19 de octubre de 2011

Una pasión que no pasa de moda


Ella no es tímida; al contrario, las historias que trae consigo, son narraciones llenas de detalles y emoción. Una misma historia tal vez puede ser contada con mucho detalle y varias veces. Me gusta escucharla y conocerla más. A pesar de que he crecido, aún me gusta que me mire como un niño y que cuando llegue me apriete la mejilla y me llame "Davicito". Su incondicionalidad es una de las cualidades que más llaman mi atención.

Mi abuelita es como una niña. Puede entusiasmarse rápidamente y es dócil. Pocas veces se enoja y posee un corazón sensible. Le gusta reírse y compartir con la familia. Es muy apasionada y aunque tiene 81 años, sigue enérgica y sale de la casa a caminar como si tuviera 20 años. Aún en sus vejez, sus huesos permanecen fuertes y vigorosos. Desde que tengo uso de razón, ella existe en mi vida... La recuerdo en las muchas navidades donde me hizo pequeño regalos que muchas veces guardé por años. También recuerdo los años nuevos donde me abrazaba y todo lo que me decía me hacía llorar de emoción... O cuando me decía: "Davicito, le tengo un cariñito"... y de sus manos morenas aparecía un billete de mil pesos. Mis ojos de niño de 8 años siempre se abría cuando veía eso. En ese momento no sabía el sacrificio que significaba para ella darme dinero. Yo sólo lo recibía contento sin preguntar de dónde lo sacaba. A medida que fui creciendo, me di cuenta que de su esfuerzo ella me regalaba esos mil pesos. A veces incluso era más... Y a pesar de que después le fui diciendo que no tenía que darme, ella igual seguía haciéndolo, amenazándome que si no se lo recibía, "se iba a sentir conmigo".

Mi abuelita ama al Señor con todo su corazón. Nunca he conocido alguien que ore más que ella. Donde sea, se pone a orar y su oración es poderosa. No por nada el Señor la usa para sanar a las personas por las cuales ora; porque permite que el Espíritu Santo la use sin reservas ni cuestionamientos. Donde va ella predica. Sean personas conocidas o no. Algunos la toman en cuenta, otros se burlan, otros la miran con respeto y otros captan el mensaje y lo aceptan. ¡Cuántas veces la vi caminando hacia la Plaza de Maipú cargando su Biblia. Se ponía a predicar en la calle como quien habla con micrófono en el escenario. Sí, ella ama al Señor y ha decidido rendir su vida a Él. Es un ejemplo muy grande el que me da ella cada vez que la veo o hablo con ella.

El último año nuevo fui a su casa a saludarla a eso de las 2 am. Y a pesar que estaba muy cansado, me dio la impresión de haber ido a un año de nuevo de los de antaño. La abracé y le deseé lo mejor para este 2011. Ella también me abrazó por harto rato y conversamos mientras yo estaba acostado... Me hace sentir como un niño y extrañamente me gusta. Sé que ella me quiere y yo la quiero mucho a ella. Cuando pienso en que debemos encender nuestra pasión por Dios, ella se me viene a la mente de inmediato. Creo que será bueno seguir su ejemplo =)

13 de octubre de 2011

Una relación genuina contigo... eso deseo


"Lo que anhelo no es ser usado por ti. Queda en segundo lugar el ser conocido o aplaudido. No anhelo grandes milagros ni grandes campañas de evangelización. No deseo más dinero ni todos los tesoros de este mundo. No deseo que cambies las circunstancias de mi vida aunque haya problemas. No te quiero pedir que elimines las tensiones y la enfermedad. No quiero que aquietes el dolor ni menos que hagas de mi mundo una burbuja ideal.
Lo que realmente deseo es estar contigo y celebrar cada día tu salvación. Deseo tu presencia más que cualquier cosa en la vida... más que el éxito, más que el reconocimiento, más que el deseo de ser visto u oído. Anhelo encontrarme contigo de nuevo, de tal manera que pueda saber dónde estás trabajando y pueda unirme a tu obra. No anhelo estudiar más la Biblia por adquirir conocimiento. Anhelo al Dios que está detrás de la Biblia.

Querido Dios... yo te amo, tú lo sabes... A veces nos afanamos con cosas tan pequeñas, a veces sin trascendencia, como el dinero, las apariencias, el status quo, etc. todo lo cual se hace nada cuando nos enfrentamos a ti. Quiero conocerte más y este es un clamor desesperado por verte manifestado en mi vida. Enciende el fuego otra vez y hazme ver dónde tu plan se está plasmando, de tal manera que pueda poner mis manos y todo mi corazón en tu trabajo. Quiero verte, pero no sólo ver tus milagros como si en eso consistiera el evangelio. Te quiero a ti... conocerte, amarte y decirte cara a cara que siempre te espero, te extraño y cada día espero el momento de poder encontrarme contigo de nuevo y poder escuchar el timbre de tu voz. Te extraño Señor y anhelo saber de ti... hacerte nuevas preguntas, escuchar de tu boca tus consejos, tus mandamientos y tus "te amo hijo", "yo estoy contigo" y tantas otras palabras que limpian mi vida y me impulsan a seguir creyendo que tú sigues ahí y que me estás llamando a hablar de ti en todo lugar.

Llévanos Dios, como flechas encendidas..."


Yo también te amo Señor...

3 de octubre de 2011

Lo único que importa en la vida



Muchas veces uno cede ante las presiones sociales: mayor éxito, mayor status socioeconómico, mayores títulos, mayores cursos, mayores vestimentas, etc. Y así perdemos nuestra vida entre las apariencias y las ganas de "surgir". Nos afanamos y pensamos que esa es la única manera de seguir adelante.
A veces a vida es más simple que eso. Un gesto. Un abrazo. Una risa de un niño. Un bebé que sonríe. ¿Acaso eso no es vida? A veces uno busca surgir bajo las normas que impone la sociedad... una sociedad que basa sus intereses en el dinero, en las apariencias y en la vanagloria.

Sin embargo....

todo aquello es frágil... todo aquello se destruye fácilmente. Ante cualquier terremoto en la vida, los títulos no sirven y no nos salva la marca de nuestra vestimenta. No nos ayuda en nada el vivir arriba de Plaza Italia ni el restaurant donde vamos a comer. Ante la vida, lo que más importa es buscar de todo corazón al Señor.. y en eso se resume todo. Porque si él dijo que no nos afanáramos por lo que vestiremos o comeremos, entonces podemos confiar en que su corazón está con nosotros para darnos todo lo necesario. Lo que pasa es que a veces para nosotros es más necesario un título, un trabajo o un buen status, que su presencia y que participar de su plan y voluntad.

todo aquello es frágil, pero nuestro Dios es fuerte. Todo aquello es pobre en sí mismo, pero nuestro Dios es rico. Todo aquello se destruye con un terremoto, pero nuestro Dios sostiene nuestros cuerpos y nuestras almas con Su brazo fuerte.

"Señor... tú eres lo más importante... tú eres mi fuerza... Solamente llévame a encontrar la felicidad en tu presencia. En tu presencia hay plenitud de gozo"

21 de septiembre de 2011

Situaciones incómodas

Siempre me gustaba cultivar el bajo perfil. Ojalá sentarme en los puestos donde nadie me viera y no hablar mucho para que nadie me preguntara. Me daba pánico hablar en público y la voz me tiritaba. Recuerdo una vez, cuando tenía 10 años aproximadamente, me hicieron hablar en público de manera sorpresiva y me quedé helado... sentía que no tenía coherencia lo que hablaba y mi voz me salía temblorosa. Por esa razón, no quería aparecer mucho y siempre en la iglesia, optaba por escoger labores que no se vieran mucho. Esto me ayudó a valorar a aquellas personas que siempre hacen labores anónimas sin ser exaltadas en público, pero esa misma actitud me apagó y me hizo parecer tímido y sin opinión. Muchas veces había querido dar más mi opinión en las discusiones que se formaban o en los debates que se daban, sin embargo, siempre me cohibía y pensaba: "¿qué irán a decir los demás de lo que diga?".

Por mucho tiempo ese fue mi pensamiento: "¿qué irán a pensar/decir los demás de lo que opine o piense?". Muchas veces lo disfrazaba con argumentos relacionados con el bajo perfil o con el famoso "yo soy así" (la peor excusa). Lo cierto es que en este último tiempo, el Señor me ha estado mostrando aquellas áreas de mi vida en las que me estoy escondiendo de los demás. Una de ellas es esta: el poder alzar la voz. Recuerdo que hace 3 semanas oré al Señor, pidiendo que me ayudara a superar esto, porque muchas veces me sentía pasado a llevar en mi trabajo por opiniones que daban mis compañeras, o por circunstancias de la vida en donde me enojaba conmigo mismo por no tener la capacidad de actuar a tiempo y quedarme impávido observando sin hacer nada. Y su respuesta fueron problemas je... Hace 2 semanas tuve un conflicto con una compañera de trabajo en donde me sentí muy desafiado a hablar acerca de lo que pensaba. Hace poco también tuve un conflicto con una paciente muy conflictiva que fue un desafío multiplicado por dos. Esas circunstancias me hicieron pensar que muchas veces me quedaba observando a las personas y no reaccionaba a "parar el carro" como se dice, o a dar mi opinión, por más contraria que sea a la de la mayoría.
En el poco tiempo que llevo trabajando me he dado cuenta que todos hablan de todos... es fome que a veces uno escuche cómo hablan mal de manera excesiva de un compañero de trabajo. Uno no debe guiarse por lo que los demás puedan decir de uno, como si eso dictara mi forma de ser. Uno tiene que ser como es no más, sin cuestionarse si eso se adapta a lo que los demás quieren. Eso no quiere decir que uno tenga licencia para ofender a todos o pasar a llevar, pero sí que lo acepten a uno como es, así como uno acepta a los demás con sus defectos. Hay veces en que la gente es hiriente para decir las cosas... Me dijeron una vez que era "pasivo" y eso me hizo enojar mucho internamente. Pero meditándolo mejor, me di cuenta que era el Señor quien estaba hablando a través de todas estas situaciones incómodas.

Como diría mi amigo Carlos Hernández, Dios usa esas circunstancias incómodas para moldearnos y devolvernos a la imagen original que Él tenía de nosotros. Y estoy seguro que Dios me ha creado para que avance seguro de quién soy en él y los dones y talentos que ha puesto en mi corazón. También he llegado a la conclusión que la gente siempre va a hablar de todos y de uno... y que lo más importante es buscar agradar el corazón de Dios a toda costa.

13 de septiembre de 2011

Dios... tú siempre has sido el Dios de mi vida.
Desde pequeño tú eres para mí,
y yo soy tuyo.
Me guardaste. Y en tus manos siempre estuve.
Y aún estoy.
Desde que era niño y nada comprendía,
ni mi conciencia alcanzaba a avisarme del peligro,
tú guiabas mi camino, y extendías tus manos hacia mí.

Padre... tú siempre has sido el Padre de mi vida.
Desde siempre tu mano de favor y de poder,
me han mostrado cuánto me amas.
Por eso en las noches yo te adoro,
y levanto esas canciones que he compuesto para ti...
porque en mí se enciende esa pasión
de estar contigo...
y de agradarte,
de tocar tu rostro y describirte,
con la melodía y suave toque de una cuerda...
o con el timbre de una voz que te busca,
que te llama,
que te mira deseoso..
deseoso de verte otra vez...
deseoso de verte levantándote en poder.

Señor, tú siempre has estado...
hoy avanzo seguro de lo que tú me has dado.
Avanzo seguro en quien has formado...
Por eso ya hace mucho tiempo he decidido,
de dejar de ser pasivo frente a la vida.
Ayúdame con esa lucha diaria que llevo...
de no ceder ante el desgano y el desánimo.
Con esa lucha de no ceder ante el más mínimo impedimento,
y seguir creyendo...
Porque todo lo que soy y lo que tengo es por ti...


7 de septiembre de 2011

En su silencio



Mi mamá siempre ha sido callada. Podíamos pasar mucho tiempo juntos en silencio sin articular ni una sola palabra ni tampoco contarnos alguna historia. Ella se frustra rápido y cuando la atacan se defiende encerrándose en sí misma. La conozco bien... Conozco esos silencios y sé a través de sus ojos cuando ese silencio es por cansancio o por alguna situación desagradable que pasó.
Nunca ha sido entusiasta para las juntas familiares ni tampoco es dada a tomar iniciativas. Muchas veces eso me afecta y me hace entristecer porque quisiera verla más feliz y no con su cara de tristeza a veces... Ese encierro en sí misma me afecta en especial cuando tengo un nuevo plan o he comprado algo para la casa o para mí mismo, y noto desinterés o inexpresión... A veces uno espera que los papás se involucren en la vida de los hijos, no invadiendo la privacidad sino que mostrando que les importan las actividades y proyectos que tienen en mente.

La gente callada como ella, no tiene muchos amigos. Tal vez es triste decirlo, pero aquellas personas tímidas no son dadas a buscar amigos; más bien, esperan muchas veces que otros se acerquen y les "ayuden" a socializar. Quienes son más callados generalmente son organizados, metódicos y con una fuerza interna impresionante. Muchas veces la gente que es callada, ahuyenta a las personas, porque ellas interpretan ese silencio como un rechazo. Sin embargo, esas personas silenciosas buscan de igual manera que alguien las escuche, las entienda, no las rechace y las ame tal cual son...

Cuando pienso en este tema, a veces me bajoneo... Quienes han leído mi blog desde hace mucho tiempo saben las trancas familiares que han existido. La diferencia con las palabras de antaño es que antes tenían un tono de mucha queja y lamento, pero hoy, cada vez que me bajoneo por estas cosas o suceden problemas así, decido darle gracias a Dios por lo que él me ha dado. Y hoy lo hice así de nuevo, porque muchas veces las actitudes de quienes están a nuestro alrededor nos afectan, pero eso ahora me desafía a madurar y a no poner mi mirada en cómo tendrían que ser las persona según mi voluntad, sino rendir eso que nos afecta y que Dios haga los cambios que Él estime conveniente. En realidad, cuando uno da gracias a Dios en vez de quejarse, se abre una puerta para que él restaure nuestras vidas y llene nuestros vacíos. Es realmente una experiencia liberadora.

"Querido Dios.. tú siempre has sido fiel. Yo te amo. Con todo mi ser y con toda mis fuerzas. Te hablo en la micro, en el metro o en la calle, y sé que ahí estás para escucharme. Muchas veces he sentido el vacío de mis padres... y sin embargo, te agradezco porque todo lo que ha sucedido ha sido para tu gloria. Como cuando me hiciste entender que no se trataba de lo que yo quisiera, sino de ti. O como esa vez que te rendí mi felicidad, pensando que la vida traería muchas más y pesadas cargas. Y sin embargo, alivianaste mi carga y me llevaste a una tierra espaciosa, como hoy la siento. Tú eres quien llena mis vacíos y sacias mi necesidad. Llévame a tal actitud de humildad que ya no exija a los demás que sean como yo quiera, sino que me rinda a tu voluntad. Pero también te pido que sigas trabajando en mi familia... en mi mamá especialmente, levantando su ánimo, apasionándola por la vida y dándole nuevos colores a ese cuadro que a veces se torna de gris... Llevándola a restaurar completamente quien es, como se lo prometiste hace ya tanto tiempo... Te agradezco por ella y te pido que me uses en traer alegría a su vida y pasión por ti y por las personas.
Te amo Padre... gracias por escucharme de nuevo y decirme que tú estás en control :) "



29 de agosto de 2011

Un nuevo rumbo en este blog

Cuando nos encontramos con Él y su amor nos inunda, nada podemos resistir. Cuando lo conocemos sentimos que lo tenemos todo, pero a la vez que estamos vacíos. Y pese a que lo hemos encontramos, lo buscamos todos los días.
Cuando el amor del Padre irrumpe en una vida, el cielo entero se estremece, cantan los ángeles, se gana una batalla. Cuando vemos una nueva revelación de su persona, los problemas se esfuman y las peticiones dejan de tener otra respuesta que Él mismo.
Cuando lo conocemos, Él nos restaura y luego nos hace girar los ojos alrededor y ver la necesidad por la cual él está trabajando. Luego de encontrarse con nosotros, Él nos envía a los demás a llamarlos hacia su presencia. No importa nuestra condición. Para él no existe mayor o menor capacitación. Sólo espera discípulos que puedan pagar el precio... y que puedan perdonar, amar sin esperar recibir y dar su vida entera en amor a Él.

"Heme aquí, Señor..."

24 de agosto de 2011

Al Dios que todo lo cambia



"¿Por qué? ¿Cómo fue a suceder? ¿En qué momento esto se escapó de mis manos? ¿Qué más podía yo hacer?"... Todas esas eran algunas preguntas que te hacía en la intimidad... Preso de la desesperación de ver soluciones; preso de la ansiedad de ver que al fin podría respirar tranquilidad. Aún tengo fresco el recuerdo de cuando salí de la iglesia que me albergó desde mi niñez. Allí crecí. Allí me volví un adolescente y un joven. Allí estaban mis amigos, mis confidentes, mis ejemplos a seguir. Todo estaba allí. Allí yo tenía mi futuro...

No es fácil desprenderse de relaciones que se han formado durante tanto tiempo. No es fácil levantar la cabeza y pensar que las cosas serán mejores en el futuro, porque la esperanza es de fácil extinción y no quedan expectativas en mente. No es fácil, en especial si te fuiste muy dañado de ahí. Recuerdo que esa iglesia significaba mucho para mí y que las personas que se congregaban en ese lugar eran de especial cariño para mí. A causa de los problemas, tuvimos que tomar la decisión de marcharnos. Nos dolió. Nadie lo supo. Lo hablamos en privado... no "pelamos" a nadie con otras familias. Nos tragamos el dolor y las lágrimas. Y como familia volvimos a estar solos. Y así, cada uno, vivió el luto de la desilusión, de la desesperación de no saber a qué iglesia ir o a qué comunidad asistir. Nos dispersamos. Algunos se han desilusionado de la iglesia; otros, aún tienen la esperanza.

Recuerdo que muchas veces intenté sin éxito integrarme a otra iglesia. Aún estaba fresco el recuerdo del dolor y de la decepción. Otro trabajo era perdonar. Incluso pensar en tener que perdonar me traía más dolor... y así el círculo vicioso se extendía sin permiso... Mientras oraba, le pedía al Señor que me diera claridad y que nos mantuviera unidos como familia. Mmmm, pasó todo lo contrario en realidad.
Han pasado varios años después de esa crisis. Mirando hacia atrás veo que no es fácil volver a integrar una nueva comunidad si te han herido o alguien cercano te falló con o sin intención. Pero allí, en la soledad de la oración y del encierro en mi pieza con el Señor, Él mismo me sanó y se descubrió a sí mismo como el Dios de mi vida. Después de esa crisis, me dediqué a buscarlo con todas mis fuerzas y desesperadamente. En ese momento no tenía nada más que hacer. Me rendí. Le dije que no volvería a preguntar por qué pasó lo que pasó. Tampoco le preguntaría por qué mi familia se dispersó. Tampoco me quejaría como un niño. Solamente le dije: "Haz de mí lo que quieras". En esa búsqueda desesperada, recuerdo una palabra que Dios me dio: "Tú tienes un llamado muy profundo, el cual no he olvidado"...

Dios puede cambiar las circunstancias pero primero nos cambiará a nosotros. Como diría un libro de Max Lucado - uno de mis escritores favoritos - "No puedes enfrentar a tus gigantes, si primero no enfrentas a Dios". Es en el encuentro con su presencia donde nuestro egoísmo cae... donde nuestros argumentos a favor deben ser rendidos... donde nuestros derechos son entregados. Y una vez que Dios ve la actitud, entonces atiende el oído a nuestro clamor, cambia nuestro corazón y nos lleva a lugares espaciosos.

"Señor... hoy he escrito más que en otras oportunidades... Y no quiero terminar sin antes darte gracias porque tú eres capaz de cambiar todas las cosas alrededor. Eres capaz de sanar enfermedades, sanar el corazón, hacer a los ciegos ver, a los cojos caminar bien y saltar... pero no lo haces según nuestro antojo sino a tu voluntad. Primero nos cambias a nosotros y luego las circunstancias... Anhelo verte. Tal vez quienes lean esto sientan que hay en su corazón temas pendientes que sanar, personas que perdonar, decisiones que tomar, volver a creer, etc. Lo cierto es que somos débiles y anhelamos desesperadamente tu presencia y enfrentarnos a ti cara a cara... Dios, como dice una canción: mi corazón confiado está porque yo te conozco, y en medio de la tempestad nunca estoy solo. Nos volvemos a ti confiados de que cumplirás tus tiempos, de que devolverás esperanza a los que están en depresión, que secarás sus lágrimas... Gracias Padre... tócanos de nuevo, llénanos de nuevo y cambia el odre por uno nuevo, de tal manera que podamos recibir algo nuevo de parte tuya... te amo mucho Señor..."

19 de agosto de 2011

No cambien

Todos cambiamos. Es parte de nosotros adaptarnos al medio donde vivimos y a las etapas que estamos viviendo. El problema es cuando comenzamos a cambiar y a tranzar en nuestra forma de ser. Observando a las personas, me he dado cuenta que sus cambios principalmente se rigen por motivos como los siguientes:

1) Experiencias traumáticas: Engaños, traiciones, mentiras profundas, abandonos encabezan la lista. Estas son tal vez algunas de las cosas que nos tientan a dejar de ser amables, a quejarnos por todo, a murmurar acerca de personas cercanas, a poner la atención en detalles innecesarios, a sentirnos con las personas por cualquier razón. A veces se da lo contrario: comenzar a pensar que no hay que esperar nada de los demás como sentimiento de amargura; depresión, aislamiento, cambios de ánimo bruscos, desconfianza y desesperanza.

2) Cambios de etapas o posiciones socio-económicas: Muchas veces somos forzados por la vida misma a tomar responsabilidades y a dejar de ser niños. No hay que confundir la madurez con dejar de lado la alegría y el buen trato hacia los demás. A veces uno se vuelve indiferente a las necesidades de los demás, volviéndonos aislados en nuestro propio mundo.
El dinero también tienta a algunas personas a cambiar. El tener dinero nos da ese sentimiento de independencia. Hay que tener cuidado con esto porque nos sentimos tentados a dejar de lado a los demás y a volvernos egoístas y orgullosos, al creer que ya no necesitamos la ayuda de los demás y que podemos valernos la vida por nosotros mismo. Craso error es cuando pensamos que teniendo dinero, somos superiores. Lo mismo en el trabajo. Cuando alguien es ascendido es tentado a mirar en menos a quienes antes fueron sus compañeros. Ellos creen que siendo así van a lograr más status y respeto de los demás. Lo que no saben es que ese respeto se gana y no se impone... y que ese status mal entendido no es más que una careta de hipocresía. Hay que tener cuidado que esas cosas nos tienten a cambiar.

Siempre me he hecho esta pregunta: "¿Cuánto estoy dispuesto a esforzarme para no cambiar para mal cuando alguien me falle, me traicione, me ofenda gravemente o me engañe?". Recuerdo una vez en que me sentí muy ofendido por una persona y me sentí fuertemente tentado a cambiar. Con rabia dije para mí mismo: "Nunca más voy a trabajar por los demás" y "¿de qué vale cuando haces tantas cosas por solucionar un problema o entregas tanto por un proyecto que no resultó?". Creo que solamente Dios me ayudó a no cambiar. Me enseñó que debía rendir mi voluntad a Él. Aunque otros nos fallan y algo en nosotros nos impulsa a cambiar en base a la rabia y el rencor, lo mejor es descansar y rendir nuestros propios argumentos. Siempre he dicho esto: se necesita más carácter para hacer el bien que para hacer el mal y andar a la defensiva con todos. Para cambiar no necesitamos ser modelados por las circunstancias (no os conforméis a este siglo...) sino por el alfarero, es decir, por Dios y su gracia que nos ayuda.

11 de agosto de 2011

Y cuál ha sido tu mayor cambio?



Este post está dirigido a mis lectores. A aquellos que comentan siempre (y a quienes se les agradece mucho) y quienes sólo pasan para leer sin dejar comentarios, pero que sin duda son valiosas personas.
Quiero hacer algo diferente ahora. Alguno de ustedes se animaría a comentarnos cuál ha sido el mayor cambio que Dios ha hecho en su forma de pensar? O algún profundo testimonio acerca de lo que el Señor ha cambiado en sus vidas?

Ya algo les comenté al decir que el Señor me enseñó a ser feliz a pesar del color de las circunstancias. Ustedes podrían decir algún área o alguna historia que refleje ese cambio que hizo el Espíritu Santo en ustedes?

4 de agosto de 2011

Mi familia también cambió [...]

Anoche hablé por teléfono con mi gran amigo Guille. Hablamos varias cosas respecto de nuestras vidas y de nuestros proyectos. Sentí como si hacía mucho no nos hubiéramos puesto al día en las cosas que estaban sucediendo en nuestra actualidad. En un momento me preguntó cómo estaban las cosas en la casa y si ya todo estaba tranquilo. Le contesté contento que ya las cosas estaban bien y que todo estaba tranquilo.

Porque ha habido muchos cambios desde que todo el gran problema matrimonial y familiar estalló. Las relaciones en ese tiempo se tensaron hasta tal punto que recuerdo no haberle dirigido la palabra a mi papá. La decepción y la angustia nos hacían fácilmente sus presas y era difícil perdonar. Los gritos y las noches de insomnio eran parte de la rutina que ya nos habían sometido las peleas agudas desde hacía 6 meses. Reinaba el caos y la sensación de que todo esto no tenía solución. Claramente no tenía muchas ganas de hacer cosas y me refugié en el estudio y en el silencio. En realidad todos nos volvimos aún más callados de lo que éramos. Mis dos hermanos mayores se casaron después y hoy ya tienen hijos. Tanto mi papá como mi mamá aquietaron sus ánimos y los pequeños se ven tranquilos, creciendo bien. Je... en realidad ya no son tan pequeños; han crecido y ya manifiestan opinión frente a la vida y se dan cuenta de todo.

Mis papás no se hablan. En las reuniones sociales tiendo a disimular que me siento incómodo por su relación... o mejor dicho, por su no-relación. Hace mucho que no hacemos una gran reunión familiar donde estemos todos aquí en la casa... casi siempre hay que buscar otros lugares o instancias. Es extraño relacionarse con tus papás por separado, haciendo el ejercicio mental que cada cual puede rehacer sus vidas como quiere. Es extraño ver a tu papá cuando retira a las niñas una vez por semana para que las tenga una tarde y luego las vaya a dejar... También es difícil asumir el hecho que ambos por separado te exijan responsabilidades en la casa a veces...

Ustedes podría pensar que mi vida es triste. Y no. También podrían pensar que a veces me siento solo o me deprimo. Y no. Podrían creer que ya no hay nuevos sueños. Y no. Mi vida sonríe en este tiempo... El Señor, a punta de mucho porfiar conmigo, me ha enseñado a agradecer por todo, incluso por lo malo. Ese agradecimiento me ha permitido poner la atención en lo que Dios ha hecho: que las cosas están más tranquilas, que los niños están bien, que mis hermanos se casaron y tienen sus propias familias, que ya soy tío, que me ha dado un buen trabajo y que tengo una princesa a mi lado.

Dios ha sido tan bueno, que todo eso que pasó, ya me ayudó a perdonar todo y a tener relaciones sanas con mi familia. A causa de eso, me encontré con él de nuevo y mi vida respira otro aire ahora y ya no depende del color de las circunstancia, sino de la seguridad de que Dios me ama, está conmigo y tiene un plan perfecto para mi vida. A causa de eso, pude inspirarme tantas veces y componerle canciones que él solamente escucho y escucha... A causa de eso hoy dependo completamente de Él y camino con la seguridad de que él es capaz de cambiar cualquier circunstancia alrededor, por más difícil que parezca.




La cultura del balcón

Algunos gritaban por allá. Los de acá aplaudían y gritaban. "Llévense a la vieja loca", se escuchaba por ahí. Desde muchos balcone...