3 de febrero de 2008

Un grito desesperado

Y de pronto sufro... de pronto las lágrimas vuelven a brotar, y un solo clamor de sanidad emana de mis ojos. De pronto me hacen sufrir... queriendo avanzar y no poder.

Dime Dios, si podré perdonar esta vez. Dime si otra vez podrás transformar esta humillación en victoria. Dime si estás al control de todo. Dime me hablarás de nuevo y podré ser libre... más y más...

Te necesito más que nunca, mientras cada letra lleva el sello de mis dolores, de mis deseos intensos de caminar tocando el viento, de correr sintiendo el olor a pasto fresco. Dime si otra vez saldré victorioso de esta. Me siento consumido, cansado, sediento y hambriento de ti... oh Señor...

Que alguien me diga si todo esto pasará alguna vez. Si podré dejar de hacer caso a esas palabras de maldición con las cuales mi papá me daña cada cierto tiempo. Y callo, lo guardo... llorando en el secreto, donde nadie pueda tener sospechas de que estoy triste... o de que soy tan débil en mi corazón...

En estos tiempos no sé más que adorar, no sé más que agradecer, pues eso es lo que me enseñó el Señor cuando estuviera en tiempos de tempestad. Algún día descansaré y veré en mis hijos el fruto de un nuevo tiempo para mí... Algún día sentaré a mi papá y le diré: "eres mi amigo", aunque me destruiste y aunque derrumbaste sobre mí tu violencia, recibiendo tus golpes de espada verbales. Algún día lo abrazaré sin prejuicios y sin argumentos diciéndole que no me debe nada y que ya olvidé todo lo sucedido. Mientras tanto... espero en Dios lo que venga, como a un niño que expectante espera la sorpresa de su padre, que esta vez lo recibe con brazos fuertes y amor incondicional.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lectora ...

sólo decirte, que DIOS ES FIEL Y NO HAY DISTANCIA PARA QUE CLAMEMOS A ÉL
TE COMPARTO DE MI DEVOCIONAL DIARIO

Aun cuando los amigos pueden ser una ayuda, sólo Cristo puede llegar más allá de nuestras lágrimas y tocar las profundas heridas de nuestros corazones. Su consuelo nos puede sostener en las luchas de nuestras vidas hasta ese día cuando Dios mismo enjugue toda lágrima de nuestros ojos (Ap. 21:4).

El Dios enjugará nuestras lágrimas.

Bendiciones
lectora,

Anónimo dijo...

creo que ya te dije todo lo que tenía que decir (aunque me costó fui obediente ,tu sabes a qué me refiero),pero no está mal volverte a repetir que ...!verás los cielos abiertos,sobre y tu familia!, de eso no hay duda ,y entenderás que lo que estás pasando terminará siendo tu mayor gozo


te quiero mucho amigo!

abrazos,

Joycita

La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...