3 de enero de 2011

Una relación sin religión

Solía hacer muchas cosas para aparentar que todo estaba bien. Aunque me gustaba tocar guitarra y orar a veces, recuerdo que en varias ocasiones sencillamente no estaba allí. Mi mente divagaba en la película que darían la siguiente hora o la página que visitaría en internet inmediatamente después de salir de mi pieza. Cuando iba a la iglesia me pasaba lo mismo... o pensando en lo que habría de almuerzo luego de salir de la puerta. Es fácil confundir la espiritualidad con mera religión, porque la gente no se da cuenta... Es tan fácil pasar desapercibidos cuando la imagen parece buena: status, buen auto, buen matrimonio/pareja, éxito profesional.

Me gustaría hablarles de la sencillez de la relación con Dios. Y creo que le daré al paso a una de las mejores explicaciones que me han dado del evangelio, de labios de un compañero de la U recién convertido: "Decidí dejar de vivir la vida de manera orgullosa". Esa fue la respuesta que me dio cuando le pregunté acerca de qué había sentido de haber aceptado a Jesús en su vida. La relación con Dios parte allí, en la sinceridad de no sentirse independiente, de saber que necesitamos de Él y de otros, de querer Su ayuda. Esa manera libre de orgullo no es una meta; es un camino que día a día debemos cruzar... Se probará en una pelea, en una discusión de matrimonio/pareja, en un conflicto con un compañero de U/trabajo, en la toma de decisiones, cuando alguien nos hiere, etc. Ante todos esos problemas es fácil orar 2 horas diarias sin salir transformados y vivir como un buen religioso. Cuando dejamos de perdonar a quienes nos ofenden es fácil ayunar sin tocar ese tema. Cuando no estamos cómodos con nuestra iglesia o con algún hermano, es más fácil quedarse callados y comentar los defectos de los demás con otros sin que ellos se enteren. La religión permite eso. Permite que nos quejemos de todo, pero sin ser vistos. Permite que nuestra conciencia nos haga sentirnos descansados y libres de culpa, pero sin vivir la plenitud de una relación sincera con Dios. La religión permite el orgullo y le da la bienvenida...

Pero la relación sincera con Jesús nos llevará a rendir todo, incluso los mejores argumentos a nuestro favor. Cuando lo hacemos, cobra sentido la libertad, la gracia, el amor, la regla de oro, el bendecir en vez de maldecir, el ayudar a quienes nos han ofendido y el dejar de ser "buenos" para ser poderosos en las manos del Padre.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Renunciar al orgullo de uno mismo y aprender a vivir un evangelio dependiendo Él ...

Paz y Bendición!
Andrea M. :D

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