10 de diciembre de 2007

Entre el Líbano y el Labrador


Las pisadas iban dejando sus huellas entre el pasaje Líbano y el Labrador. Entre calles desiertas yo te hablaba, y sobre tus pasos yo pisaba. Allí yo también te conocí y vi tu gloria bajo la forma de lágrimas que brotaban espontáneas, sin más que expresar en sí mismas.


Entre mi soledad y mi silencio, te pedía que me sanaras, mientras se acercaban las fechas que cuando niño siempre esperaba. Sobre todo cuando abríamos los regalos y abrazábamos a quienes nos los obsequiaban. Eran los recuerdos de un buen pasado, de un buen tiempo en familia. Entonces, cuando todo se destruyó, cuando las luces de navidad no brillaron más, me hallé desierto, y a causa de eso te pregunté cómo hacer para construir una nueva familia entre las ruinas.


Entre tu silencio y tu soledad, me respondías que era necesario que pasara esto a causa del llamado que tenías para mí. Entonces no entendía, no vislumbraba lo que tenías para mí; solamente decía "aquí estoy, puedes contar conmigo".


Y mientras caminaba, cada pisaba se mojaba con las lágrimas que brotaban de mis ojos, mientras te decía: "No me dejes solo; sana mis heridas".


¿Cómo sanar a los demás, si mis heridas aún están abiertas? ¿cómo entregar tu llenura si aún mi corazón está lleno de carencias? ¿cómo vendar las heridas si yo soy el primero en necesitar tus vendas, Dios? Entonces llegaba a una sola respuesta: "Haz lo que quieras de mí". Entoces sentía cómo tu presencia me abrazaba, y sentía tu sonrisa sobre mí; y tu gracia me hablaba de día y de noche, mientras caminaba entre las aceras inmóviles de la noche de la villa. Y allí me contestabas: "Yo te llamé", y ya no era una lágrima, sino un clamor que surgía de mi vientre; eras tú levantándome de entre los muertos, y restaurando mi vida completamente...



Aunque estas fechas sean un tanto difíciles, quiero que sepas que eres mi regalo más preciado, mi regalo más esperado. Si me mandan un regalo, quiero que seas tú... tu compañía es mi regalo preciado, mi anhelo desde la niñez, mi desesperación por abrirte pronto, y encontrar que aquel papel de navidad cubría tu corazón, que esta vez podía ver en plenitud.



Vuelvo a ser un niño, vuelvo a ser lo que esperabas de mí... y a volver al llamado de dar a conocer tus noticias de esperanza. Ese es mi llamado... un llamado entre las calles de la ciudad. Aún habrá esperanza para ti y para tus hijos... Creo en ti, creo en tu palabra, y confío en tu promesa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

simplemente impactante tus palabras!

Si Papá es tú mejor regalo, tú tb eres un bello regalo para Papá,porque eres su hijo Amado!

cariño amigo, y...a seguir esperando la junta P.L.R :(

Joycita

JamesRock7 dijo...

Todos tenemos noestros fantasmas por ahí... cosas que de a poco van sanando. Y eso es lo más importante... van sanando, y nos podemos sentir mejor, y además vemos cómo Dios está con nosotros en este proceso.

Yo igual me he hecho muchas preguntas así, con - tú ya sabes qué - pero, al final, este versículo se me viene a la mente:

No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.

Filipenses 3:12-14 (Nueva Versión Internacional)


Ya te conté qué onda ayer. Escribí algo por ahí, porque llegué podrío al lab. De repente nos podríamos juntar a almorsars, dado que estamos tan cerca. A ver si nos sacudimos un poco la pudrición, o nos pudrimos más (jejej).

Ya oh. Cuídate, y recuerda quién es el importante en Navidad. Y si te duele, acuérdate que pasa rapidito. Y Dios está contigo dondequiera que vayas. No lo olvides.

La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...