6 de abril de 2009

Mi verdad

En la cama de una plaza tendía a meditar. Con el único apoyo en mi almohada, solía poner mis ojos con vista al techo. Techo que se mojaba cuando el goteo constante de una lluvia intensa traspasaba los pizarreños, creando formas mojadas de madera teñida. Escenas creadas en mi mente aparecían en esos minutos de pensar. Es la imagen de un niño viendo a sus papás discutir frecuentemente y ver el encierro de los hermanos en sus piezas, cuando cada uno tenía la suya. Era un niño lleno de complejos: por su cuerpo, por su nariz, por su cobardía, por su timidez, por su sensibilidad.

Fue entre esas frazadas que planificaba mi vida. Ese techo me observaba desde lo alto cuando mis ojos permanecían abiertos hasta tarde mientras ordenaba mi vida y soñaba con un futuro mejor. A veces decía: "Hablaré con mi papá para que todo se arregle"... "oraré junto a mi mamá para que su ánimo esté mejor"... "me juntaré con mis hermanos a orar todos los días". Me autocargué con actividades que nadie me había ordenado. Soñaba con que un día todo se arreglara en la casa, que mi papá dejara de gritar, mi mamá de llorar, mis hermanos de encerrarse y de disfrutar la vida. Soñaba que un día se me quebrara un vaso y nadie me retara... o que si llegábamos 5 minutos tarde a la casa, nadie nos culpara de desobediencia. A mis nueve años ya pensaba en cómo sería en el futuro.

Cada vez que habían problemas, sabía que había un lugar en donde nadie podría destruir mi relación con Dios. Era precisamente ese lugar, el del techo frente a mi cama, donde oraba y lloraba mis penas. Fue allí donde mis convicciones de vida se formaron y donde se gestaron mis más grandes anhelos. Refugiado en mis cuadernos y libros, entre mouses y teclados de computador, mi vida transcurría ligera, taciturna y concentrada. "Es mateo", decían... "Menares, puros sietes"... pero nadie me conocía. Nadie conocía al niño tras la puerta de Gengis Khan 811 en Maipú. Mi autoestima estaba destruida y no sabía bien quién era. Le pedía a Dios un hogar y una esposa a quien pudiera amar.

Quizás las sábanas guarden el recuerdo de las veces que me escondí para no recibir el rechazo. Quizás en lo oculto de esa oscuridad todo sería una burbuja de escape donde los gritos no llegaran, donde el golpe brusco y el gesto violento se mezclaban con las heridas del corazón. No sé cómo sobreviví a eso. No entiendo cómo la violencia y la tensión estuvieron alojadas por tanto tiempo en la casa sin que nada explotara y se destruyera. Sin que los carabineros llegaran a tocar las puertas del 811 a separar a mis papás. No entiendo cómo nadie terminó escapando de la casa o expulsado por "rebelde".

Y ahora escribo a más de 10 años desde que soñaba con todo eso. En estos 10 años soñé que Dios siempre me hablaría... Soñé con encontrar a mi esposa y a una familia. Soñé con que todo cambiara y fuera mejor... Y no he cambiado. Aún miro al techo de mi pieza, que sigue mojado por el rastro de la lluvia y digo: "Yo sé, Señor, que entre las tensiones y las desiluciones, tu mano de amor siempre siguió ahí... que el paso firme de tus pisadas siempre han guiado mis pasos. Y hoy lloro... queriendo correr a abrazarte y a decirte gracias por lo vivido... gracias por amarme como ningún otro, por enseñarme que es posible seguir teniendo esperanza y que es posible que los cojos salten, que los mudos hablen y que los sordos oigan. Que es posible seguir creyendo aunque la circunstancias destruyan mis sueños más preciados y se caigan las planificaciones que hice en mi niñez. Te pido que esta vez sea como tú lo quieres... como tu corazón lo anhela"

3 comentarios:

JamesRock7 dijo...

Amigo,
hoy no he estado tan bien tampoco.

La conversa me ha dado en qué pensar.
Parece que tendremos que juntarnos.

Muchas bendiciones.
Un fuerte abrazo.
Nos vemos mañana.

tutolino dijo...

Me gustaría responder con elocuencia, con las palabras correctas, con la sonoridad adecuada... Que la frase sea perfecta, ad hoc, justo a la medida. Pero ¡sorpresa...! no tengo respuesta a lo que escribes. Solo se que me sentí identificado, que recordé al niño de ayer que arrancaba del mundo y que se encerró en sí mismo para huir más y más...
Aún con todo, Dios nos fué a buscar y el leer que así ha va siendo contigo es una alegría enorme.

Dios te siga mostrando su amor.

Romy dijo...

amigo querido
creo que un abrazo virtual ya no es suficiente
pronto espero verte para abrazartey llorar junto a ti..
Saludos a la Poly

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