11 de julio de 2018

Exceso de mí

"Señor, mi corazón no es orgulloso,
    ni son altivos mis ojos;
no busco grandezas desmedidas,
    ni proezas que excedan a mis fuerzas.

Todo lo contrario:
    he calmado y aquietado mis ansias.
Soy como un niño recién amamantado en el regazo de su madre.
    ¡Mi alma es como un niño recién amamantado!" (Salmo 131:1-2)

El salmista menciona el orgullo, altivez, deseos de cumplir proezas que excedan nuestras fuerzas. Todo eso aflora en muchos de nuestros planes (orgullo, mirar en menos a otros y lograr más que los demás aunque eso desgaste nuestras fuerzas). Sin embargo, el salmista menciona el remedio para todo eso: aquietar las ansias y volver a la dependencia de un niño. ¿Cómo está un niño recién amamantado? Satisfecho y listo para reposar. ¿Cómo somos como niños? Calmando la ansiedad, dejando el orgullo y acercándonos al Padre que nos trae descanso.

¿Han anhelado cosas que exceden sus fuerzas? ¿Han mirado a otros en menos? ¿Han creído que trabajando ansiosamente lograrán controlar todo? El salmista hace algo que nos libera de todo eso: calmarse, aquietar las ansias. Sólo así disfrutamos el alimento de parte del Señor, lo cual nos nutre y nos cobija como lo hace una madre.

La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...