Les invito a quedarse en estas líneas, y viajar conmigo en esta hermosa aventura de saber esperar en Dios a la persona indicada; saber esperar en Dios el inicio de un proyecto; saber esperar en Dios cuando estamos desesperados por encontrar soluciones al dolor que nos rodea. Al terminar esta fase, deseo de todo corazón que juntos alabemos a Dios porque nunca nos deja solos y es capaz de cubrir la vergüenza y la soledad.
Dios se encargó de hacer todo de nuevo, con un nuevo comienzo. Les invito a celebrar conmigo los milagros increíbles que Él hace cuando le creemos!!
30 de julio de 2012
Saber esperar
Les invito a quedarse en estas líneas, y viajar conmigo en esta hermosa aventura de saber esperar en Dios a la persona indicada; saber esperar en Dios el inicio de un proyecto; saber esperar en Dios cuando estamos desesperados por encontrar soluciones al dolor que nos rodea. Al terminar esta fase, deseo de todo corazón que juntos alabemos a Dios porque nunca nos deja solos y es capaz de cubrir la vergüenza y la soledad.
2 de julio de 2012
Una pausa en el camino
Antes yo era de los que criticaba a aquellos que se quejaba demasiado por tener que ir a trabajar. Para mis adentros pensaba: "Deberían estar contentos por tener trabajo"... Mi patrón de comparación era la universidad. Y desde ese punto de vista, las ventajas de trabajar eran muchas: no tener que estudiar sábados, domingos y festivos; terminar la jornada laboral y olvidarse del trabajo, a diferencia de la universidad donde había que quedarse estudiando hasta altas horas de madrugada a veces. A veces veía a amigos que se quejaban todo el tiempo por tener que levantarse a trabajar e incluso los criticaba porque desaparecían de la "vida social" a causa del trabajo.
Lo cierto es que hoy me encuentro desde la otra cara de la moneda, es decir, desde la arista del que trabaja de 8 a 5 todos los días. De la arista que después de la jornada laboral se puede olvidar del trabajo y volver a la casa sin tener que hacer nada. Es la arista del que descansa los sábados, domingos y festivos. Sin embargo, aquí me encuentro... cansado, más irritable, con menos paciencia y algo vacío. Después de casi dos años de campo laboral, puedo confesar que a veces no tengo ganas de levantarme a trabajar, que me quejo mucho por cosas que antes no me hubiera quejado y que me he decepcionado muchas veces de jefes, de compañeros de trabajo; del pelambre que practican, de la envidia que evidencian, pero por sobre todo del egoísmo que muestra la filosofía de nuestra sociedad actual: "yo velo por lo mío, aunque pase a llevar a los demás".
Este fin de semana largo quiero hacer una pausa... mostrar sin caretas al Señor que estoy cansado, a veces sin fuerzas... A veces con dolores de espalda, con ganas de quedarme durmiendo tres horas más. A veces despertando puntualmente según la alarma del reloj, pero quedándome a propósito en la cama, pensando en que no quiero tener que enfrentar esa rutina que cansa y que agobia a momentos...
"Quiero hacer una pausa para agradecer por el trabajo. Siempre recuerdo las palabras que una vez mi papá me dijo: el campo laboral es difícil. Sin embargo, hoy vengo a rendirme a ti, Señor. Para rogarte. Para enfrentarte. Para confesar que muchas veces he querido llorar del colapso del trabajo, a pesar de hacerme el tiempo para distraerme. Para volverme a ti. Para rogarte que hoy me hables y cambies mi corazón, haciéndolo un corazón más dócil, más fácil de moldear, más obediente, más noble y más parecido al tuyo. Enséñame a ver lo que tú vez... pues eres capaz de ver a través del egoísmo, la envidia, los "pelambres" y la indiferencia. De hecho, si veo a través de tus ojos, puedo ver muchas personas que están vacías y que, al igual que yo, están cansadas de trabajar, de soportar y de tener que aguantar a otros. A través de tus ojos, quiero que me uses para llevar tus noticias de esperanza y de salvación..."
Lo cierto es que hoy me encuentro desde la otra cara de la moneda, es decir, desde la arista del que trabaja de 8 a 5 todos los días. De la arista que después de la jornada laboral se puede olvidar del trabajo y volver a la casa sin tener que hacer nada. Es la arista del que descansa los sábados, domingos y festivos. Sin embargo, aquí me encuentro... cansado, más irritable, con menos paciencia y algo vacío. Después de casi dos años de campo laboral, puedo confesar que a veces no tengo ganas de levantarme a trabajar, que me quejo mucho por cosas que antes no me hubiera quejado y que me he decepcionado muchas veces de jefes, de compañeros de trabajo; del pelambre que practican, de la envidia que evidencian, pero por sobre todo del egoísmo que muestra la filosofía de nuestra sociedad actual: "yo velo por lo mío, aunque pase a llevar a los demás".
Este fin de semana largo quiero hacer una pausa... mostrar sin caretas al Señor que estoy cansado, a veces sin fuerzas... A veces con dolores de espalda, con ganas de quedarme durmiendo tres horas más. A veces despertando puntualmente según la alarma del reloj, pero quedándome a propósito en la cama, pensando en que no quiero tener que enfrentar esa rutina que cansa y que agobia a momentos...
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