8 de agosto de 2010

Una chapa sin aceite


Hace pocos días, la chapa de la reja comenzó a presentar problemas. Cada vez que metíamos la llave, costaba para que diera la vuelta. Cierto día probamos con mi hermano de echarle aceite, pero fue peor, porque le dimos una vuelta con la llave y se quedó trabada ahí. No hubo forma de moverla. Al siguiente día mi hermano -a martillazos - logró abrirla y confirmó nuestras sospechas: había mucho óxido y polvo, pero además algo que me llamó mucho la atención: había incluso telas de araña en su interior. Quizás desde cuándo esos delgados y pequeños hilos se habían entretejido ahí dentro sin que nadie lo supiera. De hecho, en veinte años esa reja nunca había fallado en quedarse trabada. La pintamos muchas veces por fuera e incluso varias veces le habíamos agregado el antioxidante. Sin embargo, el frío de este invierno fue implacable y al parecer el óxido y la suciedad de la chapa impidieron que su función se conservara inalterable por algunos años más.

Lo más raro de todo es que, cuando miré dentro de la chapa todas las telas de araña que habían ahí, algo me hizo sentido de cómo estaba mi corazón... Fue como si me hiciera la siguiente pregunta: "¿Estará mi corazón así: con óxido y polvo en su interior?" Probablemente parezca hilar fino, pero creo que vale la pena si lo llevamos al plano de nuestra relación con Dios.

La chapa descrita, claramente necesitaba una mantención más periódica. En todos estos años, no recuerdo una sola vez en que alguno de nosotros la haya lubricado. Nos preocupamos sí de su apariencia externa y de que las personas que pasaban por el frente de la casa, la vieran con una hermosa presentación.

Nuestra relación con Dios es precisamente esa chapa. Bien puede parecer linda por fuera, pero lo más importante está en lo íntimo, en el secreto que nadie ve... de hecho es en el interior de la chapa donde ocurre funciona el mecanismo de la llave y la chapa. Pero si no se mantiene, la chapa pierde su lubricación, y aunque utilicemos la llave correcta, está no dará la vuelta, se bloqueará y no podremos ingresar adonde queremos.

El óxido y el polvo, en este sentido, representan todas aquellas cosas que han aninado en nuestro corazón por mucho tiempo y que no se ha limpiado: prejuicios, heridas del pasado que no han sido sanadas y superadas, nuestra voluntad cuadrada de hacer las cosas, etc. Muchas veces le decimos a Dios que venga con poder a cambiarnos, pero resulta que él es la llave, pero no la chapa. La llave puede calzar muy bien, pero el problema está al interior de nosotros, que impide que la llave gire y podamos ingresar a nuevas etapas en nuestras vidas.

La intimidad con Dios no trae condenación a nadie, sino más bien expone nuestro corazón para asumir nuestras debilidades y errores para ser perdonados y ayudados por Él. Muchas veces confesamos con nuestras bocas que adoramos a Dios, pero en nuestra "chapa" sigue existiendo óxido. Y repito: la llave puede ser la correcta, pero la chapa puede tener un problema en su interior.

Para finalizar algo muy importante: la relación con Dios se basa en lo que Él ha hecho y hace por nosotros día a día; en lo sucesivo no intente presentarse a Dios como si no tuviera ninguna debilidad o como si debiera rendirle cuentas de su perfección y su "buena religión". Lo único que basta para que esa reja funcione, no es sacar copias de más llaves, sino más bien dejar que Dios abra nuestro corazón (la chapa), exponga nuestra realidad y permitamos que nos limpie. Nunca debemos cambiar PARA estar en la presencia de Dios; más bien, EN la presencia de Dios somos transformados.

2 comentarios:

JamesRock7 dijo...

Sip...
hay que tener ojo cuando no limpiamos la chapa...
Mejor dejar que Dios la limpie, cierto??

Oye, no entendí la última figura de las copias de llave.

jejeje

1 abrazo!!

David Menares dijo...

Gracias por contestar James... Ahí corregí eso que no entendiste (me había expresado mal).
Un abrazo!

PD: Mejor que Dios limpie la chapa :)

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