23 de junio de 2010

Me encontré con un Dios abundante

Por estos días ocurrió algo extrañamente hermoso. Fui a Valparaíso a visitar algunos núcleos y a darles ánimo en la evangelización dentro de la universidad. Cuando les compartí de Jonás, de la mujer adúltera y del hermano mayor del hijo pródigo, siempre llegamos a la misma conclusión: hay un Dios de amor que nos ama abundantemente.

Cuando uno trata de explicar ese inmenso amor, lo único que podemos ver es que es un amor loco, fuera de todo intelecto y uno de esos temas que escapan a la razón humana. Es un amor que no se contrargumenta; sólo se recibe. No depende de lo que hagamos; depende de Dios. No se basa en lo que hagamos o no hagamos, merezcamos o no merezcamos; se basa en Él.

Y como dice Danilo Montero: la historia no cambia porque es contada; la historia cambia cuando es creída. El amor de Dios toca nuestra puerta de nuevo para devolvernos el valor perdido, la dignidad derrotada y la fuerza interna para seguir adelante.

2 comentarios:

JamesRock7 dijo...

:)

Anónimo dijo...

la Gracia de nuestro Señor fue más abundante.

Bendiciones,:D
Andrea

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