4 de junio de 2009

Dios sobreprotector


"Es necesario que el niño conozca el miedo para que pueda superarlo, privarlo de él es una manera de convertirlo en vulnerable". Esto que acabo de leer creo que me servirá para exponer lo que quiero hoy.
Hoy me tocó atender a una paciente de 6 años que es muy regalona de su mamá. Ella le consiente en todo. Cuando le duele un dientecito, seguro nos lo dirá a la sesión siguiente, pidiendo que "hagamos algo" para solucionarle el dolor a su hija. La niñita es un tanto retraída y aunque es capaz de dejar a la mamá en la sala de espera, se queja aun en ausencia de estímulos dolorosos. Hoy al parecer nos manipuló a ver si no le poníamos la anestesia (agüita mágica o agüita dormilona como les decimos) aludiendo que le dolía en otro sitio de su boquita al que le íbamos a trabajar.

La sobreprotección daña a los niños. Seguramente a priori le evitará muchos problemas, porque no le hará sufrir innecesariamente. Hacerle caso en todo, consentir sus caprichos siempre y culpar a otros en vez de responsabilizar al niño de sus errores, es un problema a futuro de una persona inmadura, dependiente de otros para desarrollar su felicidad y tan inseguro y ansioso como un niño abandonado. Que los niños sufran - en su justa medida y con las redes sociales presentes - es incluso sano para su propio crecimiento personal. Formar inteligencia, sagacidad, sabiduría en la toma decisiones, son algunos de los resultados de la superación de problemas por parte de los niños.

Esto se aplica muy bien a nuestra relación con Dios. Seguramente todos hemos leído que Dios es protector, hemos creído a los "yo nunca te dejaré", "nunca te desampararé". Pero cuando nos enfrentamos a la realidad, de pronto los niños (nosotros) nos damos cuenta que hay problemas, hay dolor, hay conflictos, etc. En ese momento pensamos que algo anda mal en nuestra relación con Él, porque Él no nos quita el dolor y las malas noticias. Y pensamos: "Dios no haría nada que me hiciera daño". Eso lo he escuchado más de una vez. "Dios no haría nada que me entristeciera", "Dios no haría nada que me causara desagrado". Y en un abrir y cerrar de ojos, aparecen problemas. Oramos y nada sucede. Intercedemos, reprendemos demonios y nada pasa. "Señor! te has ido!!!", rezongamos y nos encerramos. El punto, señoras y señores, es que Dios nunca ha sido un Dios sobreprotector. Él nos protege, nos cuida... eso es un hecho. Y no ha quitado la vista ni un segundo de nosotros, pero deja los problemas seguir su curso para que "maduremos, adquiramos inteligencia y sabiduría" en nuestras vidas. Si Dios hiciera todo por nosotros, seguro el cristianismo estaría lleno de inseguros, de ansiosos, de personas cobardes que no harían nada por temor a lo desconocido y por cada cosa que no funcione, habría una fuerte tristeza y una fuerte depresión.

Quiero volver a citar la referencia del principio: "Es necesario que el niño conozca el miedo para que pueda superarlo, privarlo de él es una manera de convertirlo en vulnerable". El carácter conforme al corazón de Dios no puede prescindir de cosas como el miedo, nuestras debilidades, nuestros defectos y nuestras limitaciones. Una vez comprendido y aceptado esto en nuestras vidas, ya hemos dado un gran paso hacia la madurez. Una vez entendido esto, podemos decir que Dios es un Padre protector, pero no uno sobreprotector.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

amigo, se las está dando de Orientador con su escrito jajajaja, en verdad tienes toda la razón, ela amar tb indica dolor y disciplina, que hermoso tener un Papá que nos ama sanamente!

ABRACITOS!
Joycita

Guille dijo...

amén!!!

Señoras y señores, estoy de acuerdo, =)

jajaajaja, saludos amigaso!!!

DTB!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

JamesRock7 dijo...

Ta bien.

qué le agrego yo...

hay que saber enfrentar los problemas, no huir de ellos.

Si algo me pudre, y no hago nada al respecto, tampoco me hago responsable por ello.

Eso sería no más.

Saludos!!

Jaime.

Welysima dijo...

Gracias Dios!

Te mando un abrazo gigantosososososostoootee Deivid!
Mucho ánimo!

La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...