30 de junio de 2011

La oración que justifica


Se acercaron tanto el fariseo como el publicano. El primero, muy bien vestido, lleno de muchas cosas buenas que contarle a Dios acerca de sí mismo. El segundo, había engañado a unos cuantos para ganar dinero para el imperio romano. El primero, de pie, oraba a Dios pensando en lo bueno que era. El segundo, postrado en tierra, oraba a Dios pensando en que no sabía cómo acercarse a Dios. El primero, merecía el premio de ser escuchado; el segundo, no merecía nada.
¿Cuál creen que tocó el corazón de Dios? ¿Cuál de las dos oraciones tuvo el efecto esperado? Lucas lo relata así: el publicano volvió justifica antes que el otro. ¿Qué creen que pasó entre medio para que quien se fuera con el favor de Dios fuera el que menos lo merecía? La clave está en la actitud de la oración...
El fariseo daba gracias a Dios por su suficiencia, por ser mejor que otros y por cumplir sus mandamientos. El publicano le pedía a Dios su favor, golpéandose el pecho... sintiendo que no merecía nada. Y es que a Dios no se le conquista con obras ni tratando de ganarse su atención. No se trata de lo que hacemos ni tampoco de cuánto le cumplamos cada instante... Se trata de Dios en todo tiempo y de rendir nuestras suficiencia... porque solamente en él somos perdonados. ¿Cuál fue el efecto? El publicano salió transformado, perdonado; el fariseo, igual que como llegó... Seguir la tradición como si esta tuviera en sí misma la vida, trae consigo la muerte del evangelio. Vivir humillados delante de Dios, nos da vida.

"Señor... hoy nos acercamos a ti con un corazón publicano. Llenos de errores, de vergüenza muchas veces y de temor. Nos acercamos a ti con un corazón que solamente anhela que le hables y que rompas el silencio en él. Ven con tu vida y perdónanos, porque solamente por ti vivimos y por ti somos. Nos acercamos a ti dejando de lado nuestros logros y nuestra autosuficiencia; de manera tal que tu gracia se deposite en nosotros para vivir... Gracias porque nos amas con todo tu ser y porque, al orar y rendirnos a ti, tú nos transformas a tu imagen. Porque somos tuyos..."

28 de junio de 2011

Cuando oramos



Cuando oramos no pedimos y pedimos en una interminable lista de necesidades imperantes. Tampoco lo hacemos por seguir la "regla cristiana". En la parábola del fariseo y el publicano, ambos oraron, pero uno salió justificado y otro no. Tampoco oramos porque otros lo hacen. Jesús mismo dijo que no repitiéramos una lista de palabras como otros lo hacen.

Cuando oramos, pedimos a Dios conectar nuestra voluntad con la suya. No buscamos torcerle la mano ni jugar a los gallitos con él; pedimos que su reino venga a nuestras vidas y seamos más como Él. Siento que muchos hablan a Dios, pero pocos hablan CON Él...

Esta nueva temática traerá consigo la frescura de la relación de intimidad con Dios y las oraciones que todos podamos aportar hacia él. Anhelo con todo mi corazón transmitirles la vida que trae consigo el amar a Dios con todo el corazón y la alegría de vivir en oración hacia Él.



Bienvenidos a esta nueva ruta!!

23 de junio de 2011

Al que rompió con la depresión

Hay muchas personas que, aún siendo cristianas, están sumidas en la más profunda depresión. Es un estado lamentable que solamente quienes han experiementado eso, pueden comprenderlo del todo. No es fácil, especialmente cuando leemos en la Biblia que tantas veces Dios habla del gozo. Muchas personas que son cristianas, leen eso y se sumen en la más profunda culpabilidad. Siempre me acuerdo de una canción que escuchaba frecuentemente cuando era niño... Decía: "No puede estar triste el corazón que alaba a Cristo"...

Hoy quiero compartirles que sí... un corazón que alaba a Cristo sí puede estar triste. Si no fuera así, el David de la Biblia no hubiera escrito tantos salmos. La mayoría de los salmos tuvieron una inpsiración basada en algún conflicto o en alguna decepción que tuvo. Muchas veces el mismo salmista le reclama a Dios por Su silencio y porque ve que no hace nada frente a su sufrimiento. Jesús mismo estuvo triste antes de morir y oró hasta tal grado de intensidad que sudó sangre. El profeta Elías, ante la amenaza muerte de la reina Jezabel, huyó a una cueva y allí deseó morirse, incluso después de haber desenmascarado a los profetas de Baal. Son personajes que sufrieron de la tristeza extrema... Y es que esta emoción es propia de nosotros... Quienes no aprenden a sufrir, tampoco aprenden a progresar. Quienes no sufren tampoco aprenden. El problema yace en la mantención de este sentimiento en el tiempo... Porque la depresión ya no es fisiológica y se traduce en un sentimiento permanente de desesperanza, temor, inseguridad, angustia, desmotivación y dolor. Realmente es un hoyo en el que la persona muere en vida... sin ganas de nada, sin ganas de progresar, sin la motivación propia de antaño...

También hay personas que viven etapas buenas y luego vuelven a un estado basal de desmotivación y, por más que luchan, no pueden superar esto.

Dios no juzga a quienes sienten indignos por estar con depresión. Al contrario, los acepta y ama su sinceridad. Ama cuando le decimos: "Señor... ya no puedo más"... "Señor, ya se acabaron mis fuerzas", "Señor, dime que me amas", "Señor... siento que mis fuerzas se acaban". No hay fórmulas para salir de la depresión, pero sí podemos seguir el ejemplo del mismo salmista que, a pesar de gritar, llorar, quejarse y todo, confiaba en Dios. Le confiaba sus penas y quebrantos. Le entregaba sus imperfecciones y le pedía que le corrigiera. No buscaba técnicas de relajamiento. No iba detrás de fórmulas caseras para encontrar la sanidad. Iba detrás de Dios... Estaba en sus brazos. Por eso varias veces dice: "Me siento como un niño destetado de su madre"...

Porque la vida cristiana no se trata de que en todo nos vaya bien y que veamos la prosperidad por todas partes. El cristianismo está lejos de proclamar el éxito personal y la carencia de problemas. El cristianismo no es estar alegre todo el tiempo... no es estar siempre arriba. El cristianismo se trata de Jesús. Y si estamos tristes, que lo compartamos con Él. Y si estamos alegres, celebremos con Él. Porque saben algo... de repente él romperá su silencio y hablará... Su mano romperá el hielo de nuestro corazón y hará que la esperanza fluya otra vez...

Recuerdo bien ese día que fui a la iglesia, porque no tenía ganas de ir. Hacía algunos días antes, había orado a Dios preguntándole si realmente me amaba... porque veía la desgracia alrededor y la desesperanza reinaba por todas partes. Ante su silencio y la dificultad de las circunstancias, me sumí en una profunda depresión. No quería salir... solamente quería el encierro en mi pieza. No quería que nadie me aconsejara usando los clichés de siempre... Sin embargo, ese día en la iglesia una persona oró por mí y me dijo de parte de Dios: "Yo te amo más de lo que tú imaginas". Cuando cuento o escribo esto, siempre me emociono y me es imposible aguantar las lágrimas. Esa simple respuesta cambió mi vida... Consiguió arrancar la soledad y la depresión... Consiguió volver a hacerme ver los sueños que Dios tenía para mí... Entendí que su amor es para todos, incluso para mí... y que su amor es tan poderoso que puede transformar cualquier cosa. Dado que él es amor, al encontrarnos con él nos encontramos con nuestro propio valor y nuestra verdadera identidad... En su amor renacen los sueños de nuevo y la vida vuelve a ser vida... Renacen las sonrisas y los planes a futuro. Renacen las relaciones con la familia y hay libertad para avanzar y creer que se puede seguir.


"Sobre toda enfermedad y sobre toda verdad. Sobre argumentos y altivez. Sobre egoísmos y falsedad. En altos y bajos. Contrastes y contrastes. En pobreza o abundancia. En tristeza o alegría. A través de las épocas y tiempos. Sobre modas y tendencias. Sobre todo eso... tú eres Dios. Y gracias por eso, porque tu mano tiene en control lo bueno y lo malo... Aun cuando estamos sumidos en la más profunda depresión, tú te acuerdas de nosotros... Te acuerdas que somos débiles y que no tenemos nada en este mundo sino a ti... Gracias por cargar nuestras cargas y por ver el oro puro dentro de nuestro barro. Gracias por tu victoria sobre la depresión y porque nos amas en una esfera superior a la de nuestra imaginación. Háblanos y rompe el silencio en quienes siguen sumidos ahí... Para que oigan la voz de esperanza... para que vuelvan a sentir el gozo de la salvación en tu presencia. Para que vean vida en sus huesos de nuevo. Para que celebren la libertad de la restauración... Amén"

19 de junio de 2011

Gracias Dios...



"Gracias Dios por todo lo significas en mi vida... A veces pienso en la fragilidad de la vida y cómo a veces nos sumergimos en el estrés y el frenesí del día a día, que no pensamos en lo esencial. Para mí lo esencial eres tú... Y ya no me conformo con menos que conocerte cada día más y darte toda mi vida.

Cuando pienso en ti, las lágrimas asoman y las palabras sobran, querido Dios. Cuando pienso en ti, recuerdo las veces que hablábamos juntos de camino a la universidad... o cuando solíamos salir a caminar al anochecer. Y allí escuchaba tu voz que cambiaba mi día, incluso en aquellos días más tristes. Cuando pienso en ti, el agradecimiento surge constante, al ver que sigues ahí con tu misericordia y con tu bondad. Porque aunque el mundo se acabe, tú seguirás allí. Y si caigo, tu me sostendrás.

Gracias por tu voz de padre que a menudo me recuerda que me amas. No se trata de cuánto puedo hacer, sino de lo que tú ya hiciste... O la voz que en un tiempo fue como la de un entrenador y me decías que siguiera adelante aunque doliera, porque eso me haría más fuerte para avanzar... Como cuando me decías que me pondrías en lugares de influencia y no entendía cómo... o que amigos se acercarían a pedir mi consejo y yo no me veía capaz de hacerlo. O como cuando me hiciste pedirle perdón a quien sentía que no merecía... Y así, el orgullo fue cediendo al carácter que tú estabas formando, como un vaso quebrado por el alfarero y que quiere hacer de nuevo.

Entendí, como dijera un escritor, que aunque tenías muchos porqués, en tu presencia no se hizo necesario contestarlos... Porque tú eras la respuesta a esos porqués... tú eras la restauración de mi vida... tú eras mi riqueza... tú eras mi sanidad... tú mi abundancia y prosperidad... Tú eras el premio soñado, el tesoro encontrado... tú eras mi papá... ese que siempre buscaba tener.

Te amo mucho Señor...

14 de junio de 2011

Dejando la pasividad




Un hombre es también un mundo que descubrir... Silenciosos tal vez, poco comunicativos en general y con unas ganas grandes de soñar, explorar y descubrir.
Hay algunas características que le son propias, como por ejemplo el hecho de querer marcar relevancia en donde estén. Un hombre no está conforme con establecerse en un lugar y organizarlo a su manera, sino que en sus genes está el deseo de extenderse, de ir por nuevos rumbos, de plantearse desafío y metas sin importar muchas veces el costo que eso traiga.
Tampoco un hombre dará a conocer sus áreas débiles a cualquiera. Y eso es quizás uno de los desafíos que toda mujer que anhela conocerle, deba soslayar. Porque en general el hombre tiende a callar sus miedos, a esconder los temores y a bajarle el perfil a los problemas. El dolor es un tema que requiere ser dejado atrás y no enfrentado muchas veces. Por eso pareciera ser que un hombre no sufre y es siempre fuerte. Pero las apariencias se las lleva el viento... En el fondo un hombre igual sufre, igual llora en silencio y oculta la debilidad sin contarle a nadie. Algunos se guardan eso por temor a ser expuestos, a que otros los desplacen del grupo, o por temor a ser tildados como "quienes no se la pueden".
Al hombre le cuesta estar solo. Necesita una comunidad donde sentirse apoyado y desarrollado. Necesita mirar por otros, abrigar autoridad sobre un grupo de personas tal vez o sentirse querido y respetado.
El hombre busca apasionarse por algo sino, todo ese sentido de relevancia cae y él mismo cae en la tristeza y el desgano. La más terrible sensación que puede sentir es la frustración, de saber que se esforzó mucho por algo (por un sueño, por una persona, por un proyecto) y no lo concretó o esa persona no lo valoró.
A veces el hombre piensa mucho las cosas y las lleva poco a la acción. Es lo que yo llamaría: pasividad masculina. De muchas veces saber lo que hay que hacer, pero quedar paralizados por no saber cómo llevarlo a cabo. Tal vez aquí la presencia de una persona que lo acompañe puede sacar de él lo mejor o lo peor. Y cuando digo "alguien que lo acompañe", me refiero a una pareja, un familiar o un amigo. El hombre la mayoría de las veces no reacciona con la crítica amarga, es decir, aquella crítica que lo ataca, que le dice lo imperfecto que es o lo que no sabe hacer bien. Por ahí alguien que sepa cómo hacerlo entender sin llegar a atacarlo, puede conseguir el mejor de los efectos. El hombre reacciona mejor cuando lo alhagan, cuando le dicen sus cosas buenas y no cuando los critican o les dicen todo el tiempo lo malo de ellos o le pasan recalcando sus defectos. La pasividad masculina puede surgir cuando no hay un ambiente favorable para que alcance sus sueños y su sentido de realización.

Por eso mi oración es que podamos ser hombres con los pantalones bien puestos. Es decir, hombres de palabras que, cuando decimos que vamos a hacer algo, lo hagamos en serio y sin dejar pasar mucho tiempo.

"Señor... el ser hombres también nos dota de una autoridad que tú nos has delegado. No es una autoridad para imponerse, sino para cuidar, avanzar, explorar, descubrir y entregar. No esa autoridad para pasar a llevar a los demás, sino para incluirlos. No es esa autoridad para pasar desapercibidos, sino para marcar un destino en la vida de los hijos y de los amigos. No es esa autoridad para dañar, sino para restaurar, construir y dar esperanza.
También te pido que nos hagas libres para desarrollarnos plenamente y para relacionarnos con otros, especialmente con aquellos que tenemos más cerca y que merecen que les abramos nuestro corazón y nuestros sueños, a pesar de que eso implique el ser tildados de débiles o faltos de carácter. En otras palabras, haznos más hombres para poder abrir camino en la incertidumbre y avanzar con valentía a pesar del miedo interno que podamos sentir... sin paralizarnos, sin callar, sin ser pasivos, sin dejar de explorar y soñar..."

6 de junio de 2011

Que quiebre tus esquemas

Un día - de hace algunos años atrás- iba en la micro algo apurado. Sentado en el medio del pasillo, en un momento veo que el chofer se detiene para tomar pasajeros. En eso, al observar a través de la ventana, noto que un hombre de unos 40 años se iba a subir para pedir dinero. Empezó a gritar algunas cosas antes de subirse... Sólo pensé: "Uf que desagradable!". Al parecer estaba algo estresado ese día, pero no quería que se subiera a pedir dinero...

Una vez arriba, comenzó a hablar a todos los pasajeros, pidiendo por su esposa que estaba enferma. Llevaba unos cuantos papeles que, según él, daban cuenta del estado de su esposa, para que le creyéramos. Creo que no le presté mucha atención, pensando que sería como cualquiera de los otros hombres que se suben a pedir. En ese divagar de pensamientos, escuché que Dios me habló... Quedé helado :S Me di cuenta de cómo había pensado fríamente respecto de ese tema... Dios me dijo que le diera toda la plata que tenía en ese momento... Quedé aún más frío, sin saber si era Dios quien me decía eso o no :S Le pedí perdón y sin pensarlo mucho, abrí la billetera y saqué lo que tenía. Era la plata que había destinado para el diezmo en la iglesia. No era mucha plata en realidad, pero era lo que tenía guardado. Le di al caballero el dinero y vi en su rostro mucho agradecimiento... Cuando se bajó, de nuevo Dios me habló, y me dijo: "Ahora, ora por su esposa, para que se sane". Nunca supe que pasó con la esposa de ese hombre, pero creo que ese día Dios quebró mis esquemas en todo sentido, especialmente porque confrontó todos mis pensamientos fríos y dejó entrever que debía pensar como Él.

Cuando dejamos que él haga las cosas a su manera, nuestro egoísmo retrocederá...

30 de mayo de 2011




El discurso ya no es el mismo... Ya la letra no se hila con sus típicos tonos grises de melancolía... Tampoco los problemas ni las malas caras ocupan el centro de la inspiración. Ya la duda no tiene la cabida que antes se notaba entrelíneas... Ya las letras no corren en desesperanza o buscan explicaciones a todo. Cuando dije: "Señor, te rindo todo", algo hizo por fin sentido... algo por fin cambió, algo por fin dejó atrás el pasado, algo por fin le devolvió el valor a estas palabras, como siempre debió haber sido.

El discurso ya no es el mismo... Ya la vista no está puesta en el pasado o no se llena de recuerdos de tristeza e inseguridad. Ya la energía es diferente... Ya la dificultad para relacionarse con los demás no existe y los sueños que antes parecían difíciles de cumplir ya se han cumplido. Ya lo que parecía increíble, hoy tiene sentido. Ahora es tiempo de retomar lo que siempre soñé... aquello que hacía vibrar mi fe y que perdí por un tiempo. Es el tiempo de ese nuevo comienzo que Dios me prometió. Porque cuando dudé, él me dijo: "Yo no estoy apresurado". Y, efectivamente, lo hizo todo hermoso en su tiempo.

El discurso ya no es el mismo... Dios se ha encargado de cambiar los tonos grises a color. Se ha encargado de hacer calzar el rompecabezas y devolver la luz donde había oscuridad. Él lo hizo... porque cuando me dijo que me amaba, efectivamente así era... Porque cuando me dijo que el significado de mi nombre no era al azar, al fin vi al Padre que había en él. Porque cuando me dijo que la carrera que había estudiado tenía un propósito para él, al fin pude ver que el camino que había tomado era el correcto. Porque él me dijo que no estaba apresurado en cumplir su plan...

El discurso ya no es el mismo... porque el libro de mi vida se ha abierto nuevamente en esos tonos alegres. Porque cuando me dijo que tenía propósitos conmigo yo casi que no lo podía creer... Y hoy lo veo en su plenitud cumpliendo su plan de nuevo y escuchando su voz tan fluida como siempre... como cuando voy por la calle y me dice que me ama sin haberle yo hablado. O cuando le compongo una canción en guitarra y cobra sentido todo aquello que le digo... Como cuando me dijo que yo era especial para él o cuando me dijo que llevaría su evangelio a las personas con necesidad...

Era necesario que Él rompiera el vaso de barro antiguo y lo cambiara por otro nuevo... porque Él es fiel.

24 de mayo de 2011

Despierto y aún estoy contigo...

Uno asocia la fidelidad de Dios a momentos de la vida en que todo está bien o aparece un milagro inesperado en nuestras vidas. Sin embargo, y aunque uno la puede ver ahí, mucho mejor es vivirla en el día a día.
A Dios uno lo puede ver a través de oraciones contestadas, a través del gesto de alguien, la mirada de un niño o a través de una sanidad. Tal vez lo podamos divisar hablándole a la gente acerca de temas de su vida. Pero su fidelidad se manifiesta más aún en la privacidad de una relación íntima con él y en la rutina del día a día.

El domingo recién pasado, el tema de la clase de niños trató precisamente de este tema. La fidelidad es la mantención de un mensaje sin distorsiones. Si decimos que Dios es fiel, entonces todas sus promesas se cumplirán sin haber cambios. Y resulta importante que creamos en esto, porque todo lo que Dios dice, lo cumple, a pesar de las circunstancias.

Siempre recordaré una vez en que habíamos un grupo de jóvenes y adolescentes orando. Noté que muchos lloraban al orar, como si Dios les estuviera hablando algo importante para sus vidas. Yo, no sintiendo nada, seguí con los ojos cerrados, esperando que Dios me dijera algo. De repente sentí unas manos que me tocaban el hombro. Era el pastor de la iglesia que comenzó a orar por mí... En un momento me dijo de parte de Dios esto: "Tú no eres menos importante que nadie...y te honraré en público". En ese momento di gracias a Dios casi llorando... Sin embargo, yo no sabía cuán abrumadora iba a ser esa promesa. Pensé que sería algo que él cumpliría en una ocasión en particular. Pero saben... - y no lo digo con ánimo de figurar- veo que eso se cumplió con premios ganados en el liceo, en cajas de compensación, en la universidad... con proyectos armados, etc. Muchas veces he visto cómo Dios cumplió y sigue cumpliendo su promesa. Incluso en la titulación así fue y él me sorprendió.

También recuerdo a una señora que una vez oró por mí y me dijo de parte de Dios: "Han dicho de tu profesión que tiene mucha competencia y que cada vez hay menos campo; pero yo te pondré en lugares de honra, donde podrás dar testimonio de mí". Je. Siento que en este tiempo Dios ha venido a regalarme muchas cosas de manera abrumadora... No entendía que sus promesas eran así de poderosas, pero veo cómo él lo ha cumplido este año de maneras tan particulares.

A pesar de las promesas cumplidas, lo más importante es y será el darle a él el mérito y el reconocimiento. Esto ha resultado en mí para vida. Ha sido tan power este tiempo que mientras voy por la calle siento la voz de Dios que me habla más seguido... tal como lo expresara el salmista: "despierto y aún estoy contigo"... :)

16 de mayo de 2011

El poder de Dios: una cuota de asombro

Ese día no hacía mucho frío a pesar del tenue sol de aquel invierno. En la calle una señora le preguntaba a la gente que pasaba, si podían darle una moneda para poder comprar algo para comer. Recuerdo que pasé de largo, hasta que algo me dijo que volviera donde ella. Le di cien pesos y me senté a su lado. Comenzamos a hablar. Le pregunté acerca de su familia, de por qué estaba allí pidiendo, qué había pasado, etc. Ella, algo hosca me respondía lo suficiente y algo cortante. A pesar de eso, pude conocerla un poco y saber por qué estaba en esa condición. Cuando le pregunté si creía en Dios, me dijo que sí, pero noté algo de desilusión en su mirada. No quise indagar... Recuerdo que me quedé callado un buen rato y luego le pregunté si quería que orara por ella. Me dijo: "Sí, pero ore usted solito mejor". Es otras palabras, gracias pero no...

Cuando hay desgracias en nuestra vida, es fácil dejar de mirar el poder y la esperanza de Dios. La mirada se traslada hacia nuestro yo, nuestras ocupaciones, lo que nos ha resultado bien y lo que no. Hasta Dios se vuelve ese frío recuerdo de lo que alguna vez conocimos... Se vuelve como esa linda experiencia que tuvimos en un instante de nuestras vidas, pero que ya no tiene el mismo sentido que antes... como si no tuviera relevancia para el día de hoy...

¿Has mirado con desilusión a Dios? Uno por fuera dice que no, pero en el fondo a veces hemos pensado en Dios y hemos dicho: ¿Cómo no ve la situación en que me encuentro? Y así avanzan los días... los meses y los años... Y Dios sigue ahí como el tibio movimiento de algunas aguas, que va y que viene pero que ya no transforma como antes, que ya no tiene la misma efectividad que antes... Te has ido lejos; has permitido que la decepción te domine y ya cualquier cosa te afecta más de lo común. Deseando incluso abortar tus sueños...

Esto me hace recordar el "Príncipe Caspian", uno de los libros de Las Crónicas de Narnia de C.S.Lewis, donde pareciera ser que Aslan, el gran león, ha olvidado a Narnia y ha permitido que ésta sea conquistada y asolada. Muchos de los animales que antes hablaban, ya no lo hacían; algunos veían a Aslan como un cuento de la mitología. Lucía encarna muy bien este sentimiento de ausencia de Aslan, al preguntarle por qué había guardado silencio... De pronto, él hace su aparición y con ello la restauración de Narnia...

Dios nos invita a que, después de tiempos de desierto y soledad, veamos sus obras poderosas y que finalmente lo veamos a Él. La invitación suya no es a que seamos espectadores de lo que otros hagan, sino participantes de su poder. Antes de ver su poder, creo que es tiempo de que digamos: "Señor, volveré a ti"... Cuando nos volvemos a él de nuevo con todas nuestras fuerzas, él responde de manera abundante.

14 de mayo de 2011

Al Dios que cumple


"Mira, el invierno se acabó
y las lluvias ya pasaron.
Las flores están brotando,
ha llegado la temporada de los pájaros cantores.
Y el arrullo de las tórtolas llena el aire.
Las higueras comienzan a formar su fruto,
y las vides fragantes están en flor". (Cantar de los Cantares 2:11-13b)

La vida está llena de contrastes. Momentos de felicidad, momentos de desgracia. En ambos extremos siempre se repite algo: Dios es el autor. No nos deja solos en el sufrimiento y nos hace crecer en él. No permite que seamos destruidos, pero trata nuestros carácter y purifica nuestras intenciones. Sin embargo, llega un momento donde Él mismo se revela ante nosotros con poder. Y es aquí donde me quiero detener en algunas publicaciones, para hablar acerca del poder transformador del Padre y de cómo aun en nuestros tiempos él es capaz de realizar milagros, sanar enfermos, cambiar circunstancias, cambiar personas, etc. Les invito en este nuevo viaje por el poder de Dios y les animo a creer en Él con todas sus fuerzas.

10 de mayo de 2011

=)

Recuerdo bien ese día cuando, con tensión en el cuerpo, me puse a escribir. Lo recuerdo porque los perros ladraban fuerte afuera y las luces y bips de los autos se veían y escuchaban desde lejos. Afuera, un auto verde nos tapaba la entrada de la casa, mientras me disponía a trazar líneas sueltas que consiguieran descargar toda la pena, la rabia y la impotencia acumulada. No sabía lo que vendría más adelante... esperaba lo peor: más tensión, más tristeza y tal vez depresión... Cuando me puse a escribir, las lágrimas asomaban solas y sin permiso... Mis mejillas tibias, se volvían más rojas de lo habitual. Reinaba el caos y la tristeza...


Recuerdo bien el día porque me despedí de él con una frase fría, sin saber qué decir. Lo miraba como diciendo: que bueno y que malo que te vas. Cuando se fue, las luces se apagaron, los sonidos cesaron de repente... Los perros dejaron de ladrar y me encontré solo, otra vez. Era esa sensación de soledad que había sentido tantas veces ahí solo en mi pieza. Esa sensación de querer estar con alguien, pero no saber con quién. Lloré. Las lágrimas se hicieron escasas mientras le decía a Dios que le rendía mi felicidad. Recordaba las palabras de amigos que me decían: Saltarás de felicidad algún día.. Yo les decía "sí, sí" y les agradecía falsamente sus buenos deseos...

Recuerdo bien el día porque comenzó una etapa nueva en mi vida. Son esos momentos en que sabes bien que las cosas cambiaran su curso habitual y demandarán más esfuerzo y perseverancia. Sin duda, me sequé las lágrimas ese día y escribí: "Señor, te rindo mi felicidad". Me las volví a secar, porque cada vez que escribía, ellas asomaban solas entre tintas de azul y frases inspiradas en el momento. Cuando por fin las pude secar, asumí que debía madurar, crecer y ser de otra manera. Me propuse ser distinto a otros. Me autoexigí desde ese momento ser bueno en todas las áreas. Quise hacer las cosas bien. Sin embargo, en ese camino Dios me habló y me dijo que debería depender de él y que él se agradaba de mí sin importar mis fallas... Aún en ese día, que fue el más oscuro de mi vida, cuando mi papá se fue de la casa y quedamos solos...


Recuerdo bien ese día porque hoy también lloré solo en mi pieza como aquella vez. Pero en este 2011, cinco años después de todo el caos, todo fue muy distinto. Miré la cama donde me había acostado a orar y vi que habían unos premios que había ganado en la ceremonia de titulación. Los vi allí y me puse a pensar en la fidelidad de Dios... De nuevo lloré como un niño... Hace mucho que no lo hacía. De pronto sentí que todo lo vivido valió la pena en este día. Recordé los aplausos de los compañeros cuando me dieron el privilegio de ser "el mejor compañero" (valga la redundancia); recordé la amistad creada con muchos de ellos y todo lo que Dios me bendijo en este día. Recordé que cuando me dieron el premio y me fui a sentar, Dios me habló de nuevo, como hace mucho no lo hacía: "Yo estoy contigo, hijo". Me dijo y me contuve la emoción de estar ahí. Sin duda alguna, este es el día más contrastante de mi vida... Si el otro fue el más negro, este es por mucho el más alegre en años.


Recordaré este día porque vi que Dios me amaba... porque veía en su rostro la alegría de un trabajo terminado, de un carácter que costó tratar, pero que ahí estaba... Le pregunté por qué tanto amor y tanta fidelidad... Él guardó silencio... De nuevo al escribir, las lágrimas brotan solas...


Mientras le daba gracias a Dios, abrí los ojos y pude ver otro regalo. Era un libro. En el viaje a casa de este día, vi de reojo el título y ya me había emocionado. Cuando lo abrí en la casa y vi lo que estaba en su interior, de nuevo las lágrimas brotaron solas... creo que en tantos años había llorado de nuevo como hoy, pero nunca de tanta felicidad. En ese regalo había una foto que miré con detención. Otra vez recordé las vueltas que tiene la vida. La volví a mirar y a leer el escrito que traía adjunto. Entonces la "vi". Siiiiiiiii, era ella! Era ella la que había estado esperando!! La tuve todo el tiempo allí y Dios se encargó de hacerlo evidente. Recordaré este día porque me emocioné de saber que la Pauly era la persona que Dios me había regalado, como parte de la larga lista de sorpresas de este año.

"Y ahora te miro a ti de nuevo, querido Dios. Como en antaño.. como hace cinco años, en que, escribiendo en un viejo cuaderno universitario, viste mi dolor. Nunca hubo tanto dolor como en aquella ocasión... Había incertidumbre y mucho temor. Hoy te agradezco porque me sanaste, me hiciste de nuevo y veo un nuevo camino que has trazado para mí. ¡Qué bueno fue haber dejado el pasado atrás! Había tanto dolor; hoy, alegría. Había tanta depresión: hoy, ganas de vivir. Había desmotivación pura; hoy, nuevos proyectos que tengo en mente emprender. Había rencor; hoy pude agradecerle a mi papá por todo. Había enemistad; hoy, muchos amigos. Habían muchos colores negros; hoy, muchas luces. Gracias Señor... las lágrimas siguen corriendo solas je.. pero hoy me extiendo a ti como en antaño, para abrazarte y para decirte que, aunque pase por lo más bajo o lo más alto, es a ti a quien quiero y a quien deseo, más allá de todo... Te amo"



La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...