Pareciera ser que, cada cierto tiempo, todo lo que creíamos seguros, desaparece. Es una extraña sensación de abandono de la seguridad a la que nos aferramos. Relaciones, dinero, trabajo, vivienda, títulos, gobierno. Se transforman en nuestros dioses, hasta que la crisis revela lo más sensato: nada de eso puede salvarnos ni es confiable eternamente.
Esas crisis revelan lo que somos, tanto para bien como para mal. Sin embargo, Dios nos llama a vivir la crisis con él. A no poner la mirada en nuestro propio conocimiento, sino en la convicción de que él no nos abandona como los otros dioses que fallan. Me llama a poner toda la esperanza en su mano que tiene cuidado de mí...
Por muchos años, revelados en muchos escritos de este blog, viví desesperanzado y lleno de cuestionamientos. En medio de todas esas crisis, algunas más fuertes que otras, la gran conclusión fue que Dios siempre vence al final, aunque lo veamos o no reflejado en nuestras circunstancias. Si le entregamos todo, su visión y trabajo a largo plazo, hará que nuestros corazones sean transformados.
"El Señor es mi luz y salvación,
entonces ¿por qué habría de temer?
El Señor es mi fortaleza y me protege
del peligro,
entonces ¿por qué habría de temblar?" . Salmo 27:1 (NTV)
Dios se encargó de hacer todo de nuevo, con un nuevo comienzo. Les invito a celebrar conmigo los milagros increíbles que Él hace cuando le creemos!!
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