10 de septiembre de 2012

Llévanos de vuelta a ti...

El silencio de esta noche es mi preciado escenario para escribir... Es el cuadro perfecto para inspirarme en agradecimiento al Señor. Quiero ocupar estas líneas para hacerlo, y de esa manera detenerme en medio del frenesí de la vida actual. Detenerme en contemplar la fidelidad de Dios como un padre que se mantiene siempre dispuesto a decir "sí" a acercarse a nosotros y a abrazarnos y acogernos.
Todos necesitamos un padre que diga palabras de afirmación y las declare sobre nosotros. Palabras tan simples como "bien hecho, hijo", "te felicito", etc. Dios está lleno de estas palabras. No por nada espera que nos acerquemos a Él de la manera más natural. Porque a Él no le interesan los protocolos bien cumplidos, o las oraciones perfectas... Como un padre a su hijo recién nacido, a Él le gustan nuestros balbuceos y nuestra intención de captar su atención... Le interesa el corazón de nuestra oración, es decir, el anhelo que tengamos de Su presencia y la necesidad de verle, sentir su compañía y aprender de él. Les invito a buscar al Señor a través de esta oración:

"Padre... te agradezco el estar aquí otra vez. La oración hace palpable tu presencia y nos conecta con tu corazón. Hay tantas cosas que no entiendo y no sé cómo actuar. Muchas veces el quehacer diario nos abruma y nos hace perder nuestro verdadero valor. Guíanos hacia la gracia de nuevo. Es esa gracia que nos levanta cuando las fuerzas escasean; la gracia que no nos exige el ser perfectos ni cumplir. Llévanos de vuelta a ti, sorpréndenos en el camino y muéstranos tu gloria. Te anhelamos, te deseamos, más allá de cualquier cosa. Derrama sobre nosotros aquellas palabras de afirmación que nos sanan, nos animan y nos fortalecen en medio del cansancio. Te amamos mucho Señor..."

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La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...