14 de septiembre de 2015

Dejando de dar vueltas

Uno puede pasar muchos años dando vueltas sobre un mismo desierto. Ese desierto puede ser una experiencia que nos marcó en el pasado y sobre la cual seguimos llorando o lamentándonos. También podría ser una forma de pensar que nos ha mantenido insensibles e indolentes. O falta de perdón. O incluso ese desierto puede ser el dinero, el cual nos puede mantener presos de una mentalidad de pobreza, de que nunca lograré nada por falta de recursos; o, en el otro extremo, un gran éxito que nos une de tal manera a las riquezas, que pensamos que nunca acabarán y terminamos mirando en menos a otros o siendo avaros.

El pueblo de Israel no le creyó al Señor... No creyeron que Él los llevaría a una tierra fértil, y que les daría la fuerza para derrotar a enemigos más fuertes que ellos. No creyeron que el Señor sería capaz de sostenerlos y escogieron quejarse, lamentarse, tener ganas de volver a Egipto... a ese pasado de esclavitud. Escogieron mirar atrás en vez de mirar hacia Canaán. Aquel era el lugar de la promesa que Dios había hecho incluso a Abraham, Isaac y Jacob. No fueron capaces de ver más allá de sus necesidades... y murieron en el desierto, dando vueltas por 40 años.

Esto me ha hecho pensar mucho en cuál es el actual desierto sobre el cual me estoy moviendo por años y que no he podido dejar ver las promesas que el Señor ha puesto sobre mí y mi familia. Muchas veces me he movido en el desierto de la queja y la lamentación... el cual ha confirmado que no veré nada nuevo si me sigo quejando y no permito que el Dios me cambie y vea más allá de los problemas o conflictos. Por eso pienso que necesito dejar de caminar por ese desierto espiritual... ese desierto donde sólo me dejo dominar por lo que que veo y no pienso en lo que Dios me ha prometido.

Dejar de dar vueltas a veces implica dejar atrás a personas que no nos hacen bien. Significa no tratar de cambiar a quienes nos rodean todo el tiempo, sino más bien, mirar a Jesús y entregar todo aquello que sale de nuestro control. Dejar de dar vueltas significa sacarnos el peso de encima y dejar de sufrir por aquello que no podemos cambiar. Dejar de añorar tiempos pasados que no volverán y levantar la vista hacia lo que vivimos ahora. Declarar sobre nuestras vidas lo que el salmista decía: "Dios cumplirá su propósito en mí". Y de una vez por todas creer. Soltar el temor a quedarse sin dinero. Soltar el temor al rechazo. Soltar el temor a quedarnos solos. Soltar la comparación con los demás. Soltar nuestro ego y nuestra reputación.

Y tú, ¿en qué has seguido dando vueltas estos últimos años y que te impide mirar la "tierra prometida"?




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