Aprender a confiar implica un proceso de selección importante porque no todas las personas están capacitadas para recibir secretos o acompañar en los procesos. Obviamente la tentación es grande en no querer confiar en nadie, pero eso, a la larga, es una bomba de tiempo para nosotros mismos, pues necesitamos de los demás, sean familia o amigos.
Aprender a confiar también tiene mucho de perdón, porque todos fallamos. A veces damos consejos sin empatía, a veces abandonamos, a veces traicionamos, etc. Lo que nos hace volver al camino de recobrar confianzas no es el hecho de nunca fallar (eso sería imposible). Lo que nos hace volver es el pedir perdón y cambiar de actitud.
Dios se encargó de hacer todo de nuevo, con un nuevo comienzo. Les invito a celebrar conmigo los milagros increíbles que Él hace cuando le creemos!!
25 de marzo de 2018
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