
Recordando tiempos antiguos, doy gracias a Dios por lo aprendido, por sentirme amado, cuidado, abrazado. Sobre todo porque descubrí el poder de la alabanza. Y creo que hay mucho más que aprender. Aquel que adora a Dios tiene poder en Él, porque declara su presencia en todo lugar y declara los atributos de Dios.
No me digan que es mentira; porque adoradores busca Dios, que se levanten con música, danzas, panderos, flautas, y a una sola voz clamar a los cielos por misericordia.
Alaben a Dios entre los pueblos
las naciones proclamen su poder
y su gloria llene toda la tierra.
No es fantasía, no es una utopía.
Cuando alabas hay algo que sucede
Los ángeles del cielo se ponen de pìe
y entonan alabanzas al Cordero.
No me digan que es mentira.
La alabanza tiene poder,
poder para vencer.
Vence tinieblas, mentiras, hipocresía y todo
Alábenle siempre, con toda libertad
porque al alzar las manos hay poder en Él.
Porque al saltar algo nuevo se desata.
Porque al aplaudir proclamamos al Santo
Alábenle con sus cuerpos,
no se retengan más.
Tiempo delevantarse del polvo
y sin vergüenza proclamar al que vive.
Si a los cantantes famoso el mundo adora,
¡cuánto más nosotros!
¡A jesús, pasión de multitudes!
Alábenle más que a los cantantes,
y habrán frutos en sus manos.
Porque cada gesto, cada entrega, cada ofrenda,
es una semilla que puedes darle a Él.
(Cuando enfrentes grandes problemas, no olvides que adorar es un arma en tus manos. Dios sabe que no exagero)
La foto de arriba corresponde al año 2005. Rinconada de Maipú