16 de abril de 2010

Nuestra "triste" realidad


Arriba del transantiago. También en el consultorio urbano que no atiende a la hora. En el consultorio rural que está atochado de gente sin que den abasto los servicios de urgencia. Un padre ausente. Un hijo rebelde y una hija indolente. Un hermano conflictivo y otro desinteresado por la familia. Un jefe explotador. Un trabajo agotador. Un compañero de trabajo arribista y chaquetero. Un rojo en la universidad y un ramo reprobado. Una crisis económica. Una enfermedad crónica y la muerte de un ser querido.

Cuando uno es niño, la vida se torna algo sencillo. Un par de juguetes hacen feliz a cualquier niño que encuentra en ellos una forma de pasar la tarde de manera entretenida. También uno se reía cuando el perro ladraba o movía la cola de manera incesante... Cosas simples que para ellos son muy importantes. Cuando uno los ve, mueve la cabeza y piensa: "Qué inocentes son...".

Recuerdo bien un día en que me propuse observar el comportamiento de la gente. Estaba en la Plaza de Armas y de pronto choco con un caballero de frente. Tratando de insultarme, se alejó balbuceando y mirando al suelo. Cuando subí a la micro, la imagen fue extraña, porque vi que cada pasajero iba sentado solo y el asiento del lado estaba desocupado. Algunos dormían y otros miraban por la ventana, en un ensimismamiento que asombra. Esta generación es desconfiada... le gusta hacer las cosas solos por temor a que alguien haga fracasar el éxito que con tanto esfuerzo hemos alcanzado. Esta generación prefiere ir al mall a olvidarse de sus problemas comprando y creyendo que una carrera profesional podrá llenar sus vacíos. Y se defiende como nadie cuando alguien intenta ayudar...

La autocompasión no lleva a nada más que a perpetuar el profundo sentimiento de soledad y abandono que muchas veces tenemos. Lo vivió Jonás, Moisés, Elías y Jacob. Es ese profundo sentimiento de ver que "nada cambia, que "todos avanzan menos yo", que "para otros es tan fácil y para mí no", etc. Y el pasado juega un rol tan importante en esto, que si no lo cortamos con lo bueno y lo malo, nunca podremos avanzar hacia la siguiente etapa... No le resto valor a los problemas, pero si le resto el valor a vivir creyendo que todo es un problema... y aún peor... de personas que sacan ganancia a partir de su problema. Cuando Jesús le preguntó al paralítico: "¿Quieres ser sano?", se lo dijo porque algo había en su corazón que no lo había hecho caminar, más que un ángel que bajara cada cierto tiempo o alguien que lo cargara hasta el pozo: un corazón autocompasivo. Y su respuesta fue inmedita: "Pero es que Señor... no tengo a nadie que me haga bajar y otro toma mi lugar"... "Pero es que Señor..." "Pero es que Señor"...

Esta semana hicimos una educación a un grupo de 4 niñas y un niño. Cuando terminamos, vi unas caras de agradecimiento que no había visto ni siquiera en los campamentos de Perales hace dos semanas. Se despidieron dándonos un beso y prometiendo volver a la siguiente sesión de prevención de caries. Esta generación necesita el amor de Dios... y necesita a personas que le muestren a Cristo de una manera práctica, brindando un Dios y una esperanza que no niega ni resta valor los problemas, pero que sí les dice a los mismos problemas que no serán un estorbo para cumplir el propósito que Dios prometió.

2 comentarios:

JamesRock7 dijo...

Buen escrito.

Oye.... escribes buenos devocionales....

Tómalo en cuenta a futuro.

Un abrazo!!

Guille dijo...

Amigaso, gracias por compartir este escrito.

Es verdad, los problemas son potenciales nubladores de nuestra visión de la vida, en especial los que llevan harto tiempo sin resolverse... pero creo que lo único que queda es poner la mirada en Jesús, y caminar...

...saludos querido amigaso, y DTB!!!!!!!!!!!!!!

La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...