1 de diciembre de 2010

Confiar, morir, confiar, morir, confiar, mor... [...]


Ese iba a ser el gran día. Tenía 12 años y uno de esos sueños más grandes que tenía, se haría realidad ese domingo. Había ensayado toda la semana con unos cojines que hacían de cajas, hi-hat, tombs, floor-tombs y platillos. Era aquel sueño de tocar batería frente a toda la iglesia. Lo esperaba. Trabajé un montón, practicando y componiendo algunos redobles (o fills como le llamábamos). El día sábado de esa semana iba a ser mi primer ensayo con el grupo. Y llegado el día, me dicen que no podría tocar por no me acuerdo qué motivos. Me sentí horrible. Como niño me había ilusionado y era un ansiado día para mí; pero sucedió exactamente lo contrario. Recuerdo bien que mi hermano mayor era el líder de alabanza y que notó mi tristeza... Esa noche oré y me rendí, decidiendo esperar más tiempo para poder tocar. Toqué cerca de 6 años y yo diría que marcó una etapa importante en mi vida.

Eso otro iba a ser mi gran aporte a la familia. Había cumplido recién los 18 y decidí regalarle un reloj a mi papá. Era un regalo simbólico pues era el mismo reloj que me habían dado en cuarto medio por las buenas notas. Recuerdo que oré mucho por ese día, esperando que fuera un día que marcara mi vida de ahí en adelante y que lograra conseguir el anhelado acercamiento con mi papá... Pero sucedió exactamente lo contrario... y mucho más que eso... Recuerdo aquel 28 de diciembre de 2006 cuando oré y le dije a Dios que le entregaba mi felicidad, le rendía los éxitos, que rendía todo, para que cuidara a mis hermanos pequeños y a mi mamá.

Yo diría que esas han sido algunas de las veces en que he sentido esa dolorosa sensación de tener que dejar atrás un proyecto o algún deseo contra mi voluntad. A veces uno no entiende por qué pasan las cosas y se resiste a dejarlas atrás. Puedo decirles que no vale la pena darle vueltas a las cosas que nos duelen... es mucho mejor confiar en Dios incluso en lo que no comprendemos y aprender de eso. A pesar de todo... hay que seguir adelante.

3 comentarios:

Fabiola dijo...

"Y aunque el Señor te dé el pan del sufrimiento y el agua de la aflicción, él, que es tu maestro, no se esconderá más; con tus propios ojos lo veras. Y si te desvías a la derecha o a la izquierda, oirás una voz detrás de ti, que te dira: "Por aquí es el camino, vayan por aquí"

Isaías 30:20-21

Tu sabes esperar migo. TK

Anónimo dijo...

opino lo mismo que dice:
Isaías 30:20-21

Dios te bendiga mucho y le sorprenda cada día...

Andrea M. :D

Anónimo dijo...

Saludos, muy interesante el articulo, espero que sigas actualizandolo!

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