1 de diciembre de 2011

El motivo del agradecimiento


Un jefe complicado. Un compañero de universidad insoportable. Un pasajero que en la micro me empujó sin pedir disculpas. Un papá mal genio. Una muerte no esperada. Etc. Son tantos los motivos por los cuales podríamos quejarnos... Nos quejamos por la relación que tenemos con otros, porque hace calor o porque hace frío. A veces nunca nos saciamos. Decimos: "Si cumplo esto en mi vida, voy a ser feliz", y cuando llega eso, inmediatamente aspiramos a más y nos sentimos vacíos de nuevo.

Cuando agradecemos, ponemos la mirada en lo bueno y no en lo malo. Centramos el discurso en lo que se ha cumplido y no en lo que falta por cumplir. Reubicamos nuestra atención en lo importante por sobre los detalles innecesarios. Como diría Jesús: "... La vida es más que la comida, y el cuerpo más que el vestido". Al agradecer, decimos: "No importa lo que esté pasando; te agradezco porque te tengo a Ti". A veces no nos conformamos hasta que se soluciona todo, sin embargo, Dios está interesado en cambiar y forjar nuestro carácter antes que cambiar pronto las circunstancias. Desde ahora, cuando oremos, no reclamemos que Dios cambie las cosas a nuestro antojo y a nuestro tiempo. Eso es precisamente centrar nuestra vida en nosotros mismos. Más bien, pidamos estar con Él y que nos baste su gracia y una relación fuerte con Él para superar las circunstancias dolorosas.

"La vida se torna de nuevos colores, cuando decidimos ver la actividad de Dios por sobre las del diablo. Cuando centramos la vida en lo que Dios quiere, comienza a brotar la adoración verdadera, es decir, aquella que no se basa sólo en lo que sucede alrededor, ni tampoco se fundamenta en deseos personales. La adoración sincera no anhela más que al Señor y Su compañía. Es allí donde se revela y nos muestra Su paz... Esa paz no es pasiva, sino que es capaz de aplastar en breve al enemigo"

1 comentario:

Fabiola dijo...

que nada nos quite el gozo de conocerle y estar en su presencia!!
Saludos amigo =)

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