2 de julio de 2012

Una pausa en el camino

Antes yo era de los que criticaba a aquellos que se quejaba demasiado por tener que ir a trabajar. Para mis adentros pensaba: "Deberían estar contentos por tener trabajo"... Mi patrón de comparación era la universidad. Y desde ese punto de vista, las ventajas de trabajar eran muchas: no tener que estudiar sábados, domingos y festivos; terminar la jornada laboral y olvidarse del trabajo, a diferencia de la universidad donde había que quedarse estudiando hasta altas horas de madrugada a veces. A veces veía a amigos que se quejaban todo el tiempo por tener que levantarse a trabajar e incluso los criticaba porque desaparecían de la "vida social" a causa del trabajo.

Lo cierto es que hoy me encuentro desde la otra cara de la moneda, es decir, desde la arista del que trabaja de 8 a 5 todos los días. De la arista que después de la jornada laboral se puede olvidar del trabajo y volver a la casa sin tener que hacer nada. Es la arista del que descansa los sábados, domingos y festivos. Sin embargo, aquí me encuentro... cansado, más irritable, con menos paciencia y algo vacío. Después de casi dos años de campo laboral, puedo confesar que a veces no tengo ganas de levantarme a trabajar, que me quejo mucho por cosas que antes no me hubiera quejado y que me he decepcionado muchas veces de jefes, de compañeros de trabajo; del pelambre que practican, de la envidia que evidencian, pero por sobre todo del egoísmo que muestra la filosofía de nuestra sociedad actual: "yo velo por lo mío, aunque pase a llevar a los demás".

Este fin de semana largo quiero hacer una pausa... mostrar sin caretas al Señor que estoy cansado, a veces sin fuerzas... A veces con dolores de espalda, con ganas de quedarme durmiendo tres horas más. A veces despertando puntualmente según la alarma del reloj, pero quedándome a propósito en la cama, pensando en que no quiero tener que enfrentar esa rutina que cansa y que agobia a momentos...


"Quiero hacer una pausa para agradecer por el trabajo. Siempre recuerdo las palabras que una vez mi papá me dijo: el campo laboral es difícil. Sin embargo, hoy vengo a rendirme a ti, Señor. Para rogarte. Para enfrentarte. Para confesar que muchas veces he querido llorar del colapso del trabajo, a pesar de hacerme el tiempo para distraerme. Para volverme a ti. Para rogarte que hoy me hables y cambies mi corazón, haciéndolo un corazón más dócil, más fácil de moldear, más obediente, más noble y más parecido al tuyo. Enséñame a ver lo que tú vez... pues eres capaz de ver a través del egoísmo, la envidia, los "pelambres" y la indiferencia. De hecho, si veo a través de tus ojos, puedo ver muchas personas que están vacías y que, al igual que yo, están cansadas de trabajar, de soportar y de tener que aguantar a otros. A través de tus ojos, quiero que me uses para llevar tus noticias de esperanza y de salvación..."

1 comentario:

Paulina Gacitúa dijo...

Uno siempre tiende a ver más fácilmente lo "malo" de algo que lo bueno, a algunos les gustaría trabajar luego en vez de seguir estudiando, quienes están llenos de trabajo quieren hacer nada, etc. Y es que todo tiene de dulce y agraz, y hay que tener en mente que siempre habrá algo que nos moleste, pero que tenemos que ser agradecidos porque esa "molestia" proviene de una bendición: la bendición de estudiar, la bendición de trabajar, la bendición de tener algo que hacer y no vagar.

El Señor sabe cuan cansados nos sentimos, pero espera que le entreguemos nuestro agobio en vez de arreglarlo por nuestra cuenta o despotricar contra el mundo. Es fácil guiarse por lo segundo, pero quien tiene a Dios tiene un comodín, un as bajo la manga, siempre lo va a ayudar cuando lo necesite.

Por ahora pensemos cuánto soñamos con el trabajo que tienes y cuán precioso ha sido el Señor al dártelo. Ese trabajo venía con su cansancio incluido, pero también con mucha bendición.

Hay tiempo para todo y ya llegará el tiempo para descansar, no dudes de eso.

La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...