1 de agosto de 2010

Un perdón que cuesta todo

Me parece impactante que varias veces en la Biblia Dios nos desafíe a ser como él. "Sean santos porque yo soy santo", "... para que sea perfectos, como su Padre en los cielos es perfecto".
Uno de los temas en los que Dios nos llama a parecernos a él, es en el tema del perdón y la reconciliación.
La palabra misma nos puede evocar muchas experiencias en donde hemos cometido errores que nos han dañado a nosotros mismos o a otros; o a la inversa, que otros nos hayan dañado. La palabra misma llama al término de un conflicto, al fin de una etapa de dolor o de ofensa, y que da paso a una etapa de reconciliación. No es fácil. Nadie dijo que no sería complicado mirar al ofensor con amor. Sin embargo, hay algo en la mirada de Jesús que nos llama a responder con amor en vez de venganza, como si el arma misma de venganza que Cristo impone es la de amar y servir con mayor voluntad a quienes nos ofenden. Quizás por eso el perdonar no implique un simple acto de palabra, sino más bien un acto de corazón.

Es muy difícil perdonar a otros si no tenemos conciencia de quiénes somos y de nuestros errores. ¿Has mirado con prejuicio y desconfianza a las personas? ¿Has dicho: nunca voy a perdonar a tal persona por lo que me hizo? Antes de seguir, sacúdase del polvo de esos juicios que ha usado y de esos "nuncas" que emitió en el fragor de un problema o en el nebuloso ambiente del conflicto.

Perdonar implica algo tan sencillo como disponerse a hacerlo. Claramente cuando somos dañados, no a muchos les nace instintivamente el perdonar de corazón; más bien, pensamos mal de la persona. Pero esto implica una etapa en donde debemos rendir nuestros argumentos e incluso nuestros derechos a la voluntad de Dios. Por eso al perdonar, mucho de nuestro egoísmo cae al suelo y nuestro egocentrismo recibe un golpe en la cara...

No puedo olvidar que hace 1 década atrás se hacían marchas a favor de los derechos humanos y del enjuiciamiento de ex-militares por el caso de los detenidos desaparecidos. Había una pancarta que decía: Ni perdón ni olvido... En otra oportunidad escuché a alguien decir: esta generación perdona pero no olvida. Y claro está que el perdonar implica dejar atrás. Si bien uno no puede borrar los recuerdos de su memoria, sí se puede dejar atrás (olvidar) el rencor asociado a ese recuerdo, dejar atrás ese odio asociado a cierta persona que nos dañó. Una forma de vengarse de eso a la manera de Cristo es ofreciendo la otra mejilla, sirviendo a quienes nos han ofendido y amando a quienes se oponen.

Para finalizar quiero detenerme en un punto: ¿Quién es capaz de cumplir con eso? La respuesta es clara: Nadie. Por eso es que si queremos ser como Él, habrá que morir día a día. El perdón cuesta un precio... el precio de olvidar para responder con amor incluso al ofensor.

3 comentarios:

JamesRock7 dijo...

Es difícil, pero Dios nos puede ayudar a hacer esto. Hay que estar dispuestos.

1 abrazo pa ti!!

Anónimo dijo...

yo aprendí a perdonar, cuesta horrores, demoré mucho en perdonar a esta persona,pero puedo decir con firmeza que si se puede, perdonar.

cuando veía a esta persona me dolia,cada vez que oraba,sentia que había una gillotina en mis oraciones, que no avanzaba en el evangelio.

Hubo un tiempo en que viví y el SEÑOR, me enseño, que debo perdonar y así serás libre.

Aprendí a bendecir a esta persona que me trato como basura y hablar bien de quien me ofendio.

después de esté proceso,veía que pasaba el tiempo y sorpendida en como Dios me bendecia de una manera que nunca imagine.

me gusta mucho,este blog, me bendice mucho y gracias por responder a mi petición.

Muchas Gracias y
Bendiciones MUCHAS :D

Andrea M.

David Menares dijo...

Me alegro mucho por el proceso que has vivido Andrea... A pesar de todo el dolor, el perdón muestra una alternativa de libertad increíble! Muchas gracias por proponer temas tb =) Un abrazo.

La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...