24 de mayo de 2008

...

Su jadeo constante no me dejaba en paz. Sentía que en cualquier momento la respiración agitada podía acabarse en el sueño que estaba llevando. Mientras tanto las primeras escenas de mi infancia aparecían sin permiso, llevándose mis pensamientos hace 10 años atrás, como cuando comía de sus tortillas, como cuando me educaba... De pronto volví mi vista a la cama y seguía respirando fuerte.
Antes de sentarme frente a ella examiné su cuerpo. Su cara, usualmente cándida, ya estaba ajada. Su piel, amarilla de ictericia en algunos sectores, equímosis repartidas en todas sus extremidades y su boca entreabierta me llenaron de escalofríos. Le dije a mi abuela: "Hay que limpiarle la boquita"... Alcancé a acariciar sus pómulos estirados por las arrugas del cuello, quizás escribiendo en mi mente la historia que viví junto a ella. Sus antiguas historias repetidas mil veces con los mismos detalles de pronto se asomaron por la ventana y vi su mirada perdida que me aconsejaba otra vez. Me vi jugando mientras reía conmigo... Me vi abrazándola como en el último año nuevo en que ya sabía que quizás nunca más la podría ver así de animada. Me vi jugando con el camión Goliat que me regaló cuando más lo quería... La vi cocinando para esas navidades que ansiaba cada vez que llegaba diciembre.

Cuando me quedé solo con ella, tomé su mano y oré a Dios. Le pedí que su cuerpo ya no sufriera más, que diera alivio a su dolor...

Hoy su pieza se tornó más oscura.. hoy su voz dejó su timbre característico grabado en la cinta de mi mente y de mi corazón. Hoy el sonido de las escaleras mientras bajaba fue cambiado por el eco de sus cariños, por el eco de su preocupación, por el eco de su corazón. Eso me inspiró a cantarle y a componerle una canción anoche, a rendirle mi más sincero reconocimiento, a abrazarla con lo que tengo, con más de veinte años con su compañía.

Soy el que más lloro cuando escribo... y perdónenme cuando escribo así de triste, pero más alá de eso estoy tranquilo porque Dios respondió mi oración, y se fue en paz, en el sueño, en su cama y en mi corazón.

Adiós tía Prisci...

18 de mayo de 2008

Sus ojos lloraban...


Mirando a través de las azules paredes del hospital, las ventanas pasaban a mi alrededor calladas, simples y delgadas. Los transitados senderos del edificio, marcaban a cada instante una atmósfera de nostalgia, tal vez melancolía y un poco de añoranza de tiempos pasados... No hacía mucho, las mismas salas me miraban desde lejos cuando me disponía visitar a mi abuelo en el hospital. Hoy, como quizás nunca antes, me puse nervioso mientras caminaba a su encuentro. El reloj marcaba las 15:23 hrs. cuando atravesé la antigua y angosta entrada de un sector del Sótero del Río.

Estaba nublado. Las primeras gotas surgían inadvertibles, cubriendo de manera tácita las ventanas que daban hacia el exterior. Y mi abuelito estaba allí. Entre bolsas de sueros, una camilla y una ficha clínica. Mis pies me llevaron directo a él, mientras se acercaba la hora de término de las visitas. De repente me hallé tomándole la mano a un anciano que siempre había visto fuerte y lleno de energía. ¿No era el mismo capaz de viajar a todos lados y de recorrer los mejores parajes del sur? ¿No era el mismo que nos hacía reír en cada 18 de septiembre..? Era él... con sus canas largas de tanto vivir, con su piel plegada entre esos ojos que cada vez se hacían más pequeños... era una extraña mezcla de melancolía y deseos de salir corriendo de allí para volver a compartir como en antaño.

Comenzó a llorar. Me vio y sus ojos se cristalizaron sin siquiera haber grandes motivos. Su voz temblorosa y sus ojos trémulos estaban agradecidos por la compañía, pero a la vez clamaban por alivio, por respirar aire fresco, por pisar otra vez las pozas que dejaba la lluvia ahí afuera, por tomar una bicicleta y sin paraguas salir a dar un paseo. Sus cejas parecían cada vez más escasas y su piel carente de turgor me daban claras señales de que su cuerpo no estaba resistiendo más... que ya estaba gastado y mucho más delgado.

Quizás nunca más vea tus ojos despiertos... quizás nunca más vea que me dices "Dios te bendiga", quizás no exista otra vez en que te pueda expresar mi cariño, mi afecto, mi entrega y el hecho de sentirme orgulloso de ser tu nieto, de haberme sentado en tus rodillas, de haber palpado esa piel con mis manos de niño, y de haber compartido un tiempo contigo. Pero te entrego lo que sé hacer: estar presente cuando lo necesites y en mi ausencia rendirte un honor con mis escritos.


Fuerza abuelito... te quiero mucho.

13 de mayo de 2008

Tengo sed


Recuerdo una de las veces en este año donde el calefont se echó a perder y de pasada la cañería que daba a él colapsó también. Cada vez que sucedía eso, los pasos a seguir eran cortar el agua y darla solamente para llenar botellas con agua y así evitar que saliera agua por la cañería y se perdiera más de la que ya se estaba perdiendo. No fue una situación agradable. La verdad es que fue bastante incómodo... Un día llegué como si nada a la casa y abrí la llave para tomar un vaso de agua y no salió más que un chorro de aire. "Chuuuuuuuu", recordé; la cañería estaba mala.

Ese tiempo me sirvió para pensar en lo importante que era para mi el agua y las implicancias que traía en mi vida el estar con un suministro así de interrumpido. Muchas veces me sentí sediento y la cosa no era tan fácil como abrir la llave y dejar que el agua corriera sino que había que ir a buscar las botellas con agua y echar el líquido en un vaso. No les cuento lo difícil que era bañarse en esas condiciones. Eso me hizo pensar que una necesidad tan fuerte como era el agua, me hizo comenzar a realizar más trabajo de lo común. Lo instantáneo de abrir la llave se tradujo en la paciencia de buscar botellas plásticas. Todo para aplacar mi sed. A veces me sentía un poco sobrepasado por la situación...

Hay veces que me he sentido "sediento", y no precisamente de agua. A veces hay necesidad de justicia, necesidad de ayudar a los demás, necesidad de Dios. ¿Cuál es tu sed? A veces nos parece extraño que una persona ore algo más que lo cotidiano y lo tildamos de loco, fanático, etc. Pero hay un punto que quisiera tocar hoy y esa es la sed de Dios. Nunca había pensado bien en esto, pero la sed es un estado de insatisfacción que termina por inquietarnos a hacer algo... en este caso, ir por agua. A medida que aumenta la sed, todo se torna en desesperación. He estado sintiendo eso en este último tiempo: una inquietud por buscar a Dios. Pero no es esa clase de inquietud motivada por algún problema o algo doloroso. Simplemente por estar con Él. Pienso que esa sed tampoco es motivada por la culpa ni por la obligación de orar como un "buen cristiano"; sino más bien en amor y devoción. Ya no me llena el hacer lo mismo de siempre... la verdad es que anhelo algo más de Dios en mi vida, algo más profundo que la rutina de los domingos o la oración del día a día...

3 de mayo de 2008

Te busco

En el silencio yo te busco... en el silencio yo te quiero....
en el silencio me quebranto... y en el silencio yo te encuentro...
pues te necesito,
pues te quiero al lado mío,
otra vez.

En el silencio busco al padre que necesito,
busco un abrazo que me aliente,
busco un "vamos hijo" que levante mis brazos débiles.
Busco tu fuerza cuando estoy vulnerable...
y es que cada cierto tiempo hay necesidad,
y no necesito indiferencia,
más bien tu potencia...
para avanzar.

En el silencio yo me quiebro,
¿y por qué tan débil me cautivas?
¿y por qué en el silencio me seduces?
Si yo te amo... si yo te deseo...
si yo te canto... si yo te busco...
como el aire que respiro...
entre lo sencillo y lo complejo...
que algunos no se detienen a mirar.

En el silencio me quebranto,
no te necesito sólo cuando estoy mal...
me asfixio si no estás... y lloro tus "ausencias"
porque si bien has formado carácter,
sigo siendo el mismo sensiblón de siempre...
te necesito,
más y más.

Aún en poesías yo te busco...
como si nadie me mirase,
y mis poesías cantadas te dedico,
a ti primero y después a los demás...
pues eres mi melodía,
mi armonía de amor...
algo que sólo conocemos tú y yo.

Porque los problemas no son nada,
no se comparan los dolores
si estás tú allí conmigo,
llenándome de valor, de pasión,
que sólo tú entiendes,
que sólo tú has creado,
que sólo tú has pensado.

Te amo aunque nada suceda,
te amo aunque todo se vuelva atrás,
te amo aunque todo se dé vuelta,
porque tu última palabra, es fidelidad
tu última palabra es caricia que se lleva,
caricia que me llena,
caricia que alimenta
el vacío que hay en mí.

La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...