"Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza" (Salmos 3:3, RV60)
Lo cierto es que muchas veces tenemos otros escudos que no son Dios. ¿Cuál es el tuyo? Cuando pienso en los escudos que tengo, se me vienen a la mente todos esos clichés que uno dice cuando no quiere sufrir: "Dios tiene lo mejor para mí"; "confía en el Señor.."; "ten fe que él siempre responde"... ¿Cuáles son tus clichés? El escudo de Dios es un escudo que permite el sufrimiento para nuestra formación y crecimiento. Muchas veces sufrimos y nos aquejan circunstancias que nos debilitan anímicamente. Es ahí cuando pensamos en que Dios no está con nosotros; cuando pensamos que todo en la vida cristiana es causa-efecto, es decir, "hice algo mal" y ahora "estoy recibiendo mi castigo"... cuando no siempre es así. Tener a Dios como escudo es asumir que muchas veces recibimos malas noticias, fallecen nuestros seres queridos, tenemos problemas familiares, etc; pero que toda la tristeza la vivimos en Dios, esperando en él la salvación. Incluso los momentos más depresivos pueden tener consuelo en el escudo que Dios pone alrededor de nosotros... Y es mejor ese escudo que cualquier otro que podamos anteponer: ese egoísmo, esa autocompasión, ese carácter que muestra risa, pero que por dentro sufre mucho; esa baja autoestima oculta detrás de una máscara extrovertida... etc.
Al deshacernos de los otros escudos, permitimos que Dios sea escudo alrededor de nosotros... nos dé esperanza y levante nuestra cabeza para renovar nuestras fuerzas.
2 comentarios:
Salmos 3:3 es un bello verso. Sabes si muchas veces caemos en la mentira de pensar que Dios trabaja en nuestras vidas con causa-efecto. Pero nos olvidamos de que la gracia y misericordia de Dios es inmerecida.
Me gusta mucho tu blog. chequee mi blog en http://carlavdq.blogspot.com/
Él realmente es nuestro escudo...
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