28 de noviembre de 2006

En paz


La tempestad ha pasado... Quizás es un respiro para enfrentar otra más, pero estoy agradecido. Sin duda hemos crecido. Sin duda hemos apredido a perdonar, soportar y aprender de cada momento y segundo. Sin duda hemos dado un "estirón" de varios centímetros. Sin duda hemos dado un paso.

Nos han querido botar, pero seguimos en pie. Nos han querido humillar, sin embargo seguimos adelante. Nos han querido maldecir, pero estamos bendecidos. Nos llamaron pobres, sin embargo, somos ricos. Nos llamaron inútiles, sin embargo, tenermos uso. Nos llamaron estúpidos, pero nos sentimos valiosos. Nos quisieron odiar, mas he aquí seguimos amando. Nos han insultado, pero callamos. Nos han botado, pero nos levantamos. Nos han impuesto cargas, y las llevamos. Nos han golpeado, pero estamos sanados.

Nos llamaron solitarios, sin embargo estamos acompañados. Nos llamaron rebeldes, pero somos hallados dignos. Nos difamaron, mas he aqui Dios nos defiende.

En todo entiendo que el amor del Padre es suficiente para sanar y restaurar todo... Sin duda hemos crecido... Sin duda hemos avanzado...

19 de noviembre de 2006

Escondido en el Padre

No anhelo riquezas ni aun grandes sorpresas. No anhelo que Dios me prospere. No quiero buena fama frente a los hombres y mujeres de este mundo. No anhelo prestigio. No anhelo el aplauso ajeno. Mi anhelo no es reunir a las masas para aparecer en la TV, o recorrer las grandes radios para que vean un gran ministerio en mí. No anhelo gloria, ni honores ni reconocimientos. No anhelo gritar en oración para que vean mi "espiritualidad". No anhelo hacer largas oraciones ni aun dar grandes sumas de dinero a los pobres. No anhelo los dones, ni reprender demonios, ni sanar enfermos. No anhelo tener palabra de ciencia ni palabra de sabiduría. No anhelo poder ni autoridad. Si Dios quisiera darme todo eso, seguro lo haría... Y si quisiera morir por alguno, ¿qué mérito tiene?. Y si diera millones de pesos o alcanzara el mayor prestigio del mundo, ¿qué logro con eso?


Mi anhelo es...


Conocer a Dios, y ahondar en lo que hace rato dejó de ser religión para mí. Ahondar en los secretos del que me ama.
Eso es libertad...
Mi gloria no será el apluso de la multitud, sino el verlo a Él sonriente y agradado. ¿Necesita Dios mis méritos? Mi honra no serán mis méritos, sino que mi honra será que lo vean siempre a Él y que yo disminuya, para que crezca al lado mío. El aplauso en los escenarios son para Él. La multitudes adoran al Rey. Por eso prefiero esconderme tras Él, para que pelee la batalla por mí y reciba toda el reconocimiento. Quien quiera partir en cualquier desafío tenga presente eso: Que el primero y el último es Jesús. El que todo lo comienza y el que todo lo termina. Prefiero a Cristo, y pasar al lado de él como un anónimo. Que si escribiera un libro alguna vez en mi vida, en su portada apareciera el mismo autor que las historias de Robin Hood: ANÓNIMO...


Son lágrimas...
Son destinos transformados...
Son sueños resucitados...

Y una nueva libertad...
Paz que sobrepasa la razón...
Amor que soporta, que sigue respirando...


"No necesito ser reconocido por nadie
mi gloria es Señor que te conozcan a ti
y que disminuya yo,
para que tu crezcas Señor
más y más

Y como el serafín que esconde el rostro ante ti
escondo el rostro para que vean tu faz en mí
y que disminuya yo
para que tú crezcas Señor
más y más

Santo de Santos , tu nube me esconde
sólo tus ojos me ven
debajo de tus alas, es mi abrigo
mi lugar secreto
tu gracia me basta y tu presencia es mi placer"

3 de noviembre de 2006

El que me defiende


Siempre pensé que Dios era como el árbitro de un partido de fútbol, que tenía un pito en su boca y que sólo se fijaba si yo cometía alguna falta, o dañaba a alguien o simplemente caía. Lo imaginaba por las mañanas, pidiéndome cuentas por lo que había hecho, y en mi mente me hice una figura de Dios que además del pito, tenía una tarjeta amarilla en su bolsillo del pantalón y también una roja, esperando para sacarme del partido en cualquier momento.

También pensaba que Dios a veces se levantaba de mala y que quizás quería probarme y entonces me vendrían grandes males, y que por haber errado una vez, yo estaba destinado a sufrir algún castigo durante el día. Eran tiempos estresantes, donde no me sentía libre, donde sentía que tenía que pagarle a Dios por mi libertad. Pagarle horas de oración. Pagarle ayunos. Pagarle vigilias. Pagarle con buenas obras. Pagarle con tener una imagen intachable. Pagarle con mi esfuerzo. Pagarle con ser bueno con los demás.

También pensaba que Dios esperaba mucho de mí, y me angustiaba si mis metas no eran cumplidas o cuando se frustraban mis proyectos, o si quería acercarmen a alguien y no podía. Entonces daba lo mejor de mí, esperando que Dios se agradara de mi obra.


Ese era mi Padre celestial...


Después de pasar los tiempos más angustiantes de mi vida, y los tiempos de mayor peligro, algo pasó, y ahora he desechado al Dios que creí conocer, por uno mejor, y que era el verdadero.
Yo no sabía que él tenía un nuevo nombre para mí, y me lo dio a conocer. Y a partir de su amor, pude ver la imagen del Padre y volver a sus brazos a dormir. Y a que él sanara mis heridas. Fue delicado y sus vendas me ayudaron a salir adelante otra vez. Pude ver que sus pensamientos no eran de mal, sino que deseaba mi paz, y que todos los días esperaba que diera lo mejor de mí, pero que ya mi vida era agradable para Él. Y cuando le pregunté: ¿Por qué?, él solamente me indicó con su dedo la cruz, y sobre ella alguien que moría por toda la humanidad. Cuando le pregunté la causa de su amor, no recibí respuesta. Entonces me dejé amar, cosa que muchos no hacen. Y comencé a ver que me defendía, y que sus problemas los hacía suyos y peleaba la batalla por mí.

Y lo mejor..!

Supe que él no era el árbitro que esperaba que yo cometiera faltas para cobrarme un tiro libre o mostrarme la tarjeta amarilla. Supe que era el que me gritaba desde las gradas: "Dale hijo, tú puedes más!!" No era el que esperaba mi caída, sino el que saltaba a lo lejos pronunciando mi nombre. ¡Ese es Dios! ¡Ese es mi papá! No el que me pintaron desde pequeño. Por tanto, desde ahora asumiré que soy un loco, pero un loco de amor por el Padre. Parece que me sigue gritando y que es el director de la barra. Je. Mi papi es mi mayor admirador! Y él ha restaurado mi autoestima. Nadie como Él en ningún lugar.

" Me llevó a la casa del banquete,
Y su bandera sobre mí fue amor.
Sustentadme con pasas,
confortadme con manzanas;
Porque estoy enfermo de amor"
(Cantar de los Cantares 2:4-5)

La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...