a no equivocarse, a hacerlo lo mejor posible, a tratar de orar mucho para encontrarlo(a) y a estresarse cuando no llega. Aquellos que ya han tenido experiencias previas en este tema, en cambio, se encuentran con sentimientos de culpa, a veces frustración, orando para que en la siguiente relación no se equivoquen y mejoren aquellas cosas que generaron el quiebre anterior. Cuando el quiebre ha sido traumático, algunos se encuentran en procesos de sanidad interior y de volver a retomar el camino. Algunos experimentan ese sentimiento de "mejor estar solo que mal acompañado".

Lo cierto es que hay muchas maneras en que podemos enfrentarnos a este tema. Primero que todo, puedo decirles que ante Dios no debemos tener caretas por ningún motivo. Derramar nuestro corazón al Señor es lo mejor que podemos hacer siempre, es decir, confesarle nuestros miedos, llorar nuestros fracasos previos, nuestras heridas, etc. Ser transparentes es la clave para seguir adelante. En segundo lugar, y no por ello menos importante, es estar agradecidos sea cual sea nuestra situación sentimental. Si estamos solos, agradezcamos por estarlo... muchos están acompañados, pero dentro de sí se sienten solos, y que la persona que tienen al lado, los acompaña en el carrete, pero no los llena. Estar solos es una bendición, aunque no hayamos sido creados para estar solos. Si estamos con alguien en una relación, agradezcamos por ellos y busquemos hacerlo lo mejor posible, estando conscientes que es Dios quien nos ha provisto la mejor persona para nuestras vidas.

Esperar en el Señor no es algo que está flotando en el aire; es más concreto de lo que pensamos, y se refiere a tener una actitud de espera. Imagínense el siguiente cuadro: dos personas están esperando el transantiago a las 7 de la mañana y el paradero está lleno porque la micro no ha pasado en mucho tiempo... Una de las personas está atrasada, mira su reloj, se para del asiento del paradero, luego se vuelve a sentar... se empieza a quejar porque no llega la micro, dice en su mente que apenas pueda pondrá un reclamo ante la empresa de transportes, etc. En cambio, la otra persona está sentada esperando la micro. También está atrasada, pero decide no desesperarse porque la micro pase o no. Lo que haga o deje de hacer, no generará que la micro pase más rápido o no. Les hago la siguiente pregunta: ¿Cuál de las dos personas está esperando el transantiago? La respuesta es clara: Las dos. Sin embargo, el "esperar en el Señor" implica la actitud de la segunda persona: es la actitud del que sabe que haga lo que haga, no acelerará la llegada de lo que uno quiere. Esperar involucra que esto no se trata de que lo haga en mis fuerzas o que prestemos una ayuda al Señor, sugiriéndole personas que podrían ser para uno... De hecho, mientras más rendimos esta área, más se acelera la llegada de la "micro". Si agradecemos, nos quejamos menos, ofendemos menos, murmuramos menos, amamos más, valoramos más a los demás y a nosotros mismos y la voluntad de Dios se empieza a forjar en nuestros corazones.

Les invito a quedarse a la siguiente publicación =)



30 de julio de 2012

Saber esperar


La palabra "esperar" nos evoca un verbo pasivo. Esperar pareciera ser aquella antítesis de hacerlo todo, de desesperar por tener algo... Sin embargo, Dios nos llama muchas veces a esperar en Él y a confiar completamente en Su voluntad. El esperar en Él no significa quedarse encerrado en la pieza con los ojos cerrados ni menos estar inactivo. De hecho, parte de esta nueva fase de este blog tomará sentido cuando tratemos este tema y lo llevemos a su definición pura, de manera de estrujar el concepto y de que al final todos deseemos con todo nuestros corazón esperar en Él en todas las áreas de nuestro corazón. En particular, nuestra área sentimental tendrá un duro remezón al darnos cuenta que Dios quiere que esperemos y descansemos en el poder de su fuerza y de su voluntad.

Les invito a quedarse en estas líneas, y viajar conmigo en esta hermosa aventura de saber esperar en Dios a la persona indicada; saber esperar en Dios el inicio de un proyecto; saber esperar en Dios cuando estamos desesperados por encontrar soluciones al dolor que nos rodea. Al terminar esta fase, deseo de todo corazón que juntos alabemos a Dios porque nunca nos deja solos y es capaz de cubrir la vergüenza y la soledad.

2 de julio de 2012

Una pausa en el camino

Antes yo era de los que criticaba a aquellos que se quejaba demasiado por tener que ir a trabajar. Para mis adentros pensaba: "Deberían estar contentos por tener trabajo"... Mi patrón de comparación era la universidad. Y desde ese punto de vista, las ventajas de trabajar eran muchas: no tener que estudiar sábados, domingos y festivos; terminar la jornada laboral y olvidarse del trabajo, a diferencia de la universidad donde había que quedarse estudiando hasta altas horas de madrugada a veces. A veces veía a amigos que se quejaban todo el tiempo por tener que levantarse a trabajar e incluso los criticaba porque desaparecían de la "vida social" a causa del trabajo.

Lo cierto es que hoy me encuentro desde la otra cara de la moneda, es decir, desde la arista del que trabaja de 8 a 5 todos los días. De la arista que después de la jornada laboral se puede olvidar del trabajo y volver a la casa sin tener que hacer nada. Es la arista del que descansa los sábados, domingos y festivos. Sin embargo, aquí me encuentro... cansado, más irritable, con menos paciencia y algo vacío. Después de casi dos años de campo laboral, puedo confesar que a veces no tengo ganas de levantarme a trabajar, que me quejo mucho por cosas que antes no me hubiera quejado y que me he decepcionado muchas veces de jefes, de compañeros de trabajo; del pelambre que practican, de la envidia que evidencian, pero por sobre todo del egoísmo que muestra la filosofía de nuestra sociedad actual: "yo velo por lo mío, aunque pase a llevar a los demás".

Este fin de semana largo quiero hacer una pausa... mostrar sin caretas al Señor que estoy cansado, a veces sin fuerzas... A veces con dolores de espalda, con ganas de quedarme durmiendo tres horas más. A veces despertando puntualmente según la alarma del reloj, pero quedándome a propósito en la cama, pensando en que no quiero tener que enfrentar esa rutina que cansa y que agobia a momentos...


"Quiero hacer una pausa para agradecer por el trabajo. Siempre recuerdo las palabras que una vez mi papá me dijo: el campo laboral es difícil. Sin embargo, hoy vengo a rendirme a ti, Señor. Para rogarte. Para enfrentarte. Para confesar que muchas veces he querido llorar del colapso del trabajo, a pesar de hacerme el tiempo para distraerme. Para volverme a ti. Para rogarte que hoy me hables y cambies mi corazón, haciéndolo un corazón más dócil, más fácil de moldear, más obediente, más noble y más parecido al tuyo. Enséñame a ver lo que tú vez... pues eres capaz de ver a través del egoísmo, la envidia, los "pelambres" y la indiferencia. De hecho, si veo a través de tus ojos, puedo ver muchas personas que están vacías y que, al igual que yo, están cansadas de trabajar, de soportar y de tener que aguantar a otros. A través de tus ojos, quiero que me uses para llevar tus noticias de esperanza y de salvación..."

23 de mayo de 2012

Cruzar la línea de la cobardía

Siempre me ha llamado la atención que los primeros discípulos muchas veces era apedreados, perseguidos, insultados o se burlaban de ellos, y eso les hacía hablar con más denuedo la palabra de Dios. Muchas veces el ser perseguidos, se convertía en un estímulo para hablar más acerca de Cristo. Esta imagen puede parecer la de un mensaje impopular y, a veces, difícil de aguantar, lo cual convertiría al evangelio en una muy mala opción. Y nosotros, como discípulos de Cristo, también estamos llamados a seguir sus pisadas y de parecer extranjeros en medio de compañeros de universidad o de trabajo; o parecer locos y que recibamos indiferencia o el clásico "respeto tu religión, pero yo creo en Dios a mi manera". En realidad lo único que le pido al Señor es que me dé fuerzas para ser valiente y hablar de Él siempre, cruzando la línea de la timidez y cobardía.

23 de abril de 2012

La necesidad de un padre

Muchas veces dentro de nosotros existe esa necesidad de afirmación. Es la necesidad que alguien te diga "bien hecho", "lo lograste", "te felicito", "gracias por tu ayuda" o de sentirse valorado de una u otra manera. Esa necesidad de afirmación viene desde la niñez, cuando nuestros padres nos inculcan esa visión del mundo y dictan de una u otra manera el carácter y la actitud frente a la vida que uno tendrá.
Para las mujeres surge esa necesidad de elogio, de ser tratadas como princesas, es decir, de una manera delicada, como debiera ser. Si esto no está, se generan profundos problemas de autoestima y destrucción de la autoimagen... Lo externo cobra mucho sentido para ellas, es decir, la apariencia del cuerpo y también lo que los demás opinen de ellas.
Para un hombre, en cambio, existe esa necesidad de encontrar en un papá la figura de la correcta autoridad. No es esa autoridad que se usa para castigar severamente ni para condenar o humillar; es esa autoridad usada para corregir con paciencia y con amor. La necesidad de afirmación surge de un padre que inculca en su hijo la fe de que él puede alcanzar lo que se proponga y lo que sueñe. Surge de alguien que uno lo apoye pero también que le pregunte "¿cómo has estado hijo?" con un interés genuino e incondicional.

Cuando carecemos de esa figura paterna, nos cuesta más ver al Padre que hay en Dios. Nos cuesta imaginar a un padre bondadoso, lleno de palabras de afirmación para nosotros y con muchos deseos de vernos triunfar en Él. Algo no cuadra en la figura de nuestro padre terrenal y nuestro padre celestial. Incluso siendo cristianos, a veces actuamos como si la figura de Dios no fuera la del Padre amoroso y misericordioso, sino más bien, como si fuera un ser castigador que nos llama a obedecer por obligación, pero sin conocerle.
Escribo de este tema porque toca a mi puerta cada vez que hay un problema familiar. Escribo desde el anhelo de expandir la figura de Dios como la de un Padre que nos busca incansablemente hasta encontrarse con nosotros y conquistar nuestro corazón. He escuchado a lo largo de estos 25 años a tantas personas hablar de Dios, refiriéndose a él de muchas y variadas maneras. Lo cierto es que ese Padre lo encontré en el secreto de mi pieza y fue en ese lugar donde Él mismo me mostró que quería restaurar mi vida, mi autoestima, mis relaciones personales; que quería sacarme de esa soledad y depresión en la que me estaba hundiendo; que quería cambiar mi carácter tan dubitativo y cuestionador y volverlo más dócil, más "flexible" en sus manos; y que quería que todas esas lágrimas de dolor desde ahora fueran de alegría y restauración.
Por eso siempre detrás de los escritos de este blog, la palabra restauración ha estado de manera permanente. Es la palabra que nutre estas líneas y las intenta impregnar del aroma de la gracia y la afirmación de Dios... Porque detrás de ese Dios que parece lejano y que sólo existe en el cielo, he podido experimentar a un Padre tan cercano que sus palabras y su presencia ha restaurado mi vida, mis relaciones, mis sueños, mis expectativas de la vida. Por eso cuando hay problemas que me recuerdan el pasado, lo confronto con esa revelación de un padre celestial lleno de autoridad, amor, palabras de afirmación y de verdad.


9 de abril de 2012

Te quiero Juanita...

Como si el cielo se hubiera cubierto de gris. Como de tonos apagados y músicas entrelazadas de dolor mezclado con lágrimas de recuerdos y pequeñas reminiscencias junto a ella. La recuerdo entre los trozos de niñez que emergen de mi mente, buscándola como aquella abuelita callada pero amorosa con nosotros. Con su voz trémula, su tez blanca y sus pliegues asomados de sus ojos; con su carácter sereno, de apacible trato y de suave hablar... con esa imagen que me seguía hablando de una mujer fuerte, preocupada de los suyos y sufrida a lo largo de los años.

La voy a extrañar... No le veía seguido, pero su presencia siempre estaba en el ambiente, reflejo de un cariño y de una unidad familiar que ella, con su paciencia, pudo generar. Y hoy la despedimos, entre tonos de tristeza mezclados de paz; alegría porque partió rápido, sin sufrir mucho. Extrañaré su caminar sereno y cómo mezclaba la harina tostada con agua y azúcar. Pero por sobre todo extrañaré las veces en que me tocó la cara y me preguntó cómo estaba.

"Señor... la muerte llega cuando menos la esperamos. Nos muestra la fragilidad de la vida y de cómo un día existimos y al otro no... Y te agradezco por mi abuelita Juana, por su amor, por su gran legado hacia nosotros, por su paciencia y por su entrega. Gracias por mostrarnos tu amor a través de personas como ella y por la paz que hay en nuestros corazones, de que ella está contigo descansando alegre. Creo que extrañaré saber de ella, escuchar en el teléfono su voz y abrazarla... Gracias por ella Señor..."

19 de marzo de 2012

Aquitar las aguas

Cuando nos sentimos ofendidos o pasamos por problemas con personas, donde todo sale de nuestro control, tendemos a perder la paciencia y muchas veces a reaccionar con prepotencia, o sentir desesperación dentro de nuestro corazón. Todas estas reacciones son parte de lo que aflora en primera instancia, ya que intentamos buscar soluciones rápidas o crear estrategias para mitigar el dolor o para que todo salga bien.

Especialmente cuando nos sentimos tentados a desesperarnos, es bueno recordar que Dios es un Dios de paz, y no de descontrol. Él mismo nos reiteradas veces en la Biblia, a descansar en Él, a estar quietos, a mantener un espíritu quieto. Es la lucha diaria que todos debemos llevar cuando queremos tener un corazón apacible y de mansedumbre, es decir, un corazón que mantiene en control las emociones y sabe cómo canalizarlas. Esto no quiere decir en ninguna manera que uno no deba hablar las cosas que piensa o siente. Tener mansedumbre en ninguna manera significa no denunciar las injusticias o guardarse todo lo que uno piensa; por el contrario, se trata de decirlo pero sin perder los estribos. De esa manera nos evitamos muchos percances y malos ratos...

Les invito a reflexionar en este tema, y calmar un poco la ansiedad y la desesperación, y buscar el descanso que sólo proviene de Dios. Ya después de esta publicación, este blog dará un nuevo giro y explorará nuevos temas. Además les invito a acompañarme en esta oración:

"Señor, en esta hora quisiera aquietar mi corazón y descansar en ti. Tal vez quien esté leyendo esto, no lo está pasando bien o está ansioso o preocupado por una situación sin control... Te ruego que traigas un sentir de paz y de que tú sigues siendo el Dios que tiene todo bajo control y de cuya voluntad no se escapa nada. Nos hacemos débiles para ser fuertes en ti y para fortalecernos en tu mano de favor... Te amamos mucho, y te pedimos que formes en nosotros la mansedumbre y la templanza, de manera de tener el carácter del Espíritu Santo en nuestras vidas. Amén"

15 de marzo de 2012

El reino de los cielos


Siempre me ha llamado la atención el concepto que Jesús ocupa para describir a Dios y su gobierno. Siempre habla del "reino de los cielos" y lo compara a muchas cosas naturales, tales como un grano de mostaza, una moneda perdida, una perla de gran precio, a una red, etc. Como diría John Stott, el reino de Dios se refiere a que Él mismo establece su soberanía sobre nuestras vidas.

Los gobiernos monárquicos se caracterizan porque las decisiones del pueblo pasan por una sola persona: el rey. Este título se va heredando de generación en generación (vitalicio) y generalmente eran los encargados de llevar las riendas políticas y armamentistas de su reino. A su cargo tenía sirvientes de diversa índole y todos le debían respeto. En palabras más sencillas, su poder era absoluto. Claramente hoy los reyes no asumen ese tipo de funciones; más bien, se encargan de las relaciones exteriores y desempeñan cargos de Jefes de Estado. Sin embargo, el reino de los cielos se parece más al concepto antiguo de los reyes, quienes ejercían su autoridad soberana sobre su pueblo.

Que Dios sea el rey no significa que ejerza un poder amenazante sobre nuestras vidas o entre a nuestras vidas a la fuerza. Más bien, él nos invita a formar parte de este reino. Este reino se refiere más bien a un estilo de vida diferente al de la gente común y corriente... Y tal vez su mayor ley es amar con todo nuestro corazón a Dios, es decir, con toda nuestra mente, todas nuestras fuerzas, todas nuestras intenciones y todo nuestro corazón; y amar al prójimo como a uno mismo... Esta ley implica rendir nuestro orgullo, nuestra manera de hacer las cosas y nuestra soberbia. Es asumir que Él nos ha llamado a ser santos en toda nuestra manera de vivir y que nos entrega la misión de llevar los valores del reino (amor, gozo, paz) a un mundo en convulsión y a sociedades corruptas y faltas de valores. Es asumir que nos ha llamado a hacer justicia y denunciar la injusticia; a buscar el bien social y político y a predicar a Jesús a toda persona. En este reino el rey no quiere de nosotros una parte de nuestras vidas o de nuestro tiempo, sino que lo espera todo.

Jesús en una oportunidad dijo que el reino de los cielos era como un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre encontró y luego fue y vendió todo lo que tenía y compró aquel campo. Así es el encuentro personal con ese rey: se nos revela a nuestras vidas y nos mueve a buscar todo para estar solamente con él, en adoración y búsqueda constante de su presencia. Aún los bienes y logros que alcanzamos no se comparan a una relación con Él, llena de sorpresas, restauración, sanidad interior, desafíos a nuestro orgullo y nuestra manera autosoberana de vivir, y de salvación.

8 de marzo de 2012

Ayúdame a escucharte

"Señor... muchas veces nos presentamos delante de ti como si fueras una actividad en la agenda y no como alguien central en nuestras vidas. Hay veces en que el frenesí de la vida y el estrés de cumplir metas laborales o estudiantiles, nos lleva a perder el foco. Pese a eso tú no nos condenas; al contrario, estás a la puerta llamándonos una y otra vez. Contemplarte significa acallar todas las voces externas y las distracciones para observarte. Ese es tal vez el desafío más grande en la relación contigo: el hacer pausas, el guardar silencio delante de ti y el aprender a escuchar tu voz en medio de todo. Al final de cuentas, al observarte y contemplar tu hermosura, tú nos revelas que no hay nada más importante en la vida que tú... no son las riquezas... no es la fama... no es alcanzar un logro... Todo eso es nada si tú no estás como eje central.

Padre gracias por atraerme otra vez a ti. Cada cierto tiempo me doy cuenta que sigo el ritmo de la vida de manera automática... Muchas veces me doy cuenta que en medio de tanto estrés olvido a la gente que tiene necesidad... Hay gente que muchas veces he visto mal y no me he acercado y la indiferencia se hace más palpable que nunca... Perdóname por eso... Ayúdame a escuchar tu voz en medio de todo, de manera que al escucharla pueda ver dónde tú estás obrando... seguramente quieres sanar a un enfermo, consolar a alguien con tristeza o hablarle a alguien de ti y que te conozca. Tal vez es sólo dar pan al que lo necesita o abrazar a un desconocido. Para todo eso, entiendo que mi mayor necesidad eres tú..."

29 de febrero de 2012

Refrena tu lengua


Para alegar somos todos buenos. Para enojarnos por no recibir lo que queremos o porque no sucede lo que planeamos, también nos resulta fácil. Nos surge de manera natural hablar mal del otro, interponer primero una queja antes que escuchar, ponernos primero en nuestro lugar en vez de otros, etc. La lista podría ser larga.
La Biblia, en Proverbios, habla muchas veces que es de sabios refrenar la lengua. Alguno podrá pensar que eso significa que Dios ordena no denunciar las injusticias o no encarar a la gente, sin embargo, se refiere a un aspecto de nuestra lengua que muchas veces descuidamos: LA FORMA EN QUE HABLAMOS.

Lo que hablamos es la expresión de lo que hay alojado en nuestro corazón."De la abundancia del corazón habla la boca". También lo muestra la Biblia en Proverbios. Para todos es mucho más trabajo quedarnos callados que alegar por todo lo que se cruza en nuestras vidas. A veces nos quejamos de llenos, o nos quejamos egoístamente porque las cosas no resultan a nuestra manera. Muchos de los conflictos se solucionarían si al tratar de solucionarnos, no ofendiéramos al otro o bajáramos el tono al conversar. Lo cierto es que resulta más fácil ofender, tratar mal, alegar, denunciar; que intentar salvar una relación, favorecer al otro aunque ese otro no lo aprecie. En nuestro corazón muchas veces alojamos argumentos como estos:

"¿Para qué me voy a esforzar por alguien que no lo toma en cuenta?
¿Para qué pesar en el otro, si ese otro no piensa en uno?
¿Para qué dejarse pasar a llevar?
Nunca más voy a parecer un tonto y dejarme pasar a levar"

Muchas veces gastamos nuestros tiempo y energías en tratar de quedar como los "buenos" a costa de que otros, se lo merezcan o no, salgan desfavorecidos. Otros lo que hacen es gastar su tiempo y energías en hablar mal de otros, para ganar ellos mismos protagonismo y ascender en el trabajo o en reconocimiento. Alguno pensará que ese tipo de personas que embarra al resto, tiene mejor auto, mejor casa, gana mejor sueldo, pero se equivocan: tales personas son pobres de espíritu, tienen pocos amigos y desconfían de todo el mundo.

Nos resulta fácil alegar por nuestros derechos, pero muy difícil callar, rendirse y someterse. Nos resultan tan ajenas y extrañas esas palabras, pues nos parecen de un tiempo antiguo, como si callar ahora fuera de tontos y el rendirse de cobardes. Sin embargo, muchos proverbios insisten en que "incluso cuando el necio calla es contado como sabio", o que "la blanda respuesta quita el enojo". Muchas veces vivimos un evangelio que se olvida de las palabras de Jesús cuando dijo: "Bendigan a quienes les maldigan" o "amen a sus enemigos". Y así es, porque amar a quien nos hace el mal, nos resulta tonto e inentendible. Sin embargo, quien deciden ser "tontos" y amar a todos (buenos y malos), han entendido por fin que es Dios quien los defiende y que, a su tiempo, traerá siempre lo mejor. Hay quienes tienen muchos bienes y riquezas, pero son pobres de adentro porque su trato no es afable y su carácter poco confiable.

Quienes saben guardar secretos y saben tratar bien a los demás, son quienes más tienen amigos; y también son quienes más reciben apoyo cuando se encuentran en tiempos de dolor o se encuentran en el mayor de los logros alcanzados. Más vale ser pobre con amigos, que ser rico y estar en soledad. Es por eso que varias veces he escrito en este blog acerca de cómo hablamos y lo que pensamos... Y especialmente en que mostremos a Jesús en esto. Porque es mucho más fácil criticar sin escuchar, que hacer lo que Jesús decía. Por eso no todos han madurado el evangelio, porque se creen con la desfachatez de pasar a llevar a todo el mundo y de pasada seguir enseñando a Jesús. ¿Acaso no hemos entendido que la manera en que nos relacionamos con los demás, es el reflejo de nuestra relación con Dios? Si hablamos mal de otros, si nos empeñamos en dejar mal a otros delante de los demás, si buscamos siempre imponer nuestra verdad sin dejar a los demás aportar, si somos llevados en nuestras ideas, si nos creemos con el derecho de ponernos sobre los demás y enjuiciar su vida como mero expectador, entonces Cristo no ha sido formado en nosotros. Porque cuando él está, aún a quienes hablan mal de nosotros podemos amar; a quienes nos ofenden, bendecir; a quienes nos critican, responder de manera amable... Todo esto es espiritual, así como orar, ayunar y estar en una vigilia.

20 de febrero de 2012

¿Te has detenido?


En medio del frenesí del día a día. Junto al informe que hay que entregar en media hora. Acompañando el atraso de las 7:45, cuando dispones de esos 15 valiosos minutos para llegar a la hora a tu lugar de estudio o trabajo. Buscando siempre el mañana: que llegue el fin de semana, los feriados y las vacaciones...

A veces cada una de estas situaciones me hace pensar en lo rápido que se nos pasa la vida. De nosotros mismos salen expresiones tales como: "Qué ha pasado rápido esta semana", o "No nos hemos dado cuenta y ya estamos en fin de año". Muchas veces se nos va la vida en buscar el mañana. Somos felices cuando llega el día de descanso. Descansamos cuando realmente podemos dormir más de 6 horas. Creemos que hemos alcanzado el éxito cuando en nuestra oficina aparece el cargo de jefe, gerente o director de algo. Sin embargo, poco caso hacemos a lo más importante en la vida: aquello que no notamos, que pasa desapercibido, que transcurre lento.

Cuando pienso en nuestra relación con Dios, se me viene a la mente una palabra: quietud. Sin quietud es imposible concentrarse y escuchar su voz. Y sin ella no podremos calmar nuestras ansias y confiar completamente en el Señor. ¿Por qué nos cuesta tanto contemplar la vida tal y cual deberíamos hacerla? ¿Por qué no salirse del egocentrismo y observar a los que piden desesperados la salvación? ¿Por qué no calmar nuestras ansias de éxito por medio del servicio a aquellos que no pueden devolver ni un peso si hacemos algo por ellos? ¿Por qué no valorar lo más importante en la vida: nuestras relaciones? ¿Por qué no dejar un rato de nuestro tiempo para observar a Dios y lo hermoso que es? ¿Le has visto? ¿Le has visto en la sonrisa de los niños y en el agradecimiento de quienes no tienen?

"Estad quietos y conoced que yo soy Dios... [...]"

8 de febrero de 2012

Mis hermanos pequeños :)

Ellos ya no son tan pequeños... De izquierda a derecha, Daniel tiene 16, Carla 10 y Ely 12. Valoro mucho que sean mis hermanos y, aunque somos diferentes, me alegro de saber que podemos compartir juntos como en la foto, donde fuimos a comer juntos comida china... Tal vez los 4 compartimos algo y eso es la timidez con la que nos mostramos en un principio... Sin embargo, a medida que tomamos confianza en los demás, nos vamos desenvolviendo mejor.

A la vez los 4 somos distintos. Daniel es valiente e inteligente; Carla es esforzada y perseverante; Elizabeth es responsable y alegre. Veo muchas de sus cualidades como ejemplo para mi propia vida y le agradezco a Dios que existan. Siempre hemos sido una familia numerosa y eso nos enseñó el valor de la generosidad, del pensar en el otro, de servir a los demás y de ser respetuosos. La estrechez de espacio que a veces pasamos no es nada en comparación al poder vivir juntos y el haber vivido etapas importantes de nuestras vidas en esa micro-comunidad de la familia. A ellos siempre les aconsejo que sean fuertes, que se esfuercen y que con la ayuda de Dios alcancen sus sueños, desarrollen sus talentos y se abran paso a pesar de las limitaciones que vean en ellos mismos. La timidez es la característica que Dios ha usado para forjar su carácter en nosotros porque sabemos que si algo hemos alcanzado, ha sido por Él, ya que de nuestra propia forma de ser no surge naturalmente la iniciativa y la valentía. Él ha sido fiel para con nosotros =)

"Hermano Daniel, sigue adelante a pesar de todo. Los dones que el Señor te ha dado, explótalos al máximo sin importar el qué dirán. Dios recompensa a quienes le obedecen, aunque hayan críticas y sufrimiento. En ese corazón profético que Dios ha puesto en ti, estoy seguro que hay más por entregar a los demás.

Elizabeth... yo sé que tú puedes. Llegarán momentos en donde podrás enfrentar esos temores de la niñez y Dios se encontrará directamente contigo, como aquel capaz de sanarlo todo. No descuides la sensibilidad que te caracteriza.. esa es tu fortaleza interna. Tu alegría no la cambies por nada del mundo, porque de ella se sirve el Espíritu Santo para atraer a quienes ha escogido para sí.

Carlita... corazón de enseñanza... alcanzarás más de los que piensas y llevarás en tu corazón el peso del llamado de Dios, el cual te dice que nunca te dejará, que te tiene en sus manos y que cada día se acuerda de ti y de las promesas que desde siempre han sido sobre tu vida. Alcanzarás más de lo que piensas... y recuerda estas palabras y busca a Dios con todo tu corazón, y con la pureza que te caracteriza. En tu sinceridad Él se deleita."


7 de febrero de 2012

La relación más importante

En el transcurso de nuestras vidas conocemos a muchas personas que nos influyen de diferentes maneras. Hay quienes han llegado a ser personas muy importantes en nuestras vidas, como son los amigos y la familia... Muchos de ellos nos han acompañado en la mayor parte de nuestras vids, y valoramos en ellos la constancia y la preocupación que han puesto en mantener la amistad o el vínculo. De algunas relaciones tal vez hemos salido dañados, pero lo importante de eso es perdonar y dejar atrás el pasado lo antes posible.

Sin embargo, hay una relación que para mí es la más importante. Es la relación con Dios. No es algo abstracto. No es una relación que se activa los domingos o los días en que hay reunión en la iglesia. No es una relación que dependa de nuestra voluntad. Es Dios quien ha decidido relacionarse con nosotros y nos busca permanentemente. Para entender esto, debemos primero entender que Dios es una persona, no una religión. Él habla, siente, se emociona, escucha y nos mira. Cuando fallamos, le estamos fallando a una persona; y cuando suplicamos perdón, no suplicamos a estatuas o imágenes, sino a una persona que no podemos ver, pero que es real.

En estos años de vida, tal vez podría destacar una de las virtudes que tiene Dios entre las muchas que existen: su capacidad de perdonar. Nosotros que somos buenos para juzgar al resto y ponernos a criticar todo como si nosotros fuéramos perfectos, deberíamos aprender de su ejemplo de perdón. Si somos humildes, él nos perdona con su gracia, y nos brinda nuevas oportunidades. Pero para acercarse a Él no necesitamos el título de pastor o cualquier otro cargo, sino más bien un corazón honesto. No se requieren palabras elaboradas, sino más bien un corazón sincero... Es esa la actitud que toca el corazón del Padre... No se necesitan cosas externas, porque él sabe cómo somos, y sabe que somos débiles.

En Dios podemos encontrar restauración de aquellas relaciones que nos han dañado: sea la relación de un padre, de una madre, de un pololo(a), esposo(a), etc. Dios es capaz de sanar y restaurar aquellas relaciones que nos han dañado y nos han llenado de temor. En nuestra próxima publicación, trataré el tema de las relaciones rotas y de cómo el Señor es capaz de cambiar nuestro corazón y nuestra actitud frente a la vida, aunque las circunstancias no cambien...

2 de febrero de 2012

Dar mucho o dar poco (parte II)

La segunda parte de este tema, la quiero centrar en uno de los temas que tal vez más me ha llegado y más he aprendido: Cuidar el corazón. Para ello he querido centrar este discurso en un versículo que para mí es clave para llevar relaciones sanas:

"Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida" (Proverbios 4:23)

¿A qué se refiere la Biblia con "guardar" el corazón. No significa para nada encerrarlo ni mantenerlo en oculto, sino más bien tiene relación con cuidarlo del daño, de protegerlo. Y eso es a veces lo que nos cuesta.
Cuando nos exponemos a ser dañados, no estamos cuidando el corazón. Esto sucede, por ejemplo, cuando queremos sostener una relación en la que una de las partes entrega y la otra no hace nada. Cuando la balanza está desequilibrada y nos acostumbramos a eso, no estamos cuidando nuestro corazón. Esto también tiene relación con que muchas veces soportamos y soportamos el sufrimiento a causa de la indiferencia de alguien de quien queremos captar la atención, y esa persona no nos considera. Es cierto que al amar, uno tiene que entregar, pero no tanto como para sufrir gratuitamente o que perdamos la dignidad como personas.

Dios nos manda a cuidar el corazón por sobre todas las cosas, porque si lo cuidamos entonces emanará vida de nosotros, porque sabremos cuánto valemos y cuánto nos deben amar los demás. Porque si nos amamos a nosotros mismos, también podremos amar a otros de manera sana y con su justa medida de valor.

Dios les bendiga =)

24 de enero de 2012

Dar mucho o dar poco (parte I)


A veces las relaciones parecen cargar hacia un solo lado. Pareciera que la balanza está cargada hacia un solo lado. De esto nos damos cuenta especialmente cuando queremos que los demás tengan actitudes o acciones que esperamos. Esto sucede a todo nivel:

- - - A nivel familiar, cuando queremos que nuestros padres nos presten atención o se preocupen de nosotros.

- - - A nivel de amistad, cuando esperamos que los amigos estén cuando los necesitamos.

- - - A nivel de pareja, cuando tenemos en nuestra mente una imagen de cómo debería ser nuestra pareja en cuanto a su modo de pensar, decidir y actuar.

Este es un tema muy sensible, porque en cuanto al análisis de relaciones interpersonales, en la mayoría de los casos dependerá del cristal por donde se las mire. Si alguno define la amistad como aquella relación en donde la persona tiene que darse cuenta de cuando estoy enojado o cuando estoy dolido, entonces esa persona tendrá algunas decepciones en mayor o menor grado. Ahora bien, si la persona define amistad como aquella relación en donde las cosas deben decirse directamente, tal vez se resuelvan los problemas más rápidamente. El lenguaje indirecto es muy riesgoso y muchas veces dañino para las personas. Cuando no somos directos y esperamos que el otro se dé cuenta, muchas veces crea situaciones de discusiones que se podrían haber evitado.

Es diferente si le hemos dicho a la persona lo que nos molesta, pero esta persona no lo toma en cuenta o argumenta que no puede cambiar. Si detrás de una amistad se encuentra una actitud dura, en donde el argumento de “no esperes que cambie”, se encuentra presente, entonces ya nada podemos hacer para lograr un cambio en esa persona. A ese tipo de personas, sólo las puede cambiar Dios; nuestra labor es orar para que Dios trate ese orgullo.

Finalmente, siempre debe haber autocrítica. Nos resulta bien fácil analizar las actitudes y formas de pensar a los demás, pero muchas veces nos ponemos como jueces y no como personas que tienen las mismas actitudes que juzgamos. Antes de hablar de otros, es necesario hacer una autocrítica y ver si nosotros mismos tenemos esa actitud y otras. Y cuando uno es amigo de otro, también debe serle leal, es decir, no ponerlo mal delante de otras personas, antes bien, decirle directamente lo que pensamos y sentimos, por más rabia que tengamos. La relaciones que perduran son aquellas en que somos los suficientemente valientes como para enfrentar las crisis y son lo suficientemente agradecidas como para hacer sentir al otro que es valioso para uno.

9 de enero de 2012

Lámpara a nuestros pies

Los amigos son como lámparas que alumbran el camino. Nos apoyan en tiempos de flaqueza y aparecen de la nada cuando les necesitamos. Un amigo es quien te confronta sin imponer sus formas, argumentos o carácter. El amigo verdadero se muestra abierto todo el tiempo y si ha cometido errores, los confiesa por amor a la relación...

En este tiempo he querido dedicar un espacio de este blog para que conversemos acerca de las relaciones interpersonales y de cómo ellas pueden ser la fuente a través de la cual Dios nos hable. Y no sólo eso, sino que Dios también puede usarnos para bendecir a otros por medio de nuestras vidas. Les invito a una nueva mirada de este tema, visto desde la lupa de la gracia, del amor y del perdón que sólo provienen de Dios. Desde la gracia, porque no podemos relacionarnos con otros sin una cuota grande de ella; de amor, porque es mucho mejor dar que recibir; y de perdón, porque las relaciones no son perfectas... muchas de ellas fallan, pero la grandeza está en perdonar y olvidar la ofensa.



La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...