6 de marzo de 2019

Oyeron que fue dicho: nada es para siempre

A la gente le asustan las cosas absolutas. Prefiere las medias verdades a las verdades completas. Prefiere dejar de enfrentar las cosas por quedarse hablando a las espaldas. ¿Por qué las cosas absolutas nos confrontan tanto? ¿Eres frío o caliente? ¿Por qué aquel que pone su mano en el arado y mira hacia atrás no es apto para el Reino de los Cielos? Nos queda mucho más cómoda la escala de grises que el blanco y el negro.

El evangelio nos desafía a ser o no ser. A dar todo o no dar nada. Es tan radical en su expresión que incluso Juan dice que aquel que no ama a su hermano no puede amar a Dios. También Jesús dice que si no perdonamos a otros los pecados, él no nos perdonaría a nosotros. 

Pero a la vez hay otra triste realidad: ya casi nadie hace grandes compromisos con las personas. Nos amamos mientras no nos dañemos. Es fuerte que las primeras crisis catapulten muchas relaciones, sin haber siquiera una lucha. Entonces ya no me queda tan claro si lo absoluto llena la sociedad actual. El evangelio radical se contrapone con esa libertad de escoger a quien quieras en el momento que quieras, desechando las relaciones cuando no sirven. Es triste reconocerlo, pero es así.

La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...