8 de septiembre de 2015

Este es mi clamor

A veces uno quiere que todo resulte bien. Que el compañero de trabajo llegue de buena, que la otra señora no se altere por muchas cosas y que, en cierta medida, todo surja sin grandes imprevistos.
A veces queremos panoramas ideales, tan ideales que nos frustramos cuando nuestros planes no funcionan... o si de repente el compañero de trabajo llegó estresado, o la señora se alteró por cualquier cosa.

Por eso, cámbiame Señor. Cambia mi corazón y la manera en que miro las circunstancias a mi alrededor. Cámbiame y hazme ver todo aquello que nunca he visto en los demás, hasta ser capaz de amar a mi adversario, amar a aquel que habla mal de mí, amar a aquel que me pasa a llevar.

Pero para ese cambio, te necesito. No puedo solo. Cuando he tratado de cambiar solo, he tenido un único resultado: frustración. Frustración en esforzarse por que las cosas resulten como uno quiere que resulten. Sin embargo, al final uno se da cuenta que la vida se hace de muchos pedazos de cuadros rotos, que tú comienzas a armar por medio del lazo más fuerte: tu gracia. Es esa gracia que me grita a diario que no dependa de mí para realizar las cosas. Que no dependa del carácter del compañero de trabajo o de las reacciones de la otra señora. Que no malgaste mis energías y recursos en tratar de cambiarlo todo para hacerlo un panorama ideal. Que simplemente depende de ti en medio de la turbulencia, en medio de la adversidad, en medio de los diferentes caracteres, en medio de la escasez, en medio de la abundancia y el éxito, en medio de los rencores... En resumen, que mire a la cruz y me sea revelado el gran secreto: consumado es...

No te quiero como un concepto. No quiero acudir a ti cuando me encuentre en dolor o necesidad. Más bien, anhelo el silbo apacible de tu presencia. Anhelo el abrazo profundo de un padre que ama a su hijo. Anhelo tu voz, la cual aparece y ruge en medio de los escollos de la vida. Señor, anhelo verte.. no como un concepto, no como "algo" a quien acudir o como un dogma de cosas que cumplir. Anhelo conocer al Dios de las Escrituras... Y ser lleno de ti y de tu Espíritu para hablar sin temor a ser rechazado, sin temor a ser insultado, sin temor a las burlas.

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