3 de octubre de 2010

Sueño...

He escrito tanto de él que las letras se han gastado en su esfuerzo de transmitir las ideas, de expresar los sentimientos y las emociones que han surgido espontáneas. Me he inspirado tanto en esta persona que incluso muchos textos subyacen atentos en mi memoria para ser escritos y reescritos en algún papel y que tienen su rostro en ellos. Y hoy quiero presentarlo aunque, como digo siempre, probablemente nunca lea esto o se lo llegue a mostrar. Anhelo el día de poder hacerlo... y abrirle este escrito cuando pasen los años y sea el tiempo de abrazarlo de nuevo.

Me prometí a mi mismo dejar de escribir acerca de él por largo tiempo. Y hoy abro la cortina de este escenario para mostrarlo nuevamente, pero esta vez perdonado... esta vez pudiendo mirarlo a la cara sin rencor y sin ganas de tenerlo bien lejos... Mientras escribo, anhelo traer su imagen como aquella de la niñez, como aquella en que los inocentes juegos hacían de papá un superhéroe, un hombre fuerte, un ejemplo de vida y un modelo a seguir. Mientras escribo, las lágrimas siguen siendo buenas compañeras de un tema que aún no se ha enfriado... de un tema que aún sigue ahí latente a veces. No lloro por el recuerdo doloroso... No lloro de pensar en todo lo que viví... Sino lloro por haber sido esta la persona que Dios utilizó para atraerme hacie Él otra vez. Luego de mucho tiempo en pausa, hoy puedo levantarme y presentarles a mi papá Carlos.

De grandes dotes discursivos, esforzado, responsable y apasionado... Siempre atento a nuestras necesidades, lo he visto trabajando mucho por darnos siempre lo mejor. La carrera de odontología no es para nada barata, pero él asumió costearlo todo, incluso cuando el dinero escaseaba. Vi muchas veces fe en sus oraciones, cuando pedía para que nada nos faltara. Y también vi cómo Dios le respondía y los recursos fluían de la nada, incluso habiendo deudas y partes que pagar. Lo vi trasnochado, muchas veces llegando tarde a causa de las horas extras... pero siempre preocupado que nada faltara.

El día en que se fue de casa escribí en este mismo blog: "Cuando vuelvas de este largo viaje, te esperaré con los brazos abiertos y con un rótulo que diga perdón". No volvió por diversas circunstancias... y ya han pasado muchos 18 de septiembres, navidades y años nuevos en que hemos estado todos dispersos en la familia; y aunque aún se siente raro a veces, poco a poco la mano de consuelo de Dios se ha encargado de calmarlo todo y de suplir las necesidades. Estoy seguro que en su soledad también lo ha hecho... Aún en medio de las tormentas familiares, he visto al Dios que acepté en mi corazón: un Dios capaz de restaurar lo imposible, de poder para sanar lo que nadie puede sanar... un Dios que sana la depresión y para quién nada hay difícil.

"Las palabras sobran y los discursos inútiles para expresar todo lo que hoy quisiera decirte. Por un momento quisiera transportar este discurso a los juegos de mi niñez y darte gracias como si fuera un niño, aquel hijo que salía contigo a caminar y que te acompañaba a veces. Permíteme por un momento hacerte sentir especial, así como Dios te ha hecho... así como sus manos te formaron... con aquel propósito con el que naciste. Permíteme ofrecerte mi amistad cuando decidas volver, para decirte que ya no hay rencor... que el dolor se ha esfumado en la imagen de Jesús... que detrás de mis palabras ya el perdón se ha sembrado y todo dolor ha sido sanado. Cuando vuelvas..."





3 comentarios:

Romina dijo...

:(
me siento identificada en tus palabras amigo...

Anónimo dijo...

que bellas palabras que un hijo sienta todo el amor hacia el padre, a pesar de su larga ausencia,el hijo tiene toda la disponibilidad de aceptarlo con los brazos abiertos, increible ver un corazón sensible,amoroso,sincero con Dios, ver cómo Dios sana,restaura el corazón,por eso me gusta esté blog porque se demuestra, que sí es el de un verdadero adorador, a pesar que llevo años leyendo y por patuda que un día lo leí que andaba pésimo y necesitaba palabras de aliento, me ha bendecido bastante,se ve un perfil de pastor, que se preocupa por sus ovejas.

Dios Bendiga grandemente tú vida y ánimo a su tiempo verás y disfrutarás tu sueño realidad.


Bendiciones,
Andrea Montecinos.
=)

Guille dijo...

Gracias por compartir tu corazón amigo. En algún momento tu papá volverá, y podrás abrazarlo; se invertirá la parábola del hijo pródigo, y podrás besar su cuello, poner el anillo del erdón en su mano, la túnica del consuelo en su cuerpo, y el calzado de la paz en sus piés.

El Señor te concederá ese don, sea aquí o en la eternidad. Y oro para que sea aquí.

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Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...