"Si vas por la calle y derramas una lágrima, soy yo que va contigo..." Mientras camino hacia la Universidad o de vuelta a casa, pienso en Dios. Pienso en lo que significa para mí. Pienso en lo que anhelo de Él e imagino lo que Él anhela y sueña de mí. No lo puedo entender y sólo sé que tengo hambre de Él.
Paso a paso veo que todo es distinto ahora. Que lo antes me daba seguridad ya no está, y que sólo puedo mirar lo que he vivido para encontrar mi seguridad en la intimidad de Dios, en el secreto que desea compartir conmigo. Entonces soy desnudado, quebrantado y descubierto. He preferido dejar de analizar a Dios y comenzar a creer; dejar de juzgar a los que, diciéndose cristianos, hacen cosas que no son muy cristianas; y comenzar a avanzar sin importar lo que fui o lo que tuve o tengo. Mientras camino me digo a mí mismo: "Sería tan fácil que Dios te usara si tan solo dejarás de calcular lo que es humanamente posible, y te abandonaras a sus propósitos, sin importar las formas ni las personas".
Mientras camino, veo mi sombra y me doy cuenta que los temores son como ella: siempre estarán allí, de día y de noche, siguiédome cuando quiera decidir algo importante o cuando quiera confrontar mi pasado. La meta no está en la sombra, sino en seguir avanzando en medio de la adversidad.
Paso a paso veo que tengo hambre de Dios. Eso, ciertamente, suena muy cliché, pero me gustaría volver a ver las impactantes imágenes de cuando llega un camión cargado con comidas para miles de pueblos que viven en la miseria. ¿Han visto cómo se avalanzan sin respetar filas ni orden? Si tan sólo mi hambre fuera como aquella, sólo para perseguir el amor de Dios desesperadamente. Cuando hay hambre de Dios, las formas eclesiásticas se hacen escasas y lo que todos llaman "el orden de Dios" se esfuma cuando estamos necesitados de Él. No hay formas, no hay tamaños; sólo es Dios y yo, sin prejuicios ni miedos.
Mientras abro mi corazón a Dios, siento otra vez su unción. La unción que me recoge otra vez y me lleva a soñar en la realidad, a hacer cosas imposibles y a confrontar lo que siempre temí.
Y ahora me pregunto: "¿Cómo puedo transmitir esa pasión?"