Este tiempo ha estado lleno de estrés: pacientes que se van, pacientes que llegan y no sirven para los tratamientos, pacientes que no tienen plata, profesores exigentes, llevados en sus ideas; profesores antipáticos, atrasos miles, trabajos en vano, toma de impresiones, modelos, fichas clínicas, vacaciones cero, malos ratos, peleas con pacientes, etc, etc, etc.
El viernes fue el colapso. En un momento me senté solo en la sala de espera porque ya no quería pasearme en la clínica pensando en lo duro que se ha tornado todo esto. Sencillamente todo esto se salió de mi control.He estado pensando en cuánto me cuesta cuando las cosas se salen de mi control. Sobre todo si hay que esperar más tiempo para ver las cosas solucionadas. Sinceramente he hallado las formas de entregarle mis cargas a Dios, pero no sé cómo. Mientras más pienso, más me estreso y mis emociones me juegan malas pasadas. Y es que un día puedo estar bien y por estas cosas me viene todo el bajón.
¿Dónde está Dios? Es la pregunta que me hago en estos momentos. Pero no preguntando a manera de reproche, sino más bien como una necesidad. Necesidad de Su presencia. Y que sea a Su manera... no a la mía
3 comentarios:
Entiendo eso...
me pasa tb...
A bogar mar adentro amigo lindo! :)
un abrazo,
Joycita
ánimo Menares.
^Por lo menos que te quede el consuelo que los "males de universidad" son de aquellos que un día se terminan...
... y se añoran... jaja.
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