16 de febrero de 2015

Son felices los que lloran



Qué título más paradójico! Claramente el versículo 4 del capítulo 5 de Mateo no hace alusión al llanto originado de algo alegre, de una noticia extremadamente buena o nacida del fruto de la nostalgia. Es el que llora de dolor. No por nada, al decir "bienaventurados los que lloran", luego dice "porque serán consolados". Quiero detenerme en los dos verbos que forman el centro de esta bienaventuranza: llorar y ser consolados.

¿Cómo puede ser bienaventurado/dichoso alguien que llora? Al leer el versículo vemos que el verbo está en tiempo presente, es decir, bienaventurados/dichosos los que constantemente lloran. ¿Por qué se llora a veces? Lloramos cuando un dolor físico se hace insoportable o cuando tenemos mucho sueño y bostezamos. Sin embargo, también otras razones.... Por la pérdida de un ser querido. Por sentirse frustrado en relación a un plan que no resultó. Por sentirnos ofendidos por otro. Por la traición. Por depresión. Etc.

Vivimos en medio de un mundo muy rápido. Las comunicaciones llenan nuestra mente. Las redes sociales al instante nos llevan las noticias antes que los noticieros. Presionados en el sistema del trabajo o en querer cumplir con todo sin poder. Presionados por ser buenos en todo, como es socialmente aceptado. Por sacar un título. Por ganar tal sueldo. Por "ser alguien" en la vida. ¿Acaso eso no nos llevaría a un estado de frustración por no ser capaces? Sin embargo, nos cuesta llorar. A veces es mirado como símbolo de debilidad... A veces mirado como una emoción que no solucionará nada. Sin embargo, llorar es una emoción que no debe ser reprimida. Vivimos tan acelerados que ni siquiera sentimos lo que vivimos. Ni siquiera nos detenemos a pensar si nuestras vidas tienen propósito o debemos enmendar el rumbo. Llorar, a la vista de esta bienaventuranza, es una buena práctica que nos hace más sensibles a los problemas ajenos. Si no somos capaces de sensibilizarnos por alrededor y por nosotros mismos, entonces hemos perdido el rumbo. Esto no quiere decir que debamos andar llorando a cada rato o que esté promoviendo la autocompasión. Lo que sí quiero decir, es que son bienaventurados los capaces de llorar y ser sensibles. Aquellos que viven siendo sensibles, están más cerca de amar y de vivir apasionadamente sus vidas.

Por otra parte, la promesa es que aquellos que lloran, "serán consolados". No autoconsuelo. No un autocouching, no un consuelo que venga desde dentro. Sino que desde afuera. "Serán consolados". Por otros. A través de otros. Me gustaría que pensáramos no sólo en la última vez que lloramos, sino en la última vez que alguien nos consoló. A muchos les costaría encontrar una vez en que, como adultos, hayan sido consolados. Mucho de esto tiene que ver con que no dejamos ser consolados. Es más fácil autoconvencerse que debemos ser fuertes, a estar mostrando debilidad ante los demás. ¿Difícil no? Sobre todo si se lucha mucho con la autoestima, es más difícil "dejarse ver tal cual uno es". Es difícil mostrar vulnerabilidad. Por no querer que otros hablen de uno. Por no querer ser tema de conversación. Por haber sido dañados en el pasado. Por no mostrar nuestra verdadera cara. Etc. Esta bienaventuranza nos llama a algo: ser auténticos delante de otros y dejar que otros nos consuelen cuando estamos mal. Es algo duro de lograr. Entre medio pueden haber personas que terminen no siendo dignos de nuestra confianza. Sin embargo, bienaventurados son aquellos que constantemente lloran, porque serán consolados.

Oremos....

"No se trata de nosotros, Señor. A lo largo de la Biblia, y también de nuestra propia historia, terminamos dándonos cuenta que cuando centramos la vida en nosotros, perdemos el rumbo, nos volvemos duros, indolentes, egoístas, etc... Cuando centramos el dolor en nosotros y nuestra capacidad de sobreponernos, nos cuesta más superarlo. No por nada nos has hecho personas que necesitan relacionarse con otros en comunidad. Haznos dignos de esta bienaventuranza, porque al llorar y ser consolados, tú moldeas nuestro carácter y nos permites llegar a ser humildes y transparentes, libres de odio y de rencor. También úsanos para consolar, porque esta sociedad (y dentro de ella, nosotros) lo necesita. Necesita llorar. Necesita ser consolada. Necesita autenticidad. Amén."

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