Dios se encargó de hacer todo de nuevo, con un nuevo comienzo. Les invito a celebrar conmigo los milagros increíbles que Él hace cuando le creemos!!
30 de mayo de 2011
24 de mayo de 2011
Despierto y aún estoy contigo...
16 de mayo de 2011
El poder de Dios: una cuota de asombro
14 de mayo de 2011
Al Dios que cumple
"Mira, el invierno se acabó
10 de mayo de 2011
=)
Recuerdo bien ese día cuando, con tensión en el cuerpo, me puse a escribir. Lo recuerdo porque los perros ladraban fuerte afuera y las luces y bips de los autos se veían y escuchaban desde lejos. Afuera, un auto verde nos tapaba la entrada de la casa, mientras me disponía a trazar líneas sueltas que consiguieran descargar toda la pena, la rabia y la impotencia acumulada. No sabía lo que vendría más adelante... esperaba lo peor: más tensión, más tristeza y tal vez depresión... Cuando me puse a escribir, las lágrimas asomaban solas y sin permiso... Mis mejillas tibias, se volvían más rojas de lo habitual. Reinaba el caos y la tristeza...
Recuerdo bien el día porque me despedí de él con una frase fría, sin saber qué decir. Lo miraba como diciendo: que bueno y que malo que te vas. Cuando se fue, las luces se apagaron, los sonidos cesaron de repente... Los perros dejaron de ladrar y me encontré solo, otra vez. Era esa sensación de soledad que había sentido tantas veces ahí solo en mi pieza. Esa sensación de querer estar con alguien, pero no saber con quién. Lloré. Las lágrimas se hicieron escasas mientras le decía a Dios que le rendía mi felicidad. Recordaba las palabras de amigos que me decían: Saltarás de felicidad algún día.. Yo les decía "sí, sí" y les agradecía falsamente sus buenos deseos...
Recuerdo bien el día porque comenzó una etapa nueva en mi vida. Son esos momentos en que sabes bien que las cosas cambiaran su curso habitual y demandarán más esfuerzo y perseverancia. Sin duda, me sequé las lágrimas ese día y escribí: "Señor, te rindo mi felicidad". Me las volví a secar, porque cada vez que escribía, ellas asomaban solas entre tintas de azul y frases inspiradas en el momento. Cuando por fin las pude secar, asumí que debía madurar, crecer y ser de otra manera. Me propuse ser distinto a otros. Me autoexigí desde ese momento ser bueno en todas las áreas. Quise hacer las cosas bien. Sin embargo, en ese camino Dios me habló y me dijo que debería depender de él y que él se agradaba de mí sin importar mis fallas... Aún en ese día, que fue el más oscuro de mi vida, cuando mi papá se fue de la casa y quedamos solos...
Recuerdo bien ese día porque hoy también lloré solo en mi pieza como aquella vez. Pero en este 2011, cinco años después de todo el caos, todo fue muy distinto. Miré la cama donde me había acostado a orar y vi que habían unos premios que había ganado en la ceremonia de titulación. Los vi allí y me puse a pensar en la fidelidad de Dios... De nuevo lloré como un niño... Hace mucho que no lo hacía. De pronto sentí que todo lo vivido valió la pena en este día. Recordé los aplausos de los compañeros cuando me dieron el privilegio de ser "el mejor compañero" (valga la redundancia); recordé la amistad creada con muchos de ellos y todo lo que Dios me bendijo en este día. Recordé que cuando me dieron el premio y me fui a sentar, Dios me habló de nuevo, como hace mucho no lo hacía: "Yo estoy contigo, hijo". Me dijo y me contuve la emoción de estar ahí. Sin duda alguna, este es el día más contrastante de mi vida... Si el otro fue el más negro, este es por mucho el más alegre en años.
Recordaré este día porque vi que Dios me amaba... porque veía en su rostro la alegría de un trabajo terminado, de un carácter que costó tratar, pero que ahí estaba... Le pregunté por qué tanto amor y tanta fidelidad... Él guardó silencio... De nuevo al escribir, las lágrimas brotan solas...
Mientras le daba gracias a Dios, abrí los ojos y pude ver otro regalo. Era un libro. En el viaje a casa de este día, vi de reojo el título y ya me había emocionado. Cuando lo abrí en la casa y vi lo que estaba en su interior, de nuevo las lágrimas brotaron solas... creo que en tantos años había llorado de nuevo como hoy, pero nunca de tanta felicidad. En ese regalo había una foto que miré con detención. Otra vez recordé las vueltas que tiene la vida. La volví a mirar y a leer el escrito que traía adjunto. Entonces la "vi". Siiiiiiiii, era ella! Era ella la que había estado esperando!! La tuve todo el tiempo allí y Dios se encargó de hacerlo evidente. Recordaré este día porque me emocioné de saber que la Pauly era la persona que Dios me había regalado, como parte de la larga lista de sorpresas de este año.
"Y ahora te miro a ti de nuevo, querido Dios. Como en antaño.. como hace cinco años, en que, escribiendo en un viejo cuaderno universitario, viste mi dolor. Nunca hubo tanto dolor como en aquella ocasión... Había incertidumbre y mucho temor. Hoy te agradezco porque me sanaste, me hiciste de nuevo y veo un nuevo camino que has trazado para mí. ¡Qué bueno fue haber dejado el pasado atrás! Había tanto dolor; hoy, alegría. Había tanta depresión: hoy, ganas de vivir. Había desmotivación pura; hoy, nuevos proyectos que tengo en mente emprender. Había rencor; hoy pude agradecerle a mi papá por todo. Había enemistad; hoy, muchos amigos. Habían muchos colores negros; hoy, muchas luces. Gracias Señor... las lágrimas siguen corriendo solas je.. pero hoy me extiendo a ti como en antaño, para abrazarte y para decirte que, aunque pase por lo más bajo o lo más alto, es a ti a quien quiero y a quien deseo, más allá de todo... Te amo"
5 de mayo de 2011
La felicidad que va por dentro
La felicidad es tan fácil de alcanzar que a menudo la escondemos en el olvido de la rutina. La miramos de reojo y nos parece difícil de alcanzar. Seguramente si para usted alcanzar cierto status quo dentro de la sociedad es sinónimo de felicidad, entonces le costará llegar a ella o verá limitaciones. Si para usted el tener poder adquisitivo es sionónimo de felicidad, ésta fluctuará de la escasez a la riqueza sin que usted se dé cuenta. Pero esto no es felicidad.
Nos han hecho creer que la felicidad se alcanza a través de más dinero. Pero esto no es felicidad. Nos han dicho que si estudiamos y conseguimos una buena carrera y un posterior trabajo, podríamos alcanzarla. Pero eso no es felicidad. "Mientras más tengo, más feliz soy"... ese es el mensaje escuchado a través de la publicidad y los medios de comunicación. Buen auto, buena casa, buena esposa, etc. Pero esto no es felicidad.
También nos han dicho que si oramos más, seremos más felices. Que si somos buenos cristianos, tendríamos asegurada la felicidad por el resto de nuestros días. Sin embargo (y lo diré aunque parezca medio hereje), ¿por qué hay tan altas tasas de depresión dentro de la iglesia? ¿dónde está el mensaje de prosperidad que nos anuncia el evangelio que predicamos? ¿por qué entonces si "cumplimos" en todo con Dios, nos toca la pobreza y la enfermedad? La religión también nos dice que si la seguimos, seremos felices. Pero esto no es la felicidad. El ser un "buen" cristiano, no lo hará más feliz. Nos sumergimos tantas veces en una autosugestión acerca de cómo Dios nos va a bendecir en el futuro, pero nunca la aterrizamos al presente, al día a día... a la rutina... a la ida al trabajo y a su vuelta, al saludo a la familia...
Pero si trabajar en un buen lugar, tener una carrera, ser buenos en la vida, no es la felicidad... entonces, ¿qué es..?
"Para mí el vivir es Cristo..." Así lo dijo el apóstol. Y también agrega: "Si tienen sustento y abrigo, estén contentos con eso". La felicidad no es algo externo. No la consigues por cosas logradas a través de las circunstancias. La vida no la encontramos en nuestros logros, menos en trabajar más o creer que teniendo más dinero viviremos una vida más plena. Tampoco se consigue por una ardua vida de oración por cumplir. No se trata de acciones externas que puedan llegar a hacernos felices. Se trata de un corazón que se ha encontrado con Dios realmente. Dios es capaz de hacernos felices, pero no por "darnos" más bendiciones externas, sino por llenarnos internamente. Cuando nos encontramos con él, entonces la oración ahora sí tiene sentido. Dado que ya somos felices, no vivimos aferrados al dinero o al estrés de tener que llegar a fin de mes. Dado que somos felices, ya no pedimos más que estar con Él, de encontrarnos con su persona. Hasta que lleguemos a decir: "Señor, no te quiero pedir que me des cosas... te quiero a ti"...
La felicidad es Cristo... en sufrimientos tal vez, o en enfermedad... o en momentos de depresión. Aún en lo más bajo podemos estar felices porque lo somos y ya no vivimos dependiendo de la variación del clima o del color de las circunstancias. Ahí cobra sentido trabajar menos -tal vez ganar menos dinero- pero estando más con la familia.
A veces, cuando llego a la casa, oigo a dos pequeñas niñas que me salen a recibir. Siempre sonriendo esperan mi llegada. Con cara de cansancio aún, abro la puerta y siento que corren. Ellas no saben que ese simple gesto es capaz de alegrar incluso el día más triste o estresante... Es ahí cuando entiendo que la felicidad no la consigues buscándola en el dinero.. La tienes ahí, frente a ti... cuando alguien te demuestra que te quiere o cuando nos decidimos férreamente a vivir la vida sin presiones. Aún eso es un esfuerzo diario... ¿asumiremos el reto?
1 de mayo de 2011
Con una actitud correcta [...]
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio
La cultura del balcón
Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...
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